Después de haberse graduado como arquitecto en la Universidad de Buenos Aires durante la década del 70, Carlos Galli, descubrió el Brasil como un mundo cautivante donde aparecía una gran valoración de lo autóctono y de los recursos propios, una estética de la exuberancia propia de la naturaleza. También descubrió en esta estadía –donde trabajó con Andrea Moroni, renombrada decoradora–, el estilo oriental que en Brasil comenzaba a imponerse.
De este encuentro con otras culturas, le quedó la impronta de las formas simples, la armonía como precepto, y las lacas y maderas como materiales elegidos.
De regreso a la Argentina, en la década de 1980, estableció su estudio para el diseño de interiores y obras de arquitectura y comenzó a elaborar muebles para ambientaciones que comercializa a través de La Compañía, su empresa, hoy una de las más exitosas del rubro decoración.
A lo largo de su historia, Carlos Galli ha forjado un estilo: el aprecio por el espacio, pocos muebles y funcionalidad, una característica netamente minimalista. También, utilización de sofás cómodos, un clima de armonía oriental y lo imprescindible para vivir bien y disfrutar del espacio, que en el siglo XXI es un verdadero lujo.