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1 de junio, 2013

Educar al soberano

"El saber no ocupa lugar, pero lo que es seguro, es que el que no sabe, no tiene lugar" dice Rudy, este reconocido humorista que, entre otras desopilantes digresiones, propone una lista imperdible de nuevas "carreras".

 

Vivimos en un mundo globalizado, competitivo, urgente y cibernéti­co, en el que quizás «el saber no ocupa lugar«, pero lo que es seguro es que «el que no sabe no tiene lugar«.  Y los padres están hartos de sostener a sus «hijitos» más allá de una edad razonable, que según las últimas mediciones sería «luego de los 60 años«. Entonces, hay que actuar rápido. No se trata de decidir el destino de su hijo en unos pocos segundos, lo mejor es tomarse un tiempo: unos cuatro años antes de que nazca es un buen momento para decidir cuál va a ser su carrera.

Esa elección va a ser fundamental a la hora de que ellos decidan su propio destino. Ellos van a aceptar cualquier carrera, oficio o profesión menos la que usted le ha­ya elegido. Si no me cree, haga la siguiente prueba: tome a un hijo adolescente, y pregúntele: «¿No te gustaría ser me…?» Y él/ella dirá: «No, no quiero ser médico, eso es lo que vos querés«, sin saber si usted no pensaba en «meteorólogo, mecenas, mecánico dental, metalúrgico, Mesías, mercader, mediocampista del Milán”, etc. Y el problema no es del «me«; si usted hubiera dicho «ma, mi, mo o mu«, hubiera pasado lo mismo.

O sea que está claro, los hijos eligen su propio destino. Pero, porque siempre hay un pero, los padres podemos guiarlos. No se trata ya de elegir sus colegios, porque en los muy buenos para conseguir vacante hay que reservarla 4 generaciones antes, sino de ayudarlo a ver qué puede hacer para ganarse la vida honradamente, o ser un profesional exitoso, e incluso, ambas asimetrías a la vez, como en aquella propaganda.

Sabemos, por otro lado, que hoy las profesiones clásicas no rinden como antes: «M’hijo el dotor»  hoy puede tener que manejar un taxi. Es probable que en po­cos años existan profesiones exitosas de las que hoy no tenemos ni noticias, como «infosexólogo«, «psicocirujano» «economical trainer«, «diseñador corporal«, «ruculólogo«, «albahaquista«, y tantas otras.  Pe­o seamos prácticos; estimulemos a nuestros hijos a elegir una de las profesiones exitosas de hoy, y luego él verá qué hace con eso, o adonde la tira. Pero ese ya no será nuestro problema.

Veamos entonces cómo podemos ayudarlos. Le ofrecemos un breve, y por ellos dos veces bueno, menú de alternativas:

* Consultor: Desde el momento de su nacimiento, o me­jor unos me­ses an­tes, consulte a su hijo en todas las decisiones que tome la familia. Pregúntele, si de­sea nacer por parto o por cesárea programada, qué marca de pañales sugiere, cuál es su postura respecto del amamantamiento, y tantas otras cosas que él no esté en condiciones de contestar. Porque esa es la clave: si usted quiere que sea consultor, jamás le pregunte algo que le permita una respuesta razonable. Los consultores no están para esas «pavadas«. Oblíguelo a ser, digamos…. creativo… desde chi­co.

* Chef: ¿ustedes qué suelen comer:»Polenta con queso y tomate» o «Avena enriquecida al pomodoro con toques de mozzarella de búfala en fino equilibrio con bastoncitos de sabrosos quesos sardos y frescos aromas de albahaca y rúcula”? ¿Lo suyo son las hamburguesas con mostaza o los «carrés rondes de veau hipergrassé au moutarde americaine en pain de Vienne «? ¿Usted le daría a su hijo una milanesa así, directa, o un «fino gigot enpanrallé sarteneado a la oliva en guarnición de papas hipercolesterolizadas”? Si quiere que él o ella sean chefs, enséñeles a encontrarles nuevos nombres a las viejas comidas, que las hagan más sofisticadas, misteriosas, y sobre todo mucho más caras.

* Licenciado en ciencias grilladas: Si usted encontró finalmente el pasaporte estonio del bisabuelo, soportó, estoicamente  y estoniamente las cuadras de cola en la embajada; y lo hizo por el futuro europeo de sus hijos, deles un oficio con futuro laboral en el extranjero. Piense que en Europa, abogados tienen suficientes; pero ¿por qué no puede ser hijo el que domingo a domingo sea honra­do con el «aplausovich para el asadorsky«?

* Actor famoso: Como usted sabe, actores, y buenos, ya hay muchos. Entonces no es eso lo que puede pretender para sus hijos. Pero ¿por qué no hacerlos estudiar pa­ra «actor famoso«? Es una carrera con futuro aquí y en cualquier parte. Lo importante es que el chico sea rápido, muy veloz, y cada vez que vea una cámara filmando, logre ponerse delante de ella antes que los demás. Así se va siendo parte del «ambiente»

* Político: Hoy en día ser político da muchas posibilidades. Lo que el chico debe aprender desde su más tierna infancia es a poner sus juguetes a nombre de  su hermanita o su perrito, a que si le va mal en la escuela es por culpa del compañeri­to de ade­lante que no lo dejó copiarse, y a convencer a la maestra de que si le da otra oportunidad, tampoco va a estudiar pero se va a copiar mejor.

* Economista: Con altas posibilidades de llegar a ministro, o de dar conferencias y cobrarlas carísimo, para decirles a los demás cosas que ya sabían, pero de una manera mucho más complicada e incomprensible que antes. Será el que le explique a la mamá que «la demanda de frutales rojos excedió la oferta del mercado y ello llevó a la momentánea falta de dicha commodity a nivel local» cuando se robe las frutillas que habían reservado para el postre.

* Best­sellerólogo: Su hijo puede ser un prestigioso hombre de letras. Pero también puede ser que tenga mejor suerte, y venda mucho. Para eso debe convencer a los demás que escribe bien. Ni bien el chico tenga, digamos un año, contrátele un agente que le consiga entrevistas en los medios y lo ubique en un lugar importante en la lista de best- sellers. Escribir más o menos bien, también ayuda… pero menos.

* Funcionario: es parecido al político, pero más estable porque no necesita ser reelecto. Se trata de hacerse cargo de los errores de los demás chicos (sólo de los que no tengan consecuencias) para dar una imagen de fidelidad, y de imprescindibilidad (todo político, alto funcionario, etc, necesita alguien que se haga cargo de sus errores). No hace falta que estudie, pero debe ser muy eficiente e incluso creíble a la hora de las excusas, y también tener elevados conocimientos de camuflaje urbano y oficinesco, porque a veces el bajo perfil será lo que le permitirá continuar en su cargo para siempre.

Seguramente en el futuro existirán psicoanalistas de sistemas, filósofos de cabecera, consultores emocionales, licenciados en amigología, y otros profesionales a quienes consultar ante el fracaso o el éxito laboral (quizás en unos años esté muy mal visto ser un «winner«). Y de últimas, podrá decir: «la culpa la tiene mi papá (o mi mamá)». Y usted, escuchará esa frase con orgullo, y sonreirá con la satisfacción del deber cumplido.

*Humorista, escritor, psicoanalista retirado (según reza en su página web).