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25 de septiembre, 2016

José Bianco, cazador de tormentas

Llegó a la televisión por casualidad, pero no se fue más. El meteorólogo de El trece habla de la pasión por su carrera, de la popularidad y de sus proyectos

 

Todo empezó en Bahía Blanca, su  ciudad natal. Él, a diferencia de otros chicos que se asustaban cuando había una tormenta, se fascinaba con el viento y los rayos. “Me gustaba verlas… Cuanto más vientos, más agua, más todo, mejor”, dice. Recién cuando estaba terminando el secundario encontró que lo que a él le gustaba podía transformarse en una carrera: agarró un manual del estudiante y vio que, por un lado las ciencias exactas como la matemática y la física, y por otro la fascinación por las tormentas, todo eso lo conducía a Ciencias de la atmósfera. Y eso sólo podía estudiarse en Buenos Aires. Así que hizo las valijas y se mudó, sin dudarlo. “En mi familia nada que ver. Mis viejos nos dejaron hacer lo que cada uno quiso y nos apoyaron. Mi papá es distribuidor de lácteos y mi mamá lo ayuda en el negocio… Mi hermano es ingeniero forestal y mi hermana maestra especial y tiene una escuela de equinoterapia”, cuenta el meteorólogo de los ojos celestes de El Trece –así lo dicen muchos-, el que cada día se esfuerza por intentar explicar por qué llueve, por qué hay humedad, por qué va a hacer frío otra vez.

-Fuiste uno de los que empezó a explicar los fenómenos meteorológicos y no sólo dar el pronóstico del tiempo… ¿Por qué?

-Sí, porque eso es para mí lo más interesante: por qué pasan los cosas y no sólo decir si va a llover o no… Cuando lo propuse en e le canal, les gustó porque todo lo que te haga más un “personaje”, para ellos está bueno. Así que empecé.

-¿Cómo es el trabajo del meteorólogo?

-Sos como una especie de detective… de computadora. Porque ahí tengo todo: me siento y tengo un montón de información, datos y fuentes para analizar y sacar mis propias conclusiones. Sacar previsiones de acá a diez días, prever tormentas, lluvias y tornados. Yo hago ese trabajo. Otros no pueden hacer eso porque no tienen estar herramientas. Entonces, si no ves la variable que te hace la diferencia entre una llovizna y una tormenta…

-¿Se dice cualquier cosa en televisión?

-Sí, hay gente que sólo lee el pronóstico meteorológico nacional y no hay problema si lo lee bien y se limita a eso. Pero el tema cuando se dice de más, o se dice mal. Pero se dice cualquier cosa, todo el tiempo.

-¿Alguna vez la pifiaste mal?

-Sí, una vez con una tormenta de Santa Rosa justo…

-¿Es aburrido vivir en Buenos Aires en función de tu profesión?

-(Se ríe)… Es un poco aburrido… En la Argentina sería mejor vivir en Córdoba o Santa Fé, que es donde tenés la mayor cantidad de tormentas, más cerca.

-Si pudieras elegir un lugar en el mundo donde vivir por eso…

-Estados Unidos, toda la zona de huracanes.

-Y ser un cazador de tornados.

-Sí, como en Twister, la película. Ir detrás de donde está el fenómeno. Como estamos haciendo en la tele. No siempre se puede, pero ir a perseguir las tormentas.

¿Las tormentas son el “Disney” del meteorólogo?

No, para mí. Hay otros que estudian otras cosas. Esto tiene muchas ramas, pero a mí lo que más me gusta de mi trabajo es la rama que va del pronóstico a 5/ 7 días y además ir a buscar los cambios que se pueden dar en horas: tormentas, tornados, granizo. Y meterme adentro de las tormentas, verlas desde adentro. Eso es lo que empecé a proponer también yo en el canal. A veces lo puedo hacer y a veces no.

-¿Es una ciencia exacta?

-No, pero las herramientas que hoy tenemos permiten ser muy exactos… Es difícil que hoy te sorprenda una gran tormenta o un fenómeno muy inesperado.

-¿Buscaste la televisión?

-No, para nada. No era una posibilidad para mí cuando empecé la carrera. Las posibilidades que se planteaban eran las de seguir una carrera como investigador, conseguir becas… el camino científico. Pero me ofrecieron hacer una prueba para Canal 9, como un mientras tanto de la carrera académica. Ya la había hecho todos mis compañeros, porque no éramos muchos los que hacíamos esa carrera. Y quedé. Eso después se cayó y  ahí apareció la oportunidad de trabajar en Radio Continental con Víctor Hugo Morales. Y empecé. Tenía 25 años.

-¿Cómo convivís con la popularidad que trae?

-Está todo bien, pero no me encanta. No tanto por mí, sino por las personas que me rodean. Porque muchas veces, por ejemplo, estoy con mi novia –una modelo y maquilladora misionera a la que conoció por Facebook y que se mudó a Buenos Aires por él- y no está bueno: porque vienen y te saludan sin fijarse si estás con alguien, o te piden una foto, o te sentás en un bar y el mozo te registra sólo a vos. Es bastante feo eso. Pero cuando la gente viene con buena onda, no. Hay gnte maleducada y gente respetuosa.

-¿Te sigue fascinando la carrera como cuando empezaste? ¿O la televisión fue ganando terreno?

-Sí, me sigue fascinando igual la carrera. La televisión es un medio para hacer eso. No quiero parecer arrogante, pero a esta altura, si yo hubiera querido ir para otro lado, creo que ya podría haberlo hecho. Pero jamás lo propuse. Una vez me preguntaron en el canal que quería hacer y yo digo: algo que tenga que ver con la naturaleza, los fenómenos naturales… Me miraron con cara de: ¿En serio querés hacer eso?

-¿Cómo te ves de acá a unos años?

-En lo personal, en familia y siendo padre. En lo profesional, me gustaría poder unir distintas cosas que me gustan: las tormentas, la naturaleza, la música, los viajes…

 

Texto: Paula Bistagnino.

Fotos: Diego García.