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26 de marzo, 2013

Puesta a punto de la piel

Concluido oficialmente el verano, es tiempo de hacer algo con la piel, para recuperarla del sol y, además, prepararla para los rigores del invierno.

 

El verano es sinónimo de vacaciones y días de relax junto al mar, la piscina o el espejo de agua que sea, siempre al sol; en síntesis, al aire libre, disfrutando de la naturaleza. Eso que tan bien le hace a la salud mental y clínica en general, no se refleja en la piel, que sufre la acción del sol, así hayamos aplicado protector solar y humectantes, como tampoco se ve en el pelo, que pierde color y se ve opaco, con las puntas quemadas. Por lo tanto, marzo es el mes para tomar cartas en el asunto.
Como explica la doctora Rita García Díaz, especialista en Dermatología y asesora científica de Bagóvit, “si hay una estación que ‘castiga’ la piel, es el verano. La principal causante de esta agresión es la excesiva exposición de la piel a la acción de los rayos solares, con las conocidas consecuencias de fotoenvejecimiento. A esto hay que añadir un mayor grado de deshidratación (con la lógica pérdida de textura y flexibilidad). Existen además otros factores como el aire acondicionado, las aguas cloradas de las piscinas, el viento, la arena, etc., que aumentan el deterioro”. En ese sentido, la doctora Marta Tielas, directora del Centro Médico láser AEGYNA recomienda empezar por lo más sencillo: “la hidratación y la nutrición de la piel son pasos necesarios y previos a cualquier tratamiento especializado, puesto que, además de brindar una acción antiedad mayor, mejoran el beneficio específico de los productos que apliquemos después”.

Tratamientos para la cara

La piel engrosada y reseca después del verano requiere una humectación especial para reparar el daño solar y prepararla para tolerar el frío. En ese sentido, la doctora Díaz indica que “tanto el rostro como el cuerpo requieren su cuidado específico. La humectación facial debe realizarse 2 veces por día, a la mañana y a la noche. Un buen esquema es una exfoliación suave 2 veces por semana y limpieza con crema o emulsión el resto de los días. A continuación, debe colocarse el hidratante. La aplicación de este último producto debe repetirse a la mañana, ya que los hidratantes suelen contener protectores solares, autobronceantes, para mantener el ‘color verano’ y antioxidantes para prevención y tratamiento de los signos del envejecimiento cutáneo”.

La doctora Tielas lo resume así: “primero hay que retomar la rutina de limpieza, para liberar la piel de la fina capa de grasa, células muertas, polvo y residuos de maquillaje; luego tonificar, para refrescar la piel y afinar los poros sin resecarlos; finalmente, la dosis de hidratación y nutrición, según el tipo de piel, edad y momento del día, para prevenir el envejecimiento cutáneo y ayudar a la regeneración celular”. Esto se consigue con tratamientos en casa o en gabinete.

En el cuerpo

La exfoliación es necesaria para facilitar la descamación normal que aparece después de las vacaciones. Además, es muy importante colocar el humectante corporal inmediatamente después de bañarse, cuando después del primer secado queda un mínimo residuo de agua en la piel. Un buen hidratante ayudará a capturarlo y retenerlo. Lo que señala Díaz es que “al tratamiento externo podemos ayudarlo y potenciarlo ‘desde adentro’. En primer lugar, consumiendo abundante agua. Durante el verano consumimos mucho líquido para atenuar el calor, pero no debemos abandonar esa saludable costumbre. Sin embargo, no sólo nuestra piel sino el organismo entero requieren un mínimo de 2 litros diarios de agua para mantener su equilibrio, eliminar desechos y toxinas”. La doctora Tielas agrega, al respecto: “El agua es un elemento esencial para mantener la salud de la piel y combatir los signos de la edad”.

Texto: Florencia Romeo.