




Lalo Mir, conocido más que nada por su larga trayectoria en la radio, es el conductor de La vida es arte, un programa que se trasmite por Canal 7 en donde acerca al público en general a las artes plásticas y visuales. Cuando se le pide que defina al arte, tarea nada fácil por cierto, él suele hacerlo con estas palabras: “Arte es toda aquella expresión del hombre que no sirve para nada más que para decir algo que viene del interior, que no se puede parar, casi compulsivo y que puede, de alguna manera, modificar a la gente a través de la sensibilidad, de la vista, de los sentimientos, de los sentidos”. O sea que, a través de nuestra vida, aún desde muy pequeñitos, podemos llegar a hacer cosas que podrían clasificarse como tal. Cuanto más chiquito es un niño, menos condicionamientos y ataduras tiene y más libre será su forma de expresar todo lo rico que guarda en su interior.
Por otro lado hay que tener en cuenta que, si ponemos el acento en un plano puramente formativo y, hasta práctico, más allá de los grandes beneficios de acercar a un niño a un mundo de belleza y espiritualidad, “las artes visuales nos dan la oportunidad de tener un pensamiento más flexible, autónomo, realista y crítico, generando así, nuevas miradas, preguntas, acciones, desafíos y significados…”, puntualiza Vali Guidalevich, doctora en Arte y Educación (Universidad de Barcelona), especialista en Gestión Educativa (FLACSO) y creadora del programa educativo Arte para Chicos.
Primeros pasos
“El arte tiene que ver con la sensibilidad, con una manera de ver el mundo. Por lo tanto, un niño que se cría en un ambiente donde el arte está presente o es valorado y cultivado, se acerca a las obras de manera natural a lo largo de toda su infancia”, explica Noemí Hendel, profesora de letras (UBA), de arte, autora de libros de la colección Arteescuela de Editorial Guadal, dedicados a promover este tema en el público infantil y Master Universitaria en Nuevas Tecnologías de la Educación y de la Comunicación en la UNED (España). Más aún, agrega Hendel: “Si se desea acercar a un niño al arte, bastan unas témperas, un plato descartable para realizar mezclas, los dedos. Es preciso dejarlo disfrutar de la textura y del olor de la pintura, de la alegría de deslizar un dedo sobre una hoja o una superficie (que luego se pueda lavar) para que pueda descubrir los trazos. Para incentivarlos en casa, es importante dejarles a mano lápices, fibras, pasteles, pintura, muchas hojas, un lugar donde sepan que pueden trabajar sin que se los rete por desordenar o ensuciar. Ese lugar puede ser una mesa pequeña, un rincón de la cocina cubierto con papel de diario, en fin, en toda casa se puede disponer de un espacio para que los chicos jueguen y se expresen con comodidad”.
Si nos gusta pintar o dibujar, la propuesta es hacerlo delante de ellos, lo que es un excelente incentivo. Aún los más chiquitos se pondrán a crear, dando rienda suelta a su imaginación. En este proceso, lo verdaderamente prohibido es ponerles límites: no necesariamente el cielo tiene que ser celeste, un árbol marrón o el césped verde, la idea es que sean libres y se expresen como lo sientan.
Silvia Fittipaldi, editora de la colección Arteescuela de Guadal dedicada a acercar a los grandes maestros de la pintura a los peques, hablando de este tipo de libros explica que “generar juegos con obras de arte es un desafío y es una propuesta que los niños necesitan para hacer la tarea de deconstrucción y reconstrucción, armar, desarmar, detectar sectores, comprender significados, recordar pinceladas que son señales del artista para trasmitir su mundo interior”. Ella propone que más allá de que se expresen pintando, pueden tomar reproducciones e intervenir y jugar con ellas, pintar partes en blanco, continuar cuadros, de modo de sentirse parte de una obra.
Paseos nuevos y diferentes
Lalo Mir, opina, sobre este tema: “Es importante perderle el miedo a los museos, a las galerías, a los centros culturales, porque allí lo que podemos ver es una buena selección de las cosas que nos indican caminos nuevos y distintos, o que nos hablan de maneras diferentes. Dar una vuelta un día de fin de semana en familia, pararse frente a las obras, no entenderlas, entenderlas, charlar sobre ellas es una manera de ir ajustando la mirada”.
Noemí Hendel, agrega a este aprender a mirar: “Esto quiere decir que los chicos aprenden cuando observan cuadros, se acercan a la vida de los pintores, comprenden cómo se logra producir una obra, cuando ellos mismos producen a partir de ese conocimiento” Mucha gente piensa que no es apropiado llevarlos a este tipo de lugares porque no son aptos para chicos y pueden molestar a los mayores, pero si van con los niños, se van a sorprender de la manera que ellos disfrutan de lo que allí encuentran. Vali Guidalevich nos da la clave: “Yo pienso que casi todas las producciones de artistas argentinos podrían ser accesibles para los chicos. La cuestión es el cómo. Si vamos a un museo, y miramos las doscientas obras de la exposición, a la salida no van a querer entrar nunca más en su vida a uno de ellos. Es importante no “llenarlos” de información, y sí tener en cuenta sus propios intereses, sus interrogantes… ¿Qué preguntas se abren en la posibilidad del encuentro entre los chicos y las obras? Y acercarlos a través del juego”.
