Armonía es la palabra. En el mundo de Carolina Aubele todo parece fluir hacia un eje, casi una columna vertebral, de donde nacen y se alimentan una decena de iniciativas, proyectos, ideas, tareas. Y crecen, en equilibrio. Armonía es lo que se ve en su maison de Palermo, en su imagen impecable aun sin producción, en su manera llana pero nada superflua de hablar, en su mirada acerca de la belleza que huye de los lugares comunes. Porque, dice esta mujer de 43 años, no hay mejor estilo que encontrar la esencia y vivir en coherencia con ella.
Lo dice, mate de por medio, detrás del escritorio blanco de su oficina. Es una de las primeras mañanas frías del otoño y en la casona que hace las veces de atelier, escuela, taller y empresa, no hay nadie más; aunque se puede ver el rastro de un lugar lleno de vida, creatividad y energía femenina. “Sí, Maison Aubele es un espacio sobre todo de mujeres”, confirma.
Maison Aubele nació como tal en 2008, pero cada parte fue creciendo en Carolina desde que era una nena de 7 años y ya, con el ritmo y los límites de la edad, diseñaba ropa y creaba estilo. “Toda esta cosa mía con lo estético y con la moda fue algo que me salió muy natural desde siempre. Tanto que de chica no creía que iba a dedicarme a esto. Porque eso ya lo tenía incorporado y entonces, como me salí muy fácil, cuando pensaba qué iba a hacer imaginaba que iba a ser artista plástica. Así que hice lo posible para no ser diseñadora. Necesitaba ir un poco más allá”, cuenta. Un curso de diseño antes de terminar el secundario y luego una beca para formarse en Dinamarca en un centro de cueros y pieles, seguida por otros concursos y estudios en Europa, fueron zanjando un camino que también atravesó la carrera de dirección cinematográfica y que luego la condujo al mundo del vestuario publicitario. Y así, un saber fue creciendo con el otro, y ella se salió del camino.
La esencia
“Soy diseñadora. Pero mi approach siempre fue desde un lugar expresivo y creativo. Fue en el mundo de la publicidad, después de varios años de trabajar en eso, que me di cuenta de que mi trabajo era hacer que la gente se viera espectacular; más allá de quien fuera o qué hiciese. Porque de eso se trata la publicidad. Y descubrí que tenía una cantidad de conocimiento, de trucos, para eso. En un momento, eso me hizo dar un salto: yo ya diseñaba y empecé a preguntarme por el impacto de lo que estaba diseñando en la imagen de las personas. Qué era lo que alguien estaba contando de sí mismo a través de eso que usaba. Me interesó indagar y entonces me fui a Inglaterra a estudiar eso”. De regreso, creó su propia marca en Buenos Aires. Pero después de la crisis de 2001, decidió no dejarla morir y prefirió llevarla a los Estados Unidos: hacer una marca basada allá, meterla en ese mercado primero y luego venderla internacionalmente desde Nueva York. También lo hizo. Pero luego del colapso de Wall Street tenía que decidir: o se iba a vivir allá para sostenerla o se quedaba en la Argentina. Decidió quedarse en la Argentina y mantener la marca en un tamaño sostenible.
–¿Cómo nace esta evolución hacia el concepto de maison?
–Es como una integración… Yo creo que todo lo que uno hace al final termina conectado. Sobre todo si lo hacés apasionadamente. En el momento puede que no lo veas así e, incluso, que no entiendas por qué te vas hacia determinado lugar. Pero después en un momento se produce como una síntesis y te das cuenta de que adentro tuyo todo eso está linkeado. Por eso, creo que siempre que uno de verdad tiene ganas de hacer algo, tiene que hacerlo. Porque eso va a terminar resultando en tu receta única y diferente a la de los demás. Yo estudié, como carrera universitaria, cine. Y mi mirada de la moda y de todo lo que la rodea, de todo lo que hago alrededor de eso, tiene que ver mucho con el cine; así como hay diseñadores que vienen de la arquitectura y eso se ve en su trabajo.
