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12 de noviembre, 2016

Dalia Gutmann: “No tengo límites cuando se trata de reírme de mí”

Quería ser locutora hasta que descubrió el stand-up. Hoy le quedan los títulos de humorista, conductora y actriz. Casada con Sebastán Wainraich desde hace 15 años, con quien tiene dos hijos, dice que compartir la vocación con la pareja en su caso es genial.

 

Desde el escenario, la radio, la tele o en sus columnas de revista, Dalia Gutmann lleva más de una década haciendo reír. Indiscutible entre los nombres femeninos del stand-up, dice que fue un descubrimiento casi casual, a fines de los 90: “A mí siempre me gustó lo artístico en general y el teatro en particular. Pero no encontraba el nicho donde sentirme auténtica, por decirlo de algún modo. Hasta que un día fui a El Bululú, un teatro chiquito del barrio de Congreso, y vi a una chica que estaba haciendo un monólogo sobre ella que me fascinó. Así descubrí que existía este género. Y empecé a ir a ver stand-up más seguido, lo poco que había entonces, sabiendo que eso era lo que algún día quería hacer. Fue un enamoramiento total”, dice la actriz, conductora, humorista y monologuista que desde hace 6 años sale a escena con Cosa de minas, cada jueves en el Velma Café y que este año cerrará en el Teatro Maipo, el próximo 15 de diciembre.

-¿Hasta descubrir el stand-up qué querías ser?
-A mí siempre me gustaron mucho el periodismo y la locución. Y siempre estaba tratando de entrar en alguna radio y en el ISER. Mi proyecto uno era ser locutora y trabajar en la radio. Y la comedia me parecía un lindo hobby. Porque parecía muy difícil vivir de eso: así que empecé poniendo plata para hacerlo… Por eso soy tan feliz con esto, porque haberlo convertido en un laburo que me permite vivir es mucho más de lo que esperaba.

-Desde que empezaste a hacer Cosa de minas a hoy, ¿cambiaron mucho los temas?
-Ufff, es impresionante los cambios que hubo en los últimos años sobre los temas, los deseos, las búsquedas… Lo mucho que ha cambiado, por suerte, nuestro lugar. Es mucho más rápido de lo que nos damos cuenta y esta buenísimo.

-¿Cuáles son los temas hoy?
-Como lo que yo hago es mucho sobre mí, en un momento mi tema era mucho la maternidad. Pero ahora que mis hijos están más grandes, ya no tanto. Hoy tiene mucho que ver con llegar a los 40…

-¿Cómo lo vivís vos en lo personal?
-Estoy contenta con lo que construí y no me cuesta aceptar el paso del tiempo. Sí me pasa que observo que muchas mujeres de mi edad están desesperadas tratando de dar batalla contra la edad y me dan ganas de decirles: “Chicas, basta, relájense”. Lo veo más en mi entorno que en mí esto de “juventud, divino tesoro”. Yo creo que lo acepto bien. Así como a los tipos les pinta estar con una mujer más joven, a las mujeres les pinta correr la carrera antiedad.

-¿Te salvaste de las exigencias del medio respecto de la estética por dedicarte al humor?
-Eso es fundamental. Creo que uno de los motivos que hacen que lo viva así, tiene que ver con que me dedico al humor y por suerte es más importante que sea graciosa que linda. Obvio que me veo las arrugas y todo. Pero no lo sufro y no es lo que se me exige.

-¿De qué o con qué te reís fuera de tu trabajo?
Con los años dedicados a esto tengo ya muy desarrollado el humor paralelo al real y eso hace que un poco todo vaya transformándolo en un sketch. Casi todas las situaciones se prestan a la comedia. Las más dramáticas sobre todo, porque también es como un mecanismo de defensa que utilizo para que las balas no me entren tanto… No es que no sufra. Sí, sufro. Pero después trato de ese dolor convertirlo en algo cómico.

-¿Cómo funciona una pareja de dos humoristas?
Está bueno para mí compartir una pasión con tu pareja, poder chequear cosas, probarlas, divertirse, conversar, ayudarse. Te di ría que hoy siento que eso es fundamental. Pero, por ejemplo, este fin de semana tuve una discusión bastante fuerte con mi marido –Sebastián Wainraich- sobre los gustos de helado… ¡Porque compró todos gustos que a mí no me gustan! Y parece algo muy bobo, y racionalmente puedo verlo así, pero fue una pelea en serio: ¿cómo puede ser que en 15 años nunca prestaste atención  a los gustos de helado que me gustan?

-¿Y con los egos?
-Ahí hay un tema: ahora salimos en la sitcom de Telefé Locoxvos, que está buenísima. Pero cuando lo vi me dio como un gusto raro… Estaba todo el tiempo como la mujer de Wainraich, la mujer de Wainraich, y no me gustó el lugar en el que me ubicaron. No me gustó y lo digo. Pero sacando esas boludeces que alguna vez  pueden pasar, está buenísimo.

-¿Qué opinás del stand up como terapia?
-Yo soy muy democrática y no tengo para nada una postura militante con nada. Que cada uno haga lo que se le cante, tenga una experiencia. En lo personal creo que es muy terapéutico y que muchas cosas que pude llevar al escenario me ayudaron a pasarla mejor en la vida. Hay psicoanalistas e incluso psiquiatras que lo recomiendan.

-¿Cuáles son los limites para el humor?
-A mí me parece que se puede hacer chistes sobre cualquier tema, sin límites, pero sobre uno mismo. A mí me gusta cuando el humorista se mete consigo mismo y no con los demás. Creo que si hay una elaboración, un trabajo interior, uno puede reírse de cualquier cosa. Pero es un proceso. Lo único que no hago pero tampoco me meto con el que lo hace, es reírme de los bochornos de los demás y menos cuando es sobre el trabajo. No me gusta gastar o burlarme de los demás. No ir por el bochorno ajeno.

-Después de la experiencia en Locoxvos, ¿estás con ganas de hacer ficción?
-Sí, la verdad es que sí