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8 de diciembre, 2015

Muro Alto, Brasil exclusivo

Poco difundido pero bien valorado por la belleza de sus playas y la comodidad y lujo de sus resorts, el litoral sur de Pernambuco ofrece una opción para los que huyen de las grandes ciudades. Dos propuestas de alojamiento: para ir en pareja o en familia, pero con sol todo el año.

 

El recorrido empieza por el nordeste brasileño, una de las zonas –en lo que a naturaleza se refiere– más deslumbrante de este país limítrofe y con playas más vírgenes. Ubicada a orillas del Atlántico, a apenas 9 kilómetros de Porto de Galinhas, y a 55 kilómetros de Recife (la capital de Pernambuco, también conocida como la “Venecia brasileña”), se encuentra Muro Alto. Esta playa, llamada así por la gran pared de arena que la contiene y sus característicos cocoteros, es parada exclusiva de quienes valoran el contacto con el verde. El mar y el sol, sin sacrificar los placeres de un alojamiento 5 estrellas. La mejor manera de ingresar y acercarse a las playas es en buggy, pero los que contratan paquetes para alojarse en la zona tienen todo resuelto.

El contraste lo marcan las costumbres de esta región de Pernambuco. Mientras la gente de Muro Alto se mueve al ritmo de la música y los bailes de carnaval, las aguas cristalinas y arenas blancas de varios kilómetros de extensión (poco concurridas en relación con las opciones vecinas) se manifiestan apacibles, tranquilidad que proviene de la contención que generan los arrecifes. Claro está que quienes quieren más movimiento, en solo 10 minutos pueden llegar a la vecina Porto de Galinhas, donde hay una pintoresca villa de los pescadores o elegir bares y restaurantes de importante gastronomía. Otro punto a favor: el clima. Más allá de la época del año en que se decida armar las valijas y emprender la retirada urbana, la temperatura está del lado del viajero: los 26 grados  son una apuesta permanente.

Sin embargo, la llegada al paraíso puede transformarse en una pesadilla si no se tiene en cuenta la puerta indicada para entrar. Ir en plan romántico no es lo mismo que ir en plan familiar. Y en esta última opción también hay diferencias. No es lo mismo una familia tipo con niños pequeños, que un grupo familiar compuesto por jóvenes y adultos. Para cualquiera de estos casos, hay una buena propuesta. La zona tiene prestigio por sus excelentes resorts.

 

PRIVACIDAD Y PAZ
Proyectado para preservar los valores ambientales, climáticos y culturales de la región, las confortables instalaciones del resort Nannai fusionan de manera equilibrada y racional, espacios distinguidos y confortables con detalles naturales del lugar. Para huir de todo contacto con la rutina y los vicios de la ciudad, se puede optar por departamentos o cabañas. Los departamentos “Lujo” tienen 45 m2 y un balcón amplio con vista lateral del emprendimiento y todos los servicios esperables (TV, cofre electrónico, frigobar, teléfono, secador de pelo, aire acondicionado). La versión “Súper lujo” tiene dos balcones muy amplios (uno lateral y otro frontal) con vista hacia el mar y los mismos servicios.

Las cabañas también poseen diferencias entre sí. Las más lujosas tienen 64 m2 con jardines, amplio balcón y piscina privada.  El ambiente está decorado con sofá, mesa y sillas en el estar. Las cabañas “Premium” son totalmente independientes y suman un espacio con gazebo; las “Master” de dos pisos tienen 120 m2 con balcón, piscina privada con hidromasaje, cocina y una sala climatizada, acogedora y equipada con home theater, DVD y gran televisor.

Entre sus servicios se destaca la gastronomía, con un restaurante con vista privilegiada al mar, cocina regional e importante carta de vinos.

 

DIVERSIÓN SIN EDAD
Un área de ocio importante, un centro de convenciones y alojamientos confortables, hacen del Summer Ville Beach Resort un emprendimiento que no desentona con los servicios de los hoteles internacionales, pero que le aporta un marco ecológico tan fuerte que lo inscribe entre las propuestas aptas para cualquier actividad. Por eso, la mayoría de sus alojamientos están ubicados en el área exterior del hotel, en pequeños bloques, brindando una mayor privacidad para los huéspedes que así lo requieren. Para el resto, la recreación está asegurada entre las canchas de tenis, vóley playero, fútbol, pista de cooper o el fitness center, con sauna en seco y de vapor. Y hay más: mini-golf, sala para lectura, salón de juegos, plaza para conciertos, bares, restaurantes, discoteca, gran piscina, hidromasaje al aire libre, cascada e islas con jardines tropicales.

Un punto importante y a favor para quienes viajan con chicos, es la atención puesta en este segmento de gente menuda. Con actividades especiales para los niños, los padres pueden relajarse y emprender otras actividades sin preocuparse por ellos. El clubinho, el baby club y el restaurante infantil, lo garantizan.

Los apartamentos estándar tienen 37 m2 y están ubicados en el bloque principal, con vista al área de ocio. Se pueden hospedar de manera confortable 2 adultos y 2 niños (de hasta 12 años) en camas extras. Esta unidad se conecta a otra unidad standard. Los de tipo superior están en los mini bloques, en áreas con más privacidad y muy cerca de la piscina. Además, tienen balcón con vista al jardín y los cocoteros. Para tener visuales al mar o a la piscina, habrá que optar por uno de lujo. Las suites cuentan con salón comedor, una mini cocina, horno microondas y balcón. Están ubicadas en los mini bloques con vista hacia el jardín, los cocoteros o la piscina, todo en 55 m2. Las cabañas tienen desde 72 m2 hasta 156 m2 (la presidencial), son totalmente independientes, con la mejor vista del lugar y con 2 unidades conyugales por cabaña, lo que permite privacidad total y confort a la pareja, familia o grupo. Todos felices.

 

LA REGIÓN Y SUS PLAYAS
El nordeste de Brasil privilegia sus playas por el constante buen clima que se da el año entero. Además del destino elegido, hay otros cercanos para disfrutar. Se destaca el archipiélago de Fernando de Noroña: en sus aguas es posible bucear y descubrir un atractivo aparte. O Salvador, para encontrarse con una de las más antiguas ciudades del Brasil, en el Estado de Bahía, fundada por colonizadores portugueses en 1549 y primera sede del gobierno brasileño. También Olinda, en Pernambuco, para rastrear las huellas culturales o disfrutar en febrero de una de las fiestas de carnaval más divertidas; Fortaleza, en Ceará, con sus características balsas y São Luís, en Maranhão, con marcado aporte portugués en la arquitectura y sus edificios de azulejos.