Hoy vivimos en un mundo globalizado. Eso significa que todo está muy conectado y, por ende, muy cercano. Lo que sucede en la China repercute en menos de 24 horas en nuestro país u otras regiones. El comercio y el intercambio cultural es muy intenso y por lo tanto saber idiomas es algo absolutamente necesario para funcionar bien en este nuevo mundo. Por esta razón, las escuelas ofrecen cada vez mayor variedad y cantidad de idiomas y también comienzan a enseñarlos desde los primeros años del colegio, incluso desde el jardín maternal.
A muchos les puede sonar raro, porque dudan de que niños que aún balbucean su lengua materna puedan incorporar un segundo idioma sin complicarse con el primero. Sin embargo, hoy, justamente por la globalización misma, hay muchísimos niños que desde que nacen, porque sus padres se han trasladado a otro país, hablan su lengua materna y también la del lugar donde residen. Entonces, ¿por qué no sucedería lo mismo en un jardín maternal o en una guardería donde los chicos estén aprendiendo a hablar su idioma, el castellano, y donde también se les enseñe, por ejemplo, inglés?
Para despejar las dudas, consultamos a la Lic. Florencia Salvarezza, especialista en el tema y miembro del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) / www.ineco.org.ar, fundado por el doctor Facundo Manes en 2005 y dedicado a la investigación en neurociencias, estudios interdisciplinarios sobre este tema y la innovación permanente.
–¿Es verdad que un bebé puede aprender simultáneamente dos idiomas?
–El idioma no se aprende en el sentido tradicional, sino que se desarrolla cuando se expone al niño al estímulo lingüístico durante el tiempo suficiente. El cerebro humano puede desarrollar más de un idioma como lenguas maternas si está expuesto a ellas de pequeño y el aprendizaje es natural. En este caso puede decirse que el niño es bilingüe, maneja los dos idiomas –y a veces más– como lenguas maternas y nunca las olvida. Por ejemplo, si uno de los padres es extranjero y quiere que su hijo hable su idioma, puede hablar todo el tiempo los dos idiomas.
–El hecho de hablar más de una lengua al mismo tiempo, ¿no lentifica el proceso de aprendizaje o confunde?
–No, para nada, porque no se trata de un aprendizaje con reglas o gramática sino que el cerebro está preparado para eso y desarrolla las dos capacidades lingüísticas, si empieza cuando es pequeño. Todo esto sucede también en las escuelas extranjeras: inglesa, francesa, alemana, italiana, etc. donde se enseñan las materias en el idioma original y se habla medio día cada una de las lenguas, la original y la del lugar de residencia. El cerebro permite hacer esto con mucha facilidad: desarrolla los dos idiomas al mismo tiempo.
–Entonces el niño puede estar expuesto a dos lenguas desde que nace …
–Sí, por supuesto y cuando se aprende un segundo idioma antes de los siete años hay evidencia de que al llegar a joven o adulto se lo puede hablar sin acento extranjero. En cambio, cuando se aprende una segunda lengua más adelante en la vida, el proceso es más lento y más difícil.
–¿Y los adultos que comienzan con un segundo idioma, cuánto pueden esperar de su aprendizaje?
–En este caso deben aprenderlo con la gramática y las diversas técnicas. Ya lo del cerebro de bebé no se cumple, pero aunque con más dificultad, pueden hablar, leer y entender un idioma extranjero. También es posible que conserven siempre un acento –más o menos notable– de su lengua original. Además, el aprendizaje de dos idiomas facilita el conocimiento de un tercero o cuarto y, si hay una falla en el cerebro, se puede suplir con otras conexiones neuronales. Todo es más fácil cuando se empieza a aprender desde chico.
–Esto que sucede con el cerebro y el lenguaje, de que cuanto antes se aprenda mejor ¿también ocurre con otras materias?
–No; el desarrollo biológico del cerebro funciona sólo con el idioma. Las otras cosas se aprenden a su debido tiempo.
–¿Esta habilidad puede servirnos en el futuro para otras actividades?
–Sabemos que estadísticamente los bilingües pueden realizar de modo más rápido tareas que tienen “interferencias”. Esa primera interferencia entre idiomas entrena, de algún modo, al cerebro.
–¿Puede explicarnos cómo funciona una interferencia, con otro ejemplo?
–Puedo describir una prueba que se hizo para medir interferencias: los participantes debían clasificar cuadrados azules y rojos y círculos azules y rojos de acuerdo a color o a la forma. Lo del color fue muy simple ya que no importaba la forma. Pero cuando se les pidió que usaran sólo la forma se debía anular la interferencia del color; los bilingües realizaron esta tarea de modo más rápido que los monolingües. Es decir que la interferencia no los demoró.
Texto: Silvia Ostrovsky.
Foto: Istockphoto.
Asesoró: Lic. Florencia Salvarezza, directora del Departamento de Lenguaje, INECO. Profesora asociada Universidad Favaloro. Directora del Instituto de Neurociencias y Educación (INE) de la Fundación INECO.