Secretos del vestidor
Dicen que las crisis pueden ser una oportunidad (para quien sabe aprovecharlas, claro). Y ella supo hacerlo: en ese momento, en el que la marca estaba planchada, se puso a escribir un libro. “Siempre tuve una cosa como aparte de todo esto, una pata mediática digamos. Y desde que había vuelto de Londres, de formarme en asesoramiento de imagen, quería escribir. Tenía la idea de hacer un libro común, para mujeres comunes, reuniendo todo eso que había aprendido para compartirlo con cualquier mujer. Porque esto no es un tema de cuán grande sea el vestidor. A todas las mujeres les sirve”.
La primera edición de “Secretos del vestidor” se publicó en 2007 y fue el comienzo de la concreción del proyecto maison. Y hoy, con varias actualizaciones y reediciones, va por la quinta. Es más, ahora está agotado, a la espera de una nueva tirada.
–¿Cuál es la clave de este trabajo de asesorar a mujeres comunes en su imagen?
–La clave desde la que yo lo encaré siempre es trabajar la estética de las personas desde el lugar de aceptar quiénes son. Y creo que no fue casual que todo eso, esa evolución de la mirada, haya surgido con cierta edad… Justo en ese período fui mamá (de Lorenzo, que hoy tiene 11 años). Y esas dos cosas, crecer y ser mamá sin duda contribuyeron a mi mirada de la estética. Creo que también tuvo que ver con mi edad: mi visión de la estética se relajó.
–¿Qué buscan las mujeres que se acercan a vos?
–Son mujeres de 28 a 55 años en su mayoría, que vienen buscando vestirse mejor, pero que a partir de eso están buscando algo más profundo. Más allá de la edad, son mujeres independientes. En todos los sentidos. Son mujeres que no se conforman, que están buscando sentirse mejor consigo mismas, que están en una búsqueda personal. Yo creo que eso es no sólo ser independiente, sino rebelde: es querer ser uno mismo; y en eso, esta cultura todavía es súper machista. No lo digo desde un lugar feminista, pero creo que hay una necesidad de decir basta frente a tanto mandato de todo lo que no sos y tendrías que ser.
–Eso tiene mucho de psicología…
–Es que veo que hay muchas mujeres victimizadas. O porque tuvieron un hijo, o porque son petisas… Como si la vida les sucediera. Y en realidad todos tomamos decisiones. Hasta si te dejaste estar porque tuviste un hijo, asumí que sos responsable de haber tomado esa decisión y dejá de flagelarte. Es así. Yo, lo que veo desde la imagen, que es a lo que yo me dedico, es que uno tiene que hacerse cargo de qué hizo con su vida, con el cuerpo y con la mente, cómo lo trato, cómo lo alimentó, cómo lo mimó. El resultado lo crea uno y entonces, así como provoco un resultado también puedo crear otro. Y te pase lo que te pase, podés elegir cómo sentirte. Veo a muchas mujeres que se excusan o se autojustifican. Por más terrible y dramática que sea la justificación y el origen, siempre es más fácil quedarse ahí. Pero también siempre hay algo mejor que uno puede hacer.
–Tu trabajo contiene un poco esa mezcla de moda y “autoayuda”.
–A mí siempre me interesó mucho y estudié todo lo que tiene que ver con la vida espiritual. No de una religión en particular, pero si otras cosas como kabala o chamanismo. Y lo que existe detrás de todo eso son recetas muy geniales para la vida. No estudié psicología ni me voy a hacer la psicóloga, pero tengo muy buenos maestros y lo que saco como conclusión es que hay un camino para estar más liberado. No solamente meditación, sino integrar muchos mundos para generar una vida mejor. Yo medito hace muchos años, pero este aprendizaje de cómo tratar el cuerpo, no solo en lo estético, sino desde la alimentación, desde el conocimiento, desde lo espiritual, lo físico, lo voy tomando de distintas fuentes. Por ejemplo, a veces no tenés que seguir haciendo dieta, sino que tenés que ir a un psicólogo. Maison tiene que ver mucho más con bienestar que con imagen.
–¿Cómo se encuentra el estilo frente a la uniformidad que muestran las vidrieras?
–Las tendencias son para inspirarse. La moda es moda cuando la ves en la calle. El diseñador propone y la sociedad hace la moda cuando usa su sueldo para comprarla y se la pone. Es que el tema está en que no hace falta tener la última cartera o camisa del diseñador. Ya no. Para nada. Lo más feo para mí es la gente falsa, la que trata de ser lo que no es. La imagen tiene que ser sobre todo coherente con la vida que cada uno tiene, con quién es, con cuánto puede gastar.
–¿Se puede aprender esto?
–Sí, se puede aprender a vivir mejor. Porque no se trata sólo de estética, sino que se trata de conocerse e interpretar la estética propia para potenciar la belleza sin seguir agregando tanto desde afuera. Es una idea mucho más sustentable, económicamente en lo personal y también para el medioambiente. Y en esto me interesa empezar a generar conciencia sobre la donación de la ropa: lo mejor que podemos hacer es regalarla a quien no tiene, no a una amiga, sino a quien la necesita.
Cuestión de color
“El color suele ser el motivo por el que no se usan muchas prendas de las que tenemos en el guardarropas”, asegura Carolina, que desde hace un tiempo se ha interesado por la colorimetría y desarrolló una línea que se llama Color, con paletas personales. “Esto es nuevo y no existe bien hecho en Latinoamérica, así que tenemos cursos online porque hay mucha gente interesada de otros países”. Además, este año hizo una investigación y campaña con la marca Dove, Viví la vida a todo color, en la que indagaron acerca de cómo las argentinas viven los colores.
En la investigación de Dove:
• Las mujeres argentinas se identificaron con el color rojo, que es un color que tiene que ver con la voluntad de hacer, con el trabajo, con la fuerza. Es la energía del planeta Marte y habla de una mujer muy de salir al frente, de acción, que resuelve. Pero no lo eligieron para la ropa.
• Para vestirse, las argentinas eligen colores más conservadores, más tranquilos, más neutros: el más elegido fue el azul.
• Luego, asociaron colores como el lavanda, el celeste y el verde claro con la sensación de libertad.
• Y, esto es lo más sorprendente, asociaron la alegría con el rosado, que es un color que tienen que ver con el amor, con la estabilidad emocional. “Es súper interesante y tomé cosas de esta encuesta para mi nuevo libro”, dice Carolina.
Consejos de oro
1. Cada persona tiene que encontrar su eje, que es su identidad. Hay mujeres que no se súper cuidan, pero se las ve espléndidas, relajadas y felices sin necesitar la última cartera o unos zapatos altos.
2. No podés descuidar tu salud o tu alimentación para pagar un tapado. El estilo hoy en día tiene que ver con el expresarse, manifestar afuera tu onda.
3. Tenemos que reaprender a vestirnos como estamos reaprendiendo a comer. Escuchar el cuerpo y conocernos en nuestra unicidad.
4. Las tendencias están buenas para inspirarse, como las mujeres espléndidas, pero no sirve compararse con Angelina Jolie, porque ella vive de eso y hace sacrificios que ninguna de nosotras haría para estar así.
5. Hay que ser realista. Aprender a comprar mejor: veo guardarropas llenos de compras mal hechas y con más ropa que no se usa que la que se usa.
6. Hay que dejar de copiar estilos y buscar el propio, adentro de uno. Mirarse, estudiarse, ver qué nos queda bien. En un momento eso va a salir solo. El secreto es menos prendas y mucho más combinables.
Texto: Paula Bistagnino.
Fotos: gentileza Maison Aubele.