

Ya en segundo año de la carrera de Medicina, Mariela Jaén había decidido que su especialización sería la dermatología. Su eterno gusto por lo armonioso convertía la decisión en incuestionable. Pero como en su provincia natal, Tucumán, no existía la carrera, tiempo después armó su bolso y con apenas 23 años se vino para Buenos Aires.
Entró al Hospital de Clínicas, donde logró concretar su sueño: trabajar en el equipo del doctor Alejandro Cordero. Tras aprender mucho sobre dermatología clínica, se fue al Hospital Italiano y cambió de rumbo: desarrolló un centro de estética. “Me empecé a apasionar cada vez más y anhelaba tener mi propio centro, donde yo eligiera desde el perfume hasta los equipos”, dice Mariela. Hoy, a sus 45 años, hace ya 4 que el centro es una realidad.
–¿Cuáles son los problemas a los que te enfrentás en esta profesión?
–Acá, en el centro de diagnóstico y estética, tengo que lidiar con pacientes que no están acostumbrados a que un lugar abarque todo. Hay gente que viene para mejorar su estética y si le diagnosticamos un problema médico, no lo acepta. Con este choque me encuentro mucho. Pero también pasa al revés; hay pacientes que vienen por la parte clínica y después ven que nos ocupamos de la estética y creen que se equivocaron, tienen prejuicios. Y para los que trabajamos es difícil la fluctuación entre las patologías clínicas y las estéticas.
–¿Cuánto cambió la dermatología en los últimos años?
–Se produjeron muchos avances y todos fueron para mejor. Pero, como siempre, lo que importa es quién usa esos conocimientos o equipamientos. La dermatología avanzó muchísimo, hay un esfuerzo notable en lo que es prevención; cada vez más colegas de otras especialidades le prestan atención a la piel y derivan pacientes.
–¿Cuánto aportó la tecnología a estos avances?
–Las novedades tecnológicas son increíbles. Hay demasiada tecnología que, si es bien usada, es maravillosa. Por ejemplo, en el área de diagnóstico te sacan una imagen de un lunar y tienen un resultado casi comparable a una biopsia. Es fantástico.
–¿Qué cambios notás en la mujer?
–Tienen más ganas de verse lindas, pero es el medio el que lo exige. Hay una necesidad social y laboral, también en el hombre. Pero no es una preocupación desmedida. En general, solicitan verse mejor sin que se note que hubo intervención y cada vez piden más tratamientos no quirúrgicos.
–Con el proyecto de tu centro, ¿qué nuevas facetas tuyas descubriste?
–Mi faceta empresarial y creé nuevas armas. Conocí nuevas cosas, me formé sobre la marcha.
–En un mundo de tantos cambios¿cuál es tu fórmula para mantenerte vigente?
–Es primordial estar actualizado. Hoy se accede a la información muy fácil, pero los congresos y las reuniones de colegas son importantes. Además, son claves la dedicación y la perseverancia. Cuando hacés las cosas bien, siempre hay alguien que te está mirando. Hay que tener claro lo que uno quiere y hay que ir despacio.
–Además de tu profesión, ¿qué otras cosas te gusta hacer?
–Disfruto pasar tiempo con mis hijos, trato de organizar viajes aunque sean breves. También me gustan los deportes, la música, el teatro, salir a comer afuera, improvisar.