Inició su carrera como modelo y supo, con talento y astucia, cambiar de profesión, romper prejuicios y convertirse en actriz, llevando su arte al cine, el teatro y la televisión. El año que se va da cuenta de esos logros. Fue muy elogiada por su papel en la película Mala, de Adrián Caetano; participó de la ficción televisiva Vecinos en guerra con un personaje que, a su entender, es muy similar a como es ella en la vida real y, por último –pero no por eso menos importante–, se convirtió en una de las chicas de José María Muscari en La Casa de Bernarda Alba, obra que el público ovaciona cada vez que se cierra el telón. Junto a Adriana Aizemberg, Lucrecia Blanco, Norma Pons, Andrea Bonelli, Valentina Bassi, Mimi Ardú, Florencia Torrente y Martina Gusmán, permaneció durante la temporada invernal en el Teatro Regina, al que volverá en el otoño. Ahora, durante el verano, las funciones se trasladaron a Mar del Plata, donde se instaló para continuar dándole vida a esta historia de Federico García Lorca. “Es muy enriquecedor estar entre tantas mujeres con una energía tan nutritiva”, reconoce Florencia, acerca del clima que se creó en el elenco.
–¿Qué importancia le das a la relación con tus compañeras de trabajo?
–Mucha importancia. La hora que tenemos antes de cada función es un placer porque hablamos de la vida en general, no necesariamente de la función para nada. Me parece que, más allá de lo que está sucediendo con la obra, es algo que resalto muchísimo porque me encanta compartir con otras mujeres pares –que algunas somos muy distintas entre sí– esta cotidianidad. Algunas más, otras menos, nos hemos hecho amigas. Tenemos una relación muy linda y a las mujeres les hace muy bien estar entre mujeres con las que te llevás bien.
–¿Es la primera vez que trabajás en un elenco totalmente femenino sobre el escenario?
–Con Cinco mujeres con el mismo vestido (dirigida por Norma Aleandro) también pasó lo mismo. Es más, nos íbamos de gira y yo no quería dejarlas para no separarme de las chicas. Cuando se dan esos grupos es algo espontáneo. Por más que uno quiere que pase, se da o no se da. Es una cuestión de empatía.
–¿Dónde te sentís más cómoda: cine, teatro o televisión?
–El cine tiene tiempos que no se te permiten en ningún otro lugar y un modo de meterte en el texto que a mí me parece maravilloso. El teatro, por la emoción que genera estar cerca del público, también tiene lo suyo; así como la televisión. Pero creo que no podría hacer sólo tele, la elijo de vez en cuando. No podría estar sin hacer cine o subirme al escenario.
–¿Fue difícil decidir instalarse en Mar del Plata por tres meses?
–Realmente no. Ya habíamos pautado que tendríamos un parate entre la temporada de Buenos Aires y en la costa. Necesitaba tener un tiempo para compartir con la familia, descansar. Yo soy muy casera. Pero esto es trabajo, lo disfruto y lo agradezco.
–¿Te vas a la costa con tu familia?
–Sí, estaremos en un lugar muy bonito, frente al mar. Voy con Nico y con mis hijos Renata y Francisco, que ya son adolescentes y además tienen invitaciones para irse a otros lugares con amigos.
–¿Sos una mamá celosa?
–Soy cuidadosa, estoy atenta pero no soy celosa.
Texto: Geraldine Palmiero
Fotos: archivo Mujer Country y prensa de “La casa de Bernarda Alba”.