Otras opciones son: visitar muestras de arte, fotografía, artesanías. Llevarlos a ver películas relacionadas con el tema, documentales, dibujos animados. En Buenos Aires, estas opciones son, generalmente, gratuitas y abiertas a la comunidad.
Hay actividades muy interesantes que los acercan a las obras y a los artistas plásticos, “algunas nacen por iniciativa de las mismas escuelas, dándole mayor importancia a la plástica, planteándola con una metodología de taller”, nos cuenta la profesora Hendel.
Otra propuesta para los más grandecitos es un programa creado y coordinado por Vali Guidalevich que la especialista explica con estas palabras: “Encuentro de Chicos y Chicas con Artistas “se desarrolla en la Fundación Esteban Lisa y es un programa de carácter gratuito, que propone generar un espacio de encuentro entre chicos, chicas, familiares e invitados especiales en las exposiciones y/o en los talleres de los mismos artistas. Visitamos Galerías de Arte contemporáneo y los talleres de Gyula Kosice, Juan Melé, Dino Bruzzone, Adolfo Nigro, entre otros”.
Aprender a mirar
Si se les pregunta a las docentes consultadas sobre los pintores que más atractivos resultan para los “bajitos”, las coincidencias son abrumadoras. Guidalevich nos dice: “En mi experiencia como creadora y coordinadora de Programas Educativos de Arte para Chicos (Centro Cultural Recoleta, Museo Malba, entre otros) observé que la obra de determinados artistas los atrae especialmente, como Xul Solar y Antonio Berni”
Por su parte, Noemí Hendel, también menciona a Xul Solar, explicando que “sus dibujos se relacionan con la gráfica infantil, el clima de sus pinturas parece una ensoñación. Sus personajes sencillos y flexibles, suben escaleras, se ubican entre las líneas de una geometría singular. Los colores son cálidos, suaves, a veces traslúcidos”. También menciona a Antonio Berni, con series como la de Juanito Laguna, que relata la vida de un niño típico de los barrios “humildes de la ciudad. Sin dejar de lado, subraya Hendel, “los collages creados con materiales de descarte, fuente de inspiración para los pequeños”. Menciona asimismo a Cándido López, ese pintor manco que tuvo que aprender a plasmar sus obras con la mano izquierda y, así dejó a la posteridad la crónica de una de las guerras más injustas como fue la guerra contra el Paraguay. Y dentro de los actuales, hace referencia a Adolfo Nigro, pintor rosarino que “se destaca por una imagen llena de color y de formas que se combinan poéticamente”.
La pregunta del millón a la hora de hablar de libros de arte para niños es cómo deben ser para que les resulten didácticos y atractivos a sus jóvenes lectores. Ambas autoras dieron sus opiniones:
Vali Guidalevich, autora de la colección Arte para chicos, nos dijo: “Me parecía importante realizar una colección como ésta, centrada en artistas argentinos, para que los chicos puedan tener un mayor acercamiento a los procesos creativos de los artistas nacionales, a sus modos de ver el mundo, y a las relaciones entre nuestra realidad cotidiana, y las problemáticas planteadas en su obra. Estos libros están redactados en primera persona y el protagonista es el mismo artista. Proponen, de una manera participativa, diferentes puertas de entrada a diversos momentos de la biografía y la producción de Antonio Berni y Xul Solar a través de relatos, imágenes, preguntas y juegos. Por medio de las actividades propuestas en los libros de esta colección, los chicos y chicas tendrán la posibilidad de realizar sus propias producciones integrando recursos de distintas disciplinas artísticas”.
Y, Noemí Hendel, autora y creadora junto a Silvia Fittipaldi, de la colección de Arteescuela, aportó: “Un libro de arte para niños pienso que necesita relatar, con un lenguaje accesible la vida del artista, brindar el contexto histórico y social en el que se gesta su obra, explicar por qué su pintura es valiosa. El lenguaje visual tiene términos específicos. Los chicos pueden aprender a familiarizarse con los conceptos si se exponen de un modo claro y sencillo. Finalmente, puede proponer actividades de creación a partir de la observación y valoración atenta de la obra. Elaborar dichas actividades de un modo inteligente es todo un desafío. Todo el libro debe estar concebido con un profundo respeto y consideración hacia los destinatarios, sin desestimar su capacidad de comprensión y apreciación, confiando en que, una adecuada estimulación acompaña a los chicos a introducirse en el mundo del arte para enriquecer su vida”.
Dos propuestas más que interesantes para regalar a los más pequeños de la familia, en las que la distracción, el aprendizaje y la calidad están asegurados.
Texto: Adriana Aboy