No es tan grande. En febrero Soledad Silveyra recién cumplirá 64 años, pero al igual que muchas actrices que empezaron su carrera de adolescentes haciendo papeles de jóvenes, como le pasó a ella en las películas Un muchacho como yo, con Palito Ortega, y Quiero llenarme de ti, con Sandro, el público da por hecho que son bastante mayores. Lo cierto es que Solita arrancó su carrera artística cuando casi era una niña, desesperada por ganar el dinero que escaseaba en su casa. Lo hizo de la mano de Zelmar Gueñol, uno de los Cinco Grandes del Buen Humor, que frecuentaba su casa y la escuchó declamar en el baño, mientras la pequeña Soledad jugaba con su hermano menor.
Casi no ha tenido fracasos profesionales y es de las que corren riesgos. A veces incomprendida, los intelectuales la tildan de popular y los populares, de intelectual. Y Solita es mucho más que esas etiquetas, es una trabajadora del arte. En teatro ha hecho obras exitosísimas en el verano en Mar del Plata, como Sabor a miel; jugadas y en épocas difíciles, como La malasangre, de Griselda Gambaro a finales de la dictadura; clásicos internacionales, como Perdidos en Yonkers, y hasta infantiles, como Pinocho. Sin ir más lejos, ahora se encuentra en Carlos Paz, con una comedia divertida, apta para toda la familia, donde entre otros comparte escena con el turco Ergün Demir. En la TV ha hecho historia, desde su inolvidable personaje de Mónica Helguera Paz, junto a Claudio García Satur en Rolando Rivas, taxista, con guión de Alberto Migré, quien también escribió para ella Pobre diabla. Hoy es una de las actrices favoritas de Adrián Suar, que en su factoría Pol-ka disfrutó de su talento en ese gran éxito que fue Campeones de la vida, también en Condicionados y más recientemente llegó a trabajar en Mis amigos de siempre, pero dejó el programa cuando le llegó el ofrecimiento para ser jurado en Showmatch, el reality de Marcelo Tinelli. Pero este no es el primer reality de Solita, que sorprendió a propios y extraños cuando aceptó conducir la primera edición de Gran Hermano… ¡y lo bien que lo hizo! Dejó una marca y hasta una frase que perdura: “Adelante mis valientes”. De hecho, si la buscan en Twitter, la encontrarán como @valientesoledad.
Su vida privada no ha sido menos apasionante y apasionada. Tuvo una infancia y adolescencia duras, con numerosos problemas familiares y una abuela que le enseñó lo que es amar y ser amado. Se casó muy joven con José María Jaramillo, el padre de sus dos hijos. Aunque se separaron, jamás se divorciaron y siguieron siendo familia hasta el último día de la vida de él. Hombres no le faltaron, es una de las mujeres más bellas, talentosas, inteligentes y atractivas del espectáculo argentino. Entre los que dejaron huella figuran el actor Miguel Ángel Solá y el actual funcionario del gobierno nacional Hernán Lombardi. También formó pareja con el escritor David Viñas, el político Carlos Chacho Álvarez, el iluminador Mariano Franco y Héctor, el remisero que la llevaba a filmar una telenovela.
La de Solita es una vida que merece ser plasmada en papel, en formato biografía. Todavía se niega, pero ya va a llegar. Se lo merece ella, lo merecemos sus admiradores.
Texto: Florencia Romeo.