A Marina le gusta cantar. Y puede hacerlo en cualquier momento, en cualquier lado y aunque nadie la escuche. Pero ese día estaba en el lugar indicado y cerca de la persona justa. Era el año 2004 y participaba por primera vez en un programa en televisión, en la comedia “Los Roldán”, protagonizada por Miguel Ángel Rodríguez, Claribel Medina, Florencia de la V. y Gabriel Goity. Estaba detrás del decorado, pero se olvidó del contexto y empezó a cantar la canción que popularizó Florencia en ese programa, “La Gata”; eso sí, le cambió el ritmo, le puso su personalidad y la transformó en una canción lírica. No bien la escuchó, sin querer, Florencia de la V quedó encantada; tanto, que logró que los productores extendieran su participación en la telenovela.
La buena onda de sus colegas es marca registrada en el camino actoral de Marina. Hoy, diez años después de recibir su primer sueldo de actriz, asegura que siempre se topó con compañeros muy generosos, que apostaron por ella, confiaron en su talento y le dieron espacio. Después ya fue asunto suyo demostrar que valía la pena hacerlo y que no, no iban a arrepentirse.
Hija de la diseñadora Clara Ibarguren, Marina es locutora nacional, fanática de las películas en general y del actor de la serie “Seinfeld” en particular; además, cada vez que viaja a Nueva York o Londres se mete en un teatro y no quiere volverse jamás. Entre muchas otras obras, en teatro trabajó en “Sigo mintiendo”, “Veladas románticas”, “Todos eran mis hijos” y “Distancia”; en televisión, integró los elencos de “Amo de casa”, “No hay dos sin tres”, “Los exitosos Pells”, “Malparida” y “Los Únicos”; en abril, estrenó en cine “Betibú”.
-¿Cómo viviste la experiencia de formar parte de la película Betibú?
-Fue maravillosa y me dejó enamorada del cine. Fue mi primera experiencia en una película; encima, de la mano de mi amiga y actriz favorita, Mercedes Morán. La mía es una participación pequeña, pero me generó mucha ilusión hacerla. De hecho, tuve que pelear bastante por el tema de los horarios, porque todavía trabajaba en la tira diaria de Pol-ka, “Solamente vos”; así que llamé a Adrián Suar y le supliqué que me permitiera hacerla; quería estar ahí. Eso es algo típico que nos pasa a los actores; de repente nos llega el trabajo todo junto y de golpe.
-Actuaste en cine, en televisión y en teatro. ¿Cuál de los tres te gusta más?
-A mí me fascina actuar. Me doy cuenta de que me gustan los tres lenguajes. Es la verdad. Por ejemplo, la televisión me representa una gimnasia actoral terrible, porque es difícil sostener durante todo un año un personaje y pasearlo por las más variadas situaciones. Es un entrenamiento muy serio. Además respeto mucho el género de la telecomedia, aunque en el país esté subvalorada. Del cine quedé completamente enamorada. Se hace con mucho amor, es un acto de amor total porque no ves nada de lo que estás haciendo hasta el final. Armás todo el proyecto y después ves cómo salió. Encima, tiene el encanto de la eternidad; la película queda. Y el teatro es verdad, me resulta muy mágico, muy extraordinario estar en la misma sala, el público y los actores, todos atentos a una misma historia.
-¿Cuándo te diste cuenta de que querías ser actriz?
-Me crié en un ambiente bastante bohemio. Vivía en una casa en Don Torcuato y recuerdo que siempre estaba llena de gente, amigos de mis viejos, siempre había una guitarra sonando por ahí. Mi mamá es diseñadora, entonces todo el tiempo había muestras de ropa en mi casa, que yo usaba como disfraces; había algo lúdico en todo eso que me gustó mucho, y también el hecho de tener un público. Fue algo bastante natural. Después, claro, le di forma de vocación. Pero al principio pensé que iba a ser cantante, me habían regalado un micrófono de Nacha Guevara, que a mí me encantaba, y creí que era por ahí. Pero a los 15 años una amiga de mi mamá me recomendó una escuela de teatro, y ya en la primera clase me di cuenta de que esto era lo mío. Me gusta contar otras historias, otras vidas.
-¿Cuándo recibiste tu primer sueldo como actriz?
-Fue en “Los Roldán”. Tuve la suerte de trabajar con Florencia de la V., que fue absolutamente generosa conmigo. Yo interpretaba a una monja y en un momento me puse a cantar en el fondo del decorado la canción que ella cantaba, “La Gata”, en una versión medio lírica y a ella le encantó, se puso a reír, quiso que la cantáramos juntas y me quedé veinte capítulos. Siempre me topé con compañeros muy generosos, que me abrieron mucho el juego; claro que después estaba en mí aprenderlo a jugar, aprovechar ese minuto que tenés para ganar.
-¿Te da miedo encarar otro personaje después del éxito de Denise Cousteau?
-No. Denise me pidió vacaciones en algún punto; yo terminé la tira en diciembre, después vino la película y todavía no apareció un proyecto que me seduzca. Tengo la sensación de que me quedé bastante vacía como actriz. Tengo ganas de volver a clases, estoy nutriéndome de nuevo. La materia prima con la que trabajo es un recurso que se agota, soy yo, entonces tengo que volver a entrenar, a mirar películas, a leer, a conectarme para recuperar material y desarrollar un personaje. Mi miedo no es repetirme, quizá temo no encontrar un personaje que me divierta tanto, o un elenco tan amoroso como fue el de “Solamente vos”. Los miedos son más por ese lado. A mí me genera mucho disfrute trabajar y eso es muy importante.
-¿Tenés ganas de hacer un drama?
-Sí, la verdad es que me gustaría.
-¿Qué papel tiene la música en tu vida?
Es un rol importante. El año pasado hice una obra en el Teatro San Martín, “Distancia”; era sobre una banda y ahí canté tres temas y quedé recopada. Estoy volviendo a ella, tomando clases de piano. Como hace dos meses que no trabajo, me anoté en muchas clases. El tema es que si después salen los trabajos, tengo que interrumpir esta rutina. Pero ahora mi deseo es poder hacer estas cosas que no puedo hacer cuando trabajo, porque esta profesión es muy demandante, por momentos me encuentro dándole todo mi amor y energía.
-¿Y la moda?
-No me gusta uniformarme para nada. Muchas veces me visto mal, me gusta vestirme mal. Ojo, adoro la ropa, soy coqueta. Pero no me gusta usar lo que se impone, soy muy relajada; de hecho, hay momentos en los que me gusta ponerme cualquier cosa, mis vecinos ya conocen mis tendencias: puedo bajar al quiosco de una manera que no la podés entender.
-¿Cuáles son las metas que te gustaría alcanzar?
-Lo pienso en términos de historias que me gustaría contar, lo pienso como espectadora. Me gustan los buenos guiones, los personajes con matices. Yo aprendo a vivir con los personajes que interpreto, por ahí veo situaciones que atraviesan y de eso aprendo. Ahora estoy muy enamorada del cine, me encantaría hacer más películas. Y claro, trabajar con mis directores favoritos, los de siempre: Martin Scorsese, Woody Allen, Pedro Almodóvar.
-¿Tenés algún asunto pendiente?
-Me gustaría estudiar en Nueva York, en una escuela que se llama HB Studio. Cada vez que viajo, la visito y agarro todos los folletos que encuentro. Me interesa mucho la actuación. Me gusta investigar y no porque sea una actriz de método, todo lo contrario.
-¿Qué hacés en tu tiempo libre?
-Me gustar mirar pelis, leer, estar con mis amores, reír, me gustan las reuniones sociales, me copa comer, estar sin hacer nada, escuchar radio y navegar por Internet, mucho.
-¿Cómo te definís como mujer?
-Soy una persona con el sentido del humor muy a mano. Veo la vida o intento verla con humor. Son pocas las cosas que me sacan. Pero también soy seria, tranquila, no soy de las que rematan las conversaciones con un chiste. Y me gusta mucho la gente cálida. Últimamente es una virtud a la que le estoy dando mucho valor. Soy súper sensible y mucho más introvertida que Denise.
Texto: Dolores Caviglia
Agradecimientos: Clara Ibarguren, Justa Osadía, Biozone, Mala Peluquería.