Del signo de Aries, Juliana Awada Baker nació un 3 de abril de hace 37 años. Se define sencilla, optimista, positiva.
Hija de un inmigrante libanés, Abraham Awada, ya fallecido y que fuera noticia por haber sido secuestrado durante casi una semana por quienes pidieron un rescate, y de Elsa Esther Pomi Baker, hija de inmigrantes sirios, tiene cuatro hermanos: Zoraida que se ocupa de la empresa familiar junto con Juliana, que es diseñadora; su hermana Laila, que es artista plástica; su hermano Alejandro que es actor y acaba de destacarse en la tira “Historia de un clan” y su hermano Daniel que es dueño de Cheeky y Cómo quieres que te quiera.
Fue educada en el ya desaparecido Chester College del barrio de Belgrano y muy pronto conoció Europa de la mano de sus padres que viajaban con frecuencia por su trabajo relacionado con la moda. Al terminar su escuela media, viajó a Oxford a perfeccionar el idioma inglés y al regresar se involucró en las tareas de la empresa familiar, dedicada al negocio textil. También se perfeccionó en Diseño en Inglaterra.
A los 23 años, contrajo matrimonio con Gustavo Capello, de quien se divorciaría más tarde.
Luego, entabló una relación con un el conde belga Bruno Laurent Barbier, cuya fortuna se estima en unos 400 millones de euros. El romance comenzó en un vuelo de Air France y se extendió por diez años. Nnunca se casaron, pero tuvieron una hija, llamada Valentina.
Luego de separarse del conde, Juliana conoció a Mauricio Macri en el gimnasio Ocampo ubicado en Barrio Parque. Comenzaron su relación en 2009, se casaron el 20 de noviembre de 2010 y en 2011, nació Antonia, fruto de esta relación de la que en unos días se convertirá en la pareja presidencial.

CAMBIO DE VIDA
A partir del 10 de diciembre Juliana sabe que su vida cambiará. En recientes declaraciones a la revista Hola sostuvo que se irán a vivir a la Quinta de Olivos, sobre todo porque lo más importante es que toda la familia se mantenga unida. Todavía no ha pensado en detalle su tarea como primera dama, pero sabe que le espera un largo camino y sostiene que pondrá toda su energía para representar muy bien a los argentinos, ayudar, y ser solidaria.
La sencillez de Juliana es su carta de presentación: le gustan los tonos claros, los perfumes suaves, frescos y florales, casi prescinde de los accesorios, y no tiene asesora de imagen, dice, incluso ella misma asesora a gente cercana a su entorno.
Se ha preocupado porque el grupo familiar, a la hora del reencuentro, se dedique a sí mismo, dejando la política fuera. A Juliana y Mauricio los espera cada noche la mesa de la cena, la tranquilidad, la charla con los hijos y la vida tranquila de cualquier pareja de Buenos Aires. Y así esperan que esto siga. ¿Podrán aquí no imprimir un gran cambio?