POSCO quiere decir Products of simple composition y es la marca de un joven diseñador argentino oriundo del Chaco que a los 19 años y mientras estudiaba Arquitectura en Buenos Aires tuvo el sueño, y el objetivo, de ponerse a producir zapatos. Sin hacer ningún curso de diseño, sin saber ni siquiera qué era una horma. “Me acuerdo de que llamé a un tipo y le dije: ‘quiero hacer esto’. Y él me preguntó: ‘¿tenés horma, pibe?’. Y yo no sabía qué era. Así que googlée y empecé a coser sólo por las noches. Tenía la maquinita al lado de la cama”. Noche tras noche hasta que logró que las cosas le salieran como él quería. Y así arrancó. Pero lo que realmente cambió su historia fue la carta que decidió enviarle a Mauricio Macri una vez que ganó el ballotage. Decía así: “Mauricio, mi nombre es Gastón Greco, tengo 26 años, soy chaqueño, emprendedor y el futuro del país. Te vi muchas veces con zapatos Superga, marca italiana, otras con Nike, marca americana, y me parece que el presidente debería usar zapatos de marca nacional. Te mando un abrazo de bostero a bostero. Gastón». Y lo menos probable ocurrió: un día Juliana, quien le elige el calzado a su marido, se detuvo en esa caja que había llegado, le gustaron y se los hizo poner. “Magia. Como una película… Cuando lo vi Macri en la tapa del diario con mis zapatos no lo podía creer”, dice Gastón Greco, aun revolucionado por lo que ha pasado con su marca.
-¿Cómo describirías tus zapatos?
-Es la reinvención de un zapato básico, clásico, actualizado para volverse contemporáneo. Tomando de la arquitectura la idea de crear objetos prácticos para la vida, POSCO entiende los zapatos como elementos cotidianos funcionales para el cuerpo que también son esenciales para la vestimenta. El foco está en la funcionalidad.
-¿Cuánto tiempo te llevó desde esa primera noche en que buscaste en Google hasta llegar a la marca?
-Fue una curva muy larga de dos años. En paralelo empezó a tomar forma el modelo, el nombre, la etiqueta. Eran horas y horas de estar en la fábrica. Porque no tenía horma, ni idea de zapatos, y mucho menos plata. Así que llevó su tiempo.
-¿Qué fue lo más complicado?
-Es una industria tradicional en la que hay padres e hijos. Es jodido meterse. Pero yo tenía una flecha que iba para adelante y no le daba ni bola a los que me decían algo. Yo iba con mi flecha para adelante. Así logré aprender a que no me hicieran “frunces”, cosiendo y cosiendo. Y así después tuve que salir a vender, también sin un peso y sin contactos.
-Milo Lockett, chaqueño como vos, te dio una mano…
-Sí, lo fui a ver y me hizo un dibujo. Así largué la primera. Pero él no me conocía. Y después lo corrí en la calle a Martín Churba, lo frené y le conté lo que hacía… Hace seis años estoy pidiendo pista y esta fue una situación que pegó.
-¿Cómo se te ocurrió lo de mandarle una carta y unos pares de POSCO al Presidente?
-Como verás, soy medio mandado. Y bueno. Me mandé. Y me salió bien. La verdad es que lo que me pasó en esta etapa es de película: hay tipos que están hace 20 años con Master en Economía y egresados de la Universidad Di Tella y que no llegan ahí. Y yo llegué, qué se yo… Es suerte pero también es tener una meta clara y romperte todo por eso: yo soy el primero que se levanta y el último que se acuesta.
-¿Sabías que Macri los iba a usar?
-No, antes de que asumiera, se me ocurrió y se los mandé con una carta de puño y letra diciéndole que creí que tenía que usar zapatos de diseño argentino. Pasaron cuatro meses y nada… Hasta que un día veo la tapa del diario La Nación y estaba ahí con los zapatos puestos. Me quedé mirando el diario embobado desde las diez a las 12.30 mirando la primera hoja.
-Lo mismo hiciste con varios más: Andy Kusnetzoff, Fito Páez, Fernando Trocca… Un buen marketing.
-Es lo que te digo: mandarte. Fui a la puerta de la radio, lo paré a Andy y le pedí que me hiciera una nota. Y así. Pero claro, llegar al Presidente es otra cosa. Es como una película.
-¿Qué te imaginás a partir de ahora?
-No tengo ni idea. Es soñar y materializar. Soy un tipo humilde, constante, tengo a mis amigos de siempre. Y sólo quiero crecer y trabajar. Que POSCO crezca y que crezca por el país. Tengo el proyecto de reactivar fábricas del norte para expandir la marca a nivel sudamericano primero. Federalizar la producción en el país. El objetivo es tejer redes y hacer una marca que tenga impacto social. Yo quiero que las cajas de mis zapatos, que ahora tienen la cara de mis abuelos, tengan la foto de las personas que los fabrican.
-Es la contracara de la industria de moda salvaje.
-Sí, es el slow fashion. Un producto clásico, mejorarlo, rescatamos sus atributos esenciales, buscamos un buen precio y una buena calidad. Hoy POSCO somos 8 personas, pero mi proyección es seguir creciendo en equipo. Quiero volver al Chaco y trabajar con gente que hoy está un poco afuera. Revitalizar los oficios. Tenemos una botita de gamuza que la hace un tipo desde hace 65 años, la misma, la aprendió de su padre.
–¿Qué se necesita para ser emprendedor?
-Soñar mucho, soñar lejano, levantarse a la mañana y confiar, aun cuando te salen las cosas muy mal muchas veces. Tener tolerancia al fracaso, porque de cien entra una, y capaz ninguna y entonces hay que tirar cien de nuevo para que entre alguna. Es una adrenalina de no saber qué va a pasar mañana. Hay que tener ganas de vivir arriba de un barco que se mueve para todos lados. Pero ser emprendedor es una aventura.
Más información: www.posco.com.ar
Texto: Paula Bistagnino.