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12 de noviembre, 2014

¿Quién me cubre las espaldas?

En el momento de tomarse vacaciones, alguien se hace cargo de nuestras responsabilidades. ¿Será todo igual al regreso? Esta preocupación es común a casi todos, pero dicen las estadísticas que en las mujeres se da más intensamente que en los hombres.

 

Las oficinas están llenas de gente lista para ganarse el espacio de otro. El momento de las vacaciones puede ser de temer, tanto para quien se queda trabajando mientras otros salen de descanso como para el que se va por unos días y deja sus obligaciones en manos de otros. Diversos estudios que buena parte de las dificultades que se plantean en el personal de una empresa tienen que ver con el modo en que se han cubierto sus espaldas durante su ausencia, contratiempo que las mismas investigaciones atribuyen más a las mujeres que a los varones.

Cuestión de poder
Los especialistas en Recursos Humanos sostienen que las dificultades que se presentan entre reemplazados y reemplazantes están directamente vinculadas con el poder. El que se queda tiene a su cargo un terreno que suele estarle vedado y el que viaja, a su regreso, hace valer sus condiciones para que quede claro que es indispensable en su cargo. El choque se produce cuando ambas partes aprovechan la situación para desacreditar al otro.
Cuando a uno le toca salir de vacaciones, el mayor temor reside en que el reemplazante resulte más eficiente y alguien interprete que estamos “de más” o que cualquiera pueda ocupar nuestro sitio. Lo cierto es que los estudios al respecto señalan que en menos del 10% de los casos un reemplazo se transforma en definitivo.
Pero, cuidado, la situación a la inversa también genera tensiones. Al regreso de las vacaciones, el reemplazado tiene un informe completo de las tareas que realizó un suplente y en muchos casos debe trabajar sobre temas que quedaron inconclusos. Es muy común descargar culpas, broncas y miedos en el interino. Es muy común que el titular del cargo encuentro errores en la tarea de su sustituto y lo comente a algún superior, reprenda al reemplazante o se ampare en esa equivocación para justificar sus demoras y problemas en la resolución de las tareas.

Mejor, mantener la calma
A muchos les ha tocado estar en ambas posiciones y la tranquilidad del descanso depende, en cierta medida, de la seguridad laboral al regreso. Y lo cierto es que nadie podrá en tan pocos días demostrar todo lo que puede dar y tampoco en la oficina prescinden tan fácilmente de un recurso humano de valor. Se entiende si se trata de un ambiente laboral conflictivo, pero en situaciones relativamente normales, no habría nada que temer. Lo mejor es preparar adecuadamente al reemplazante, para poder tomar la posta al regreso y hacerlo con fluidez.

Tips prevacacionales
* Dejar algunas tareas pendientes para retomar al regreso. Es una buena estrategia para que lo estén esperando a uno para resolverlas.

* De ser posible, es mejor encargarse uno de la búsqueda del reemplazo, de modo que no te asignen alguien ineficiente o desaprensivo. Si lo puede preparar uno mismo, nos aseguramos una vuelta tranquila.

* Pero si te asignan alguien sin consultarte, hay que dejarle instrucciones precisas de qué tiene que hacer. No hay pero imagen que la de la secretaria que se lleva la llave y nadie puede abrir si ella no está.

* Tampoco está bien visto dejar instrucciones erróneas al suplente, para obstaculizarle el trabajo. Se nota y la mentira tiene patas cortas, pronto quedar en evidencia.

* La mejor recomendación: disfrutar de las vacaciones y olvidarse de la oficina. Al regreso se podrán recomponer muchas cosas y se diluirán temores. Además, el que cuida nuestra espalda tiene una propia que quizás, alguna vez, nos toque cuidar.