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27 de agosto, 2016

Usá los cinco sentidos para equilibrar tu metabolismo y adelgazar

Tres especialistas de La Posada del Qenti dan consejos sobre cómo utilizar cada uno de los sentidos para logar una dieta estable, duradera, placentera y saludable.

 

“Cambiar las prohibiciones por la moderación, la monotonía por variedad, la culpa por placer, el descontrol por equilibrio, la magia por información confiable y clara; fusionar sabores, saberes y placer para lograr una vida saludable”, dice la licenciada en Nutrición Sandra Villarreal. La médica especialista en Obesidad y Síndrome Metabólico Gabriela Tórtolo agrega que “logrando sostener una relación sana y placentera con los alimentos, utilizando todos los sentidos en ella, se puede lograr mantener el metabolismo en equilibrio”. Y la licenciada en Psicología Sistémica Cognitiva, Terapeuta Mindfulness y especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria Romina Antoniotti cuenta que se puede “aprender a comer consciente, vivenciando el Mindful Eating, disfrutando del Aquí y Ahora,  y discriminando los diferentes los tipos de hambre”. Las tres especialistas de la Posada del Qenti dan las pautas para que modificar la manera de relacionarse con la alimentación y de esa manera lograr una dieta armónica y saludable a través de los cinco sentidos.

LA VISTA

Hace que comamos con los ojos, estimula el apetito, despertándonos un “hambre visual”.  Hace que percibamos  la luz y nuestro cerebro forme imágenes, así captamos formas, colores y tamaños, por ello hay que idear platos con más de tres colores ya que cada uno conlleva diferentes nutrientes.  Aprovechémonos de esto,  aprendamos a disfrutar de lo que vemos, nunca pensemos que es poco lo que tenemos a la vista para consumir,  eso genera stress y aumentara la velocidad de la masticación y la cantidad de la ingesta.  Pensemos con placer sobre lo que vemos, para que los receptores cerebrales  y estomacales nos vayan provocando saciedad.

LA AUDICIÓN

El oído nos permite percibir sonidos y relacionarlos cerebralmente con recuerdos grabados en nuestro inconsciente, de alimentos que nos dan placer,  despertando un “hambre mental”,  el poder de la mente que estimula la salivación según el sonido percibido por ejemplo el crujir de una papa frita, ahí estará nuestra capacidad de cambiar ese alimento crujiente por otro más sano por ejemplo unas almendras o una manzana.  Lo mismo sucede cuando escuchamos hablar que algún alimento en especial  posee  propiedades beneficiosas, lo que nos va a llevar a justificar su ingesta en exceso.

EL OLFATO

Sentido que se agudiza mas a medida que pasamos varias horas sin ingerir alimentos.  Y que  puede provocarnos “hambre corazón”; por ejemplo, el aroma a vainilla nos  recuerda al flan de la abuela. Pero también puede provocarnos, cuando hay carencias o necesidades en la dieta, un “hambre celular” indicándonos por los aromas, donde están los alimentos, o que tipo de alimentos necesitamos consumir, relacionando los aromas percibidos con cosas dulces si necesitamos obtener energía o con cosas saladas para evitar la deshidratación, llevándonos a consumir más liquido, dándonos señales de que algo falta en nuestra dieta, en nuestra hidratación,  en el entrenamiento físico, que algo anda mal con las horas de sueño o en las alteraciones hormonales, Embarazo, periodo Pre – Menstrual, Menopausia, donde se agudiza aun más el olfato, ahí es cuando no debemos descuidar que alimentos elegimos para consumir.

EL GUSTO

Nuestro cerebro es un órgano ávido en la recepción de  nuevos sabores. Provocando “hambre oral o bucal”, que nos lleva a comer de todo y sin control, masticando poco y mal, lo que hace que el estomago no tenga tiempo de enviar  la señal de saciedad al cerebro.  Esto ayudado  por la Industrialización Alimentaria del Siglo XXI, la Hidrogenación de los Alimentos han ido modificando genéticamente y adaptando las papilas gustativas a la Grasa, el Sodio y el Azúcar sabores que nos dan placer en exceso, por lo que solo pensamos en ingerir mayor cantidad de los mismos.   Aprendamos a probar, a elegir, a saborear y masticar con tranquilidad, para que los diferentes sabores inunden los receptores cerebrales, dándonos saciedad precoz.

EL TACTO

Sentido muy importante que debemos aprender a incorporar nuevamente en nuestros momentos de ingerir alimentos, ya que los nervios en la piel, los labios, la lengua, los vellos y las terminaciones nerviosas en las yemas de los dedos, transmiten sensaciones de placer al cerebro al percibir la temperatura, la humedad y la textura del alimento. Aprendamos a disfrutar del placer (sin culpas), literalmente chupándonos los dedos, que nos ocasiona por ejemplo un trozo de chocolate que se derrite en nuestros dedos, cuando el “hambre emocional o sentimental”, que nos hace buscar en “alimentos asociados a la felicidad” el vacío que nos entristece, o el premio que nos merecemos o simplemente para compadecernos.

 

Fuente: www.qenti.com