

Hay un alimento para cada horario y hay momentos en los que el organismo necesita determinados nutrientes. De eso se trata la cronoalimentación o cronodieta fue creada por el médico italiano Mauro Todisco y su novedad radica en que no propone modificar radicalmente la ingesta de calorías, sino de acomodarla en los horarios en los que el cuerpo las necesita y puede metabolizarlas mejor.
Fundamentación: el cuerpo tiene un ciclo biológico para asimilar todos los nutrientes que consume. La ciencia ha probado que desde las 05 y hasta las 17, lo ingerido se utiliza para el gasto energético, mientras que el resto del día es almacenado. Por esta razón, es que se deben realizar comidas fuertes hasta el mediodía y disminuir la ingesta a partir de la tarde, consumiendo lo mínimo a la noche. La ecuación es la siguiente: consumir el 60% de la comida antes del mediodía y distribuir el 40 % restante hasta las 21.
Mañana: es el momento en el que se pueden y deben ingerir la mayor cantidad de alimentos. En especial, los ricos en glucosa (dulces) e hidratos de carbono (harinas), así como las grasas saturadas (queso y fiambre), ya que de esta manera el organismo mantendrá estables sus niveles durante el resto de la jornada y los quemará, por lo que no será necesario ingerir más cantidad. Además, sacia la sensación de hambre.
Tarde-noche: de buena calidad y forma moderada, el chocolate estimula la aparición de melatonina, una hormona que favorece la relajación y el sueño. A esta hora es conveniente consumir proteínas y alimentos ricos en ácidos grasos Omega 3, ideales para estimular la reparación celular durante las horas de sueño; la leche y el huevo son ideales para ello.
Cinco raciones diarias: no es bueno acumular la comida en pocas ingestas ni picotear a cada rato. Saltear algunas, en especial el desayuno, altera el biorritmo del cuerpo impidiendo su buen funcionamiento.
PLAN MODELO:
Desayuno (de 7 a 8): A esta hora es la que más calorías necesita y quema el cuerpo, por lo que es la comida más importante del día. Se puede tomar café con leche, una pieza de fruta, cereales y queso blanco.
Media mañana (entre las 10:30 y las 12): a esta hora suele aparecer una gran sensación de hambre, ya que descienden los niveles de glucosa en sangre. Lo mejor para contrarrestarlo es comer una fruta o beber un jugo natural recién exprimido.
Almuerzo (de 13 a 14): empezar la comida con alguna fruta y un plato de hidratos de carbono, como arroz, legumbres o pasta. A partir de esta hora se recomienda no consumir más grasas ni dulces.
Merienda (entre las 16:30 y las 18): debe ser liviana, una fruta o un yogurt, pero no hay que saltearse la merienda ya que eso evita llegar a la noche con mucho hambre.
Cena (de las 20:30 a las 21:30): a esta hora el cuerpo ya no necesita tanta energía, porque la actividad ha disminuido y no se quema tanta grasa como en el resto del día. Por eso, hay que evitar los hidratos de carbono y preferir las proteínas.