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22 de junio, 2013

Chicos (y grandes) cocinando

Se trata de un irresistible libro de recetas, firmado por Eloise Alemany y creado con la intención de despertar en los niños el placer de cocinar, educando al mismo tiempo el paladar y cuidando la buena nutrición.

 

Para iniciar en forma divertida a niñas y niños en el arte de cocinar, y también en el buen comer, nada mejor que el manual Amarillo limón el sol, de Eloise Alemany, francesa nacida en Tokio de padre  diplomático y madre gastrónoma eximia (Pascale Alemany, a su vez autora de un refinado volumen aparecido en 2010, Cuaderno Dulce, Postres franceses), que vive actualmente en Argentina. Naturalmente, Eloise recibió la influencia de su mamá que daba clases de cocina, le tomó el gusto a esta actividad, siguió perfeccionándose, participó activamente en el libro de Pascale y ahora  presenta con mucha ilusión este volumen de título poético, subtitulado Manual para cocinar con niños, embellecido con las coloridas ilustraciones de Johanna Wihelm. El nombre surge de un poema de Mercedes Villalba que abre esta edición, y el libro no descuida ninguno de los pasos recomendables para que cocineritas y cocineritos entren en la cocina correctamente equipados para el éxito, siempre bajo la supervisión de una persona adulta. Porque a una edad temprana, el universo de las cacerolas y los ingredientes ofrece algunos riesgos que obviamente se superan con la debida prudencia

Este libro en particular me fue inspirado por mi hijo Otto, que va a cumplir 4 años”, sonríe Eloise Alemany. “El fue mi mayor incentivo, porque al pasar yo mucho tiempo en la cocina, Otto empezó a acompañarme, a ayudar en cosas a su alcance. Me observaba mucho y cada vez quiso participar más. Entonces, empecé a pensar en un libro para cocinar con niños, en cuáles podrían ser las  maneras más prácticas en todo sentido de darle buena forma. Por supuesto que no me pongo a la altura de mi mamá, pero trato de ofrecer una amplia variedad en salados y dulces. Algunos son  clásicos infantiles por su formato: barquitos de huevos, el agujerito en el pan, la pizzas con caras… Luego hay otras recetas a las que llegué investigando mucho, recetas que me parecían divertidas  de preparar para chicos y grandes, siempre tratando de combinar estilos, porque me gusta recibir ideas de todo el mundo, no hacer exclusivamente la cocina de un país”.

–Es bien interesante esta propuesta que das acerca de que la persona adulta que va a cocinar con un chico, lo lleve primero a hacer las compras, a tomar desde el vamos contacto con los productos que se utilizarán.

–Cuando empecé a ordenar los contenidos del libro, me pareció que ese era un primer paso importante para que los niños comiencen a tomar conciencia de todos los procedimientos. Porque no se arranca con todo listo en la heladera: hay que adquirir los productos, comprobar si son frescos, su calidad, si son de estación. Es lindo dejarse tentar por los colores, las texturas, los perfumes…  Creo que es preferible ir a la verdulería, a la carnicería, conocer a los proveedores, tener ese trato personalizado. Un niño que va y elige los tomates para la salsa o la ensalada ya empieza a tomar un compromiso con lo que va a cocinar. Es otra forma de estimularlo.

–Hay en Amarillo limón el sol una receta que a más de una lectora de Mujer Country le traerá nostalgias de infancia: las torrejas, ese manjar simple y delicioso. Y también recuperás las croquetas, un plato que puede contener los elementos más diversos y ayudar a que los chicos acepten las verduras de buen grado.

–A mí también me encantan las torrejas, me gustó incorporar estas cosas ricas para la merienda o el desayuno, revalorizar sabores de antaño.
En cuanto a las croquetas, cuando estaba en los inicios del armado del libro, tenía toda la intención de incluir recetas atractivas, sanas y muy variadas, siempre lejos de todo fundamentalismo, balanceando la mayor cantidad de posibilidades.

–No falta la chocotorta, un superclásico local…

–Claro que la chocotorta tenía que figurar: está bien celebrar recetas de ese tipo, que son parte de la cultura. Y volviendo a las croquetas quiero decirte que sí, son perfectas para los niños, entretenidas de hacer, vuelven tentadoras las verduras, ese ingrediente necesario para la nutrición que a las madres a veces les cuesta tanto que los chicos las coman.

–También encontrás la manera de volver incitante el consumo de legumbres secas presentando, por ejemplo, las albondiguitas de lentejas y ricota.

–Ese plato es muy completo, reúne muchos nutrientes y además es realmente rico. Y tiene que ver con esto de los formatos que atraen a los chicos: los redonditos, los bastoncitos son comidos con más facilidad. También tenemos los muñequitos de verduras.

–Y para la realización de esas albondiguitas, está la manera, si así se desea, de hacer ricota casera a partir de 2 litros de leche.

–Quise incluir un procedimiento que mostrara la transformación de un elemento como la leche en un producto que los niños solo conocezde la góndola de los lácteos. Y hacer la ricota de una manera artesanal, creo que tiene un valor extra. Lo mismo sucede con la leche de almendras. Se produce una mutación, para los chicos es como realizar un experimento, porque finalmente la cocina tiene algo de laboratorio donde suceden cosas que pueden ser maravillosas…

–Sos partidaria de cocinar con espíritu lúdico, sin hacer tragedias si algo falla.

–Eso quise comunicar porque en las cocina no todo sale perfecto, sobre todo cuando hacés algo por primera vez. Y hay que estar con esa disposición de ánimo para no arruinar la diversión: no pasa nada si algo sale mal. Y nunca hay que forzar a un niño o niña a cocinar.
En todo caso, tratar de despertar su interés, siempre con el concepto de disfrute, no de tarea para el hogar.

–Las ilustraciones tan lindas y netas, con sus colores plenos y su cuidado diseño, contribuyen a provocar el entusiasmo por ponerse a cocinar, tanto de los chicos como de los grandes.

–Johanna Wihelm trabajó con la técnica de los calados con mucha dedicación y, me parece, con excelentes resultados, sumándose
a este concepto de que todo el libro resulte grato, cautivante. Que aliente la creatividad y las ganas de experimentar en la cocina. Cuando conocí la obra de Johanna, pensé que su arte era apropiado para Amarillo… Fue muy bueno trabajar con ella, también muy cocinera, nos potenciamos.
Te diría que el único segmento del libro donde me puse seria fue al plantear las normas de seguridad, por eso le di un tono más formal a lo que digo sobre filos y fuego, lo mismo cuando me refiero a la higiene de los procedimientos.

–El delantal, esa prenda que a menudo solemos dejar colgada de un gancho ¿considerás que es indispensable para cocinar?

–Y sí: te lo digo yo que a veces me pongo a cocinar sin… y después compruebo –y lamento– las consecuencias, sobre todo si llevo puesta ropa buena. Para los niños es parte fundamental del equipo, parte del ritual que corresponde a ese mundo y tiene su razón de ser.

–¿Todas las recetas del libro fueron probadas con chicos?

–Exactamente. Pero hay que tomarlas como un posible punto de partida, teniendo siempre en cuenta las habilidades naturales, las tendencias de cada niño a la hora de cocinar. Son todas recetas fáciles para ser realizadas bajo la dirección de una persona adulta. Esta es la diferenciac on otros libros que proponen recetas para que los chicos las hagan solos. Creo que esto puede suceder cuando están más cerca de la adolescencia, pero no cuando son pequeños.

 

Huevo en el agujerito ¡A embocarlo en el pancito!
Porciones: 2
Usa horno
Tiempo total: 25 min
Tiempo activo: 15 min

Ingredientes
2 rebanadas de pan lácteo
1 cucharadita de manteca pomada
2 huevos chicos
Sal y pimienta
Opcional: queso duro rallado

Utensilios
Cortante para galletitas redondo, grande
Cuchillo de plástico
Espátula
Juego de cucharas medidoras
Manoplas
Placa u otra fuente para horno de teflón
Taza

Paso a paso
1. Ubicar la rejilla en el centro del horno y precalentarlo a 180 °C.
2. Untar con manteca ambas caras de las rebanadas de pan.
3. Cortar un círculo de más o menos 6 centímetros en el centro de cada una. Tiene que ser lo suficientemente grande como para
contener al huevo.
4. Ubicar las rebanadas sobre la placa y acomodar los círculos restantes al costado.
5. Cascar el primer huevo en una taza y verterlo despacito en el agujero hasta llenarlo. Repetir con el otro y salpimentar.
6. Si quieren, espolvorear los redondelitos de pan con queso rallado.
7. Hornear 7 a 10 minutos según como les guste el grado de cocción del huevo. ¡Es muy rico cuando la yema queda
un poco líquida!
8. Para servir: poner la rebanada en un plato con el redondelito de sombrero y acompañar con tomates asados o con una ensalada.

 

Chocotorta – Riquísimamente infaltable
Porciones: 16
Tiempo total: 2 horas y 30 min
Tiempo activo: 30 min

Ingredientes
1 pote de 320 g de queso crema
1 pote de 400 g de dulce de leche repostero a temperatura ambiente
Leche, cantidad necesaria
500 g de galletitas de chocolate rectangulares tipo Chocolinas
Opcional: rodajas de banana o confites de chocolate para decorar

Utensilios
Balanza
Bol grande
Cuchara para mezclar
Cuchara sopera
Espátula
Plato hondo
Recipiente cuadrado o rectangular de aprox. 30 cm x 20 cm

 Paso a paso
1. Mezclar bien el queso crema con el dulce de leche hasta incorporarlos.
2. Verter la leche en un plato hondo e ir remojando las galletitas de a una, dándolas vuelta (no mucho para que no se deshagan).
3. Acomodarlas en la base del molde hasta completar la primera capa.
4. Cubrir con la preparación de dulce de leche y queso usando una espátula o el dorso de una cuchara sopera. Lograr un espesor
parecido al de las galletitas.
5. Repetir el procedimiento dos veces más.
6. Terminar con una cuarta capa de galletitas trituradas con los dedos o con otro tipo de cobertura que les guste.
7. Llevar a la heladera como mínimo durante 2 horas. Otra alternativa es armar torres de chocotortitas

 

Texto: Moira Soto.
Ilustraciones: Johanna Wihelm