La conocimos hace casi 20 años, en 1996, cuando empezó su programa “Todo dulce” en el viejo canal de cable Utilísima. Enseguida se convirtió en un boom, por su repostería moderna y de avanzada, su simpatía arrolladora y… ¡sus rollers! Pero atrás de ese estilo desenfadado y simpático se adivinaba una mujer talentosa que desde su aparición pública le aportó frescura y renovación a la escena gastronómica local, en especial a la repostería.
María José González Botana era una joven amante de la cocina y logró formarse como repostera cuando entró a trabajar en el restaurante del gran Francis Mallmann, con quien incluso compartió algún programa televisivo. Luego viajó a Europa, donde aprovechó para hacer pasantías y así ganar más experiencia. A mediados de la década del 90, ya de vuelta a su país y aplicando lo que había aprendido en los años en que estudió Administración de empresas, abrió su primer negocio de repostería “Magic Cakes”. Tres años después llegó la oportunidad en el cable y pocos años después se ganó un lugar en la televisión por aire, donde se animó cada vez más a la conducción, aunque siempre con la cocina como tema principal. Además, ha escrito varios libros de cocina, tanto para grandes como para chicos. Aquel primer negocio se multiplicó por tres y su nombre cambió por “Maru Botana – Next Door”, porque se ha convertido en una marca registrada.
Mujer de familia, se casó con el ingeniero Bernardo Solá, con quien tiene siete hijos. Siempre fue una madraza, pero el país todo compartió su dolor cuando falleció uno de ellos, de apenas seis meses, de muerte súbita. Sacó fuerzas de donde pudo, con el apoyo de su familia y siguió adelante. La vida la recompensó, en parte, con la llegada de otros dos hijos.
Después de varios años en la televisión de aire, en Telefé y El Trece, en 2013 volvió al cable, más exactamente al canal El Gourmet, donde bajó el perfil y se dedicó, nuevamente, exclusivamente a la repostería, es decir, el juego que mejor juega y más le gusta. Y ahí sigue, para alegría de sus golosos fans. Realmente, un placer.
Texto: Florencia Romeo.