1. Mantenete en contacto.
A pesar de que el home office te evita el runrún de la oficina y sus avatares diarios, no subestimes la importancia del contacto personal y la interacción con colegas y compañeros. Los extrovertidos no tienen problema, porque se las arreglan para relacionarse con otros, pero los más tímidos encuentran en esta forma de trabajo la excusa ideal para mantenerse aislados. Y… no, es importante mantener contacto con otras personas vinculados al ámbito laboral. Tratá, entonces, de estar comunicado con tus colegas.
2. Vestite como si fueras a la oficina.
Lo de estar en pijama en casa puede pasar alguna vez, pero no puede ser costumbre. No es necesario vestirse y maquillarse como si fuéramos a una oficina, pero el hecho de estar más cómodas en casa no debe confundirse con estar así nomás. Arreglate con un look más casual, pero arreglate.
3. Armate un horario y un organigrama.
Cuando uno trabaja por su cuenta es común que se tienda a trabajar muy poco o a excederse por demás. Lo mejor, entonces, es armarse un horario y cumplirlo, sino se presentarán múltiples ocasiones de distraerse con otras cosas, lo que obligará a correr después o a tener que trasnochar para cumplir con los encargos. Un plan de trabajo, con horarios, objetivos y tiempos de descanso te va a dar una estructura y te ayudará a enfocarte.
4. Planeá, también, tus comidas.
El trabajo en una oficina nos ayuda a organizar mejor las comidas. En casa, en cambio, está la tentación de estar picoteando todo el día, sin ningún orden. Como una de las formas de ser productivo consiste en estar bien alimentado, conviene atender este tema también, así se ordena el resto de la jornada. Entonces, sería más o menos así: desayuno, trabajo, colación a media mañana, trabajo, almuerzo, trabajo, merienda y cierre de la jornada laboral.
5. Armá tu espacio de trabajo.
Si no trabajás siempre en casa, es probable que no tengas armada una oficina hogareña. En ese caso, prepará un lugar de trabajo, aunque sea eventual o apenas un rincón, pero que alcance para que a quienes te rodean les quede claro que estás trabajando. Eso sí: que no sea en el dormitorio, ese es el lugar privado por definición. Ahí no entra el trabajo.