Esta casa, de cara a la Bahía de Banderas, en Jalisco (México) es el resultado de un encargo inmobiliario por parte de un desarrollador al estudio del arquitecto Elías Rizo, con base en Guadalajara. Al no haber un usuario definido para la vivienda, los proyectistas diseñaron esta casa de veraneo con la mayor universalidad posible aunque sin perder identidad. “Comenzamos a trabajar con el desarrollador para llegar a un programa basado en la potencial demanda para la casa. El hecho de no tener un usuario-cliente definidos conlleva el riesgo de producir una solución sin personalidad”, explica Rizo. Decidieron abordar esa preocupación proporcionando a todos los ambientes de la casa mucha privacidad y autonomía.
La primera parte de la tarea consistió en la selección de una parcela. “La zona que rodea la casa alberga algunos de los paisajes más agrestes de toda la bahía y por lo que la selección del terreno fue un proceso laborioso”, acota el arquitecto. Finalmente, optaron por situar la construcción justo al borde de un acantilado, casi sobre el agua: “Asumimos algunos desafíos estructurales a favor de establecer una relación más directa con el océano y lograr una experiencia más completa del mar, más allá de simplemente ofrecer excelentes vistas”, acotan los autores.
Un proyecto desafiante
Con su fachada abierta, de líneas limpias, la casa es el resultado de un experimento que combina una topografía y un programa inusuales. Los proyectistas trabajaron con dos conceptos en tensión: por un lado, el deseo de crear la suficiente apertura para proporcionar excelentes vistas y una vivencia directa del océano; por el otro, la necesidad constante de privacidad entre los espacios.
Teniendo en cuenta estos dos requisitos en conflicto, así como las restricciones espaciales de la parcela, el programa se organizó en dos bloques, con varias plantas apiladas una encima de la otra, lo que resultó en una estructura de hormigón independiente con cuatro niveles. “Al separar la casa del acantilado, pudimos asegurar a todos los espacios suficiente iluminación y ventilación natural”, detalla Rizo. Con el mismo objetivo crearon múltiples aberturas en los corredores destinadas a producir corrientes de aire para refrescar los ambientes, que se acoplan con el efecto de chimenea creado por el “pozo de luz”, un hueco que recorre todos los niveles entre la construcción y el acantilado. Además, ante la preocupación por la racionalidad del consumo de energía, las instalaciones incluyen el uso de paneles y calentadores de agua solares.
Entrando por el techo
Desde el exterior, los espacios entre los listones de madera de la cerca regalan vistas increíbles del océano. El acceso desde la calle se produce desde la planta superior, a través de un portal de hormigón que enmarca una puerta de madera y metal. La puerta del garaje se abre a un vestíbulo al aire libre que alberga las áreas de estacionamiento, sala de máquinas y dormitorios del personal. Hay una entrada peatonal independiente que se abre a un pequeño estanque y algunas zonas verdes, junto a un sendero que se convierte en un puente para cruzar el pozo de luz y proporciona acceso a una terraza de transición que se asienta encima del edificio con su propio bar y baños. El acceso vertical entre niveles se otorga a través de una escalera central que se envuelve alrededor de un ascensor.
Hay dos sectores funcionales bien definidos en la vivienda. El frente de la casa, que mira al mar, con los dormitorios y espacios de entretenimiento. Y la parte trasera, que se despega del acantilado y se abre a la luz, frente a un muro de contención de piedra caliza. En esta espalda se ubican todos los espacios auxiliares y de servicios.
Las cuatro suites se encuentran en los niveles 2 y 3, y cuentan con un vestidor propio, terraza privada y jacuzzi. Mientras que la suite principal, cocina, comedor, estar y terraza de la piscina se distribuyen todos en la planta baja.
La paleta de materiales es simple, predominan las paredes blancas que, junto a los pisos de mármol, ayudan a preservar las temperaturas frescas en todas las habitaciones y permitir que la luz natural alcance la parte posterior de la casa. El frente de la casa, de cara a la bahía, es en su mayoría de vidrio, de piso a techo, con el fin de aprovechar al máximo las vistas. “Las superficies frescas, de blanco y beige, contrastan con los tonos más oscuros y texturas de la madera”, concluyen los autores.
Ficha técnica
Casa ALMARE
Ubicación: Puerto Vallarta, Jalisco (México).
Autor: Elías Rizo Arquitectos (Elías Rizo Suárez, Alejandro Rizo Suárez).
Colaboradores: Carlos Miramontes, Jenny Mora, Paola Hernández, Jenny Camarena, Alma Osnaya, Roberto Contreras.
Diseño interior: Kárima Dipp.
Fotografía: Marcos García.
Superficie: 837 m2.
Texto: Paula Baldo.