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6 de octubre, 2014

Denise Dumas: “Me encanta que mi casa esté llena del ruido de los chicos”

Fue mamá por primera vez a los 26, se separó con dos hijos chicos y pronto volvió a formar una familia con el cómico Martín “Campi” Campilongo, con quien tuvo dos nenas. A los 38, dice que encontró al hombre con el que soñó toda su vida y que logró ser una mujer plenamente feliz.

 

“Mamá, mamá, mamá… ¡Mamaaaá!”. La pequeña Ema, de 7 años, le reclama a los gritos que le preste atención sin ningún tipo de demora. “Tenés que esperar, Ema. Son cuatro, ¿sí?”, responde mamá Denise mientras atiende a Francesca, la de 2. “¿Y para qué tuviste cuatro hijos si no podés atenderlos a todos?”, retruca la nena, celosa de su hermanita menor.
Denise Dumas cuenta la divertida anécdota en medio del evento de una marca de leche infantil frente a madres, periodistas y un psicólogo. “Y yo le dije: no, chiquita, yo puedo con los cuatro. Sos vos la que no puede esperar”, dice y suelta una carcajada con esa sonrisa gigante y de dientes perfectos que siempre están a la vista. Porque si hay algo que le sale fácil a la ex modelo, actriz y conductora de televisión es andar por la vida sonriendo y divirtiéndose.Además de las pequeñas Ema y Francesca, Denise es madre de Isabela (12) y Santino (10), fruto de su primer matrimonio con el músico Germán Barceló, de quien se separó cuando los nenes eran muy chiquitos. Pero enseguida, cuando ni siquiera lo imaginaba –por el momento y por el candidato-, llegó a su vida el actor y humorista Martín “Campi” Campilongo; “el padre de la segunda tanda y la última”, como dice ella. “Fue una gran sorpresa. Yo había ido a Showmatch a jugar al básquet y me puse a charlar con él, que tenía puesta una máscara de Giordano pero igual se me hacía un poco el galán desde ahí atrás. Y hablé un rato. En ese momento yo estaba haciendo teatro con José María Listorti y al día siguiente llegó y me dijo: “¿Qué le hiciste a mi amigo que pregunta por vos?”. Y yo le dije: “¿Campi?”. Nos organizó la primera cita y no nos separamos nunca más. Mi vida ha sido toda una gran sorpresa, en lo personal y en lo profesional, pero creo que nada me sorprendió tanto como encontrar a este marido: es un amor, un tipazo, un padrazo, un compañero alucinante, divertido… Cuando hablo de él me derrito”, dice la chica criada en Belgrano, educada en colegios bilingües de clase alta, de ascendencia francesa e irlandesa, que llegó a la televisión desde el modelaje, y por consejo de su mamá, después de la muerte prematura de su hermana mayor en un accidente automovilístico. Debutó en la tira televisiva para adolescentes “Montaña Rusa” y, a partir de ahí, no dejó de trabajar: desde el teatro de revistas hasta la conducción de diferentes programas y la llegada al programa de Marcelo Tinelli, en 2011, donde se animó a bailar y a cantar; dos de las cosas para las que, dice, no tiene ningún talento. Y desde ahí fue a conducir convocada por Tinelli. “Me salvó la simpatía y no tenerle ningún miedo al ridículo. Ninguno”, se ríe, con la pequeña Francesca en brazos, agarrada a su mamá y escuchando atenta.

-¿Los de Francesca son los últimos pañales que vas a cambiar?
-Sí, sí. Hasta acá llegué. Con cuatro hijos me doy por hecha. Ya muy pronto dejó esta etapa enorme y hermosa de mi vida. Esta gran etapa.

-Fuiste mamá a los 26 por primera vez y en medio de una carrera como modelo. ¿Cómo entró la maternidad en su vida?
-La verdad es que se acopló súper bien, porque yo trabajaba como modelo en aquel momento y me iba a los desfiles con Isa, e incluso viví un tiempo en México. Además, ahora que tengo 4 niños puedo decir que es realmente una papa tener uno solo. ¡Al menos te alcanzan los brazos! Era como un paquetito que lo llevaba a todos lados conmigo. Pero duró poco eso, porque al año y medio llegó Santi, dos pañales al mismo tiempo… Pero la verdad es que no me costó nunca la maternidad ni me implicó un impasse.

-¿Cómo fue separarse con dos chicos tan chicos?
-No podía pensar mucho, digamos, y tenía que seguir para adelante. Así que aunque hubiera querido, no podía dejar de trabajar ni quedarme. Y te vas acomodando: no te queda otra que ser canchera y remarla. La verdad es que hasta “Este es el show” –el ciclo de Canal 13 que condujo durante dos años con José María Listorti-, nunca tuve trabajos de rutina, de lunes a viernes 8 horas. Y eso fue perfecto para poder coordinar maternidad y trabajo. En ese sentido, el trabajo de modelo es ideal y somos privilegiadas respecto de muchas mujeres que no tienen tanto tiempo libre o la posibilidad de llevar a sus hijos al trabajo.

-En esta segunda tanda estabas más grande. ¿Fue diferente la manera de ser madre?
-Y sí. Ya las chicas me agarraron distinto. Es que ya el segundo hijo es diferente. Porque con el primero está todo: los miedos, las angustias, la cosa de estar pendiente de cada movimiento, la desesperación si llora. Es un mundo realmente nuevo. Pero después, cuando ya lo conocés, te movés con más comodidad y facilidad. Claro que te volvés un poco más loco, pero por otro lado ganás cierto relax con algunas cosas.

-Y ahora con la cuarta, ¿qué diferencias notás entre aquella maternidad a los veintipico y ahora a los 38?
-A los casi 40, porque ¡ya voy a cumplir 39! Es muy loco, porque la gran diferencia es al revés de lo que uno podría pensar: a mí la llegada de Fran me agarró con mucho miedo. De golpe me sentí grande y con más conciencia de los riesgos. Tenía mucho miedo de qué pasaba si me ocurría algo y qué iba a ser de los otros tres, ¿no? Me acuerdo de la imagen de los tres saludándome cuando entraba al quirófano para la cesárea, con la manito diciendo “Chau, mamá” y un escalofrío…

-¿Y qué cosas tenés más claras a los casi 40?
-Un día yo hablaba con mi psicóloga, hace mucho tiempo, y ella me preguntaba: “¿Qué es lo que te hace pensar que tener la mirada puesta todo el día sobre los chicos hará que estén mejor?”. Y creo que eso es lo que empecé a tener más claro con el paso de los años y, recién con la cuarta, logré. Ella va y viene, corre, anda por ahí. Y si la escucho que está llorando, espero… No, obviamente, si se golpeó. Pero antes era “ahhh” y salía corriendo como si se estuviera hundiendo el Titanic. Hay, en ese sentido, como una confianza  mía mucho más grande. Si no se duerme, ya va a aprender a dormirse. Y, de hecho, Fran es la única que se duerme prácticamente sola. Hay cosas que fluyen como mucho mejor y eso es sobre todo porque uno fluye mucho mejor en ese rol. No es el chico, si no que es uno que va generando también esa confianza y esa libertad en ellos. O con los caprichos: con Isabela me angustiaba y le daba explicaciones. Con Fran “no es no” y sigo cocinando.

-¿Qué cosas de la maternidad no podés o no querés delegar?
-Son muchas las cosas que uno no quiere delegar y que va haciendo malabares para lograrlas. En el momento en el que estaba más a full lo que sufrí mucho fue el no poder ir a buscarlos al colegio. El tema era saber que no iba a poder ir nunca. Porque en tres años yo nunca falté al trabajo. Y en el medio los cambié de colegio y no podía ir. Eso fue lo que viví con más culpa y angustia. A las tareas y actividades les seguía encontrando la vuelta para acompañarlos. Lo que si uno no puede delegar como madre y por lo menos yo no me lo permito, es no ir a los actos del colegio, conseguirles el disfraz que tienen que tener y prepararlos con ellos, estar ahí cuando están todas las mamás aplaudiendo, reuniones en donde ellos entran a dar un regalo como los días de las madres. Y me ha pasado que no iba a poder estar y los hice faltar e inventaba otra cosa. Porque entiendo que la ausencia en esos momentos es muy dolorosa para ellos y no hay una explicación cuando son chiquitos. Y no es que porque yo trabajo en la televisión puedo hacer lo que quiero. No. Tengo que cumplir horarios y estar y a veces con mucha más presión que si tuviera otro trabajo menos visible, donde podés compensar en otro horario o te dan días.

-¿Qué lugar tuvo Martín en que puedas trabajar tanto y criar cuatro chicos?
-Central, fundamental, vital… No sólo es el que permitió que pudiera hacerlo todo, sino que además él fue el que hizo que todo eso transcurriera, además, felizmente. El es el compañero, el marido, el padre, el hombre soñado. Porque no sólo me acompañó, sino que también resignó cosas suyas y rechazó laburos para que yo pudiera. Porque el tema es que en una casa con chicos alguien siempre tiene que haber. Para mí, que tengo un pensamiento quizá un poco machista, si la persona que está es una mujer, mejor. Porque creo que las mujeres somos naturalmente un poco más cancheras, me parece. Pero él me dijo que era el momento de priorizar mi laburo y me bancó increíblemente: si los chicos me extrañaban, se venía con todos al Bailando por un sueño, y se ocupaba de todo. Los chicos lo vivieron bien gracias a Martín. Si no, realmente hubiera sido imposible. Un gran hombre es el que hace posible eso.

-Tres años a un ritmo feroz. ¿Tenías ganas de cortar ya?
-Además de Martín, si había algo que me ayudaba a sostener ese ritmo era saber que se terminaba esa locura. Tenía la certeza de que era momentánea esa furia de 17 horas diarias durmiendo tres. Fue un año así y después volví a una normalidad, que igual era de muchas horas, pero más normal. Y después me fui a hacer un programa de moda, para relajar. Es que el último año fue tremendo: el viernes me despedí del programa, el lunes tuve la cesárea de Francesca y a la semana siguiente, todavía con los puntos, estaba conduciendo otra vez…

-¿Y ahora qué planes tenés?
-Ahora es mi momento tranquilo. Martín está trabajando mucho y yo estoy más al frente de la casa. Así que estoy evaluando tranquila las posibilidades. No quiero salir corriendo detrás de cualquier cosa. Sé que Marcelo, que es muy generoso conmigo, me va a ofrecer algo. Veremos. Tengo que trabajar, porque de esto vivimos, pero puedo no salir corriendo.

-Con 9 años de experiencia feliz en una familia ensamblada, ¿cuál es la fórmula?
-Para mí, lo que a mí me funcionó y creo que es fundamental, es la construcción de un hogar. No la casa, el hogar. Una casa en la que todos, los chicos y nosotros, sentimos que tenemos nuestro refugio, nuestro lugar en el mundo; es la base, ahí está todo lo que necesitamos, la contención, el amor, la ayuda, el cuidado, la educación y la diversión. Me preocupé y me ocupé mucho de que nuestra casa sea eso, más allá del ensamble y de nuestros trabajos tan poco rutinarios. Me ocupé de que sea una casa con rutina, con todo lo bueno que implica una rutina para un niño.

-Estas por cumplir 39, ¿hay un balance de la edad?
-Sí, vengo pisando los 40 y ya hace rato que vengo con el balance. No sé bien qué pasa pero se me movió todo un poco. Me pasó algo: yo me acuerdo cuando mamá tenía 40 y era como toda una señora. Y ahora me pienso yo de esa edad… Estoy feliz de que me agarre con un familión como el que tengo. Siento que las cosas me salieron bien, que tengo una vida hermosa, llena de amor, que soy muy feliz.

-¿Y por dónde pasan tus proyectos de vida?
-Yo tengo toda una proyección de sueños y planes hacia el futuro con Martín. Es todo un momento que tenemos pendiente, porque nunca fuimos novios solos. Quiero llegar a esa etapa de que los chicos ya estén grandes, crezcan, estén bien, sean felices, y poder decir: “Ahora nos toca a nosotros”. Tenemos pendiente irnos de viaje los dos solos, porque ni siquiera nos fuimos de luna de miel.

-¿A los 20 te imaginabas llegando así a los 40?
-Siempre soñé con una familia grande, pero no me imaginaba quizá tener una profesión que me divirtiera tanto y no sé si me imaginaba con Martín como marido. Pero siempre me imaginé con la casa y la familia, con ruido de chicos, la tele, el griterío, la llegada del colegio, los chicos en mi cama, la merienda, los amiguitos los fines de semana. Es hermoso ese ruido.-

Tres cosas que Denise adora hacer con sus hijos
* “Me encanta mucho subir la bandeja a la habitación las noches en las que Martín está en el teatro y estoy sola con los chicos y comer en la cama grande con ellos viendo una película. El tema es que siempre termina una gaseosa volcada. Soy muy relajada con eso, es el precio de saber disfrutar”.

* “Nos gusta mucho ir a Mar de las Pampas. Es como nuestro lugar de familia y cada vez que podemos nos vamos todos y la pasamos increíble jugando juegos de mesa, caminando por el bosque”.

* “Levantarnos tarde los sábados y hacer asadito en pijama porque es el día que estamos más tranquilos. Porque nuestra casa siempre está llena de gente: viene mi mamá y mis suegros, familia, amigos… Así que cuando estamos los seis solos, chochos”.

 

Texto: Paula Bistagnino.
Fotos: Diego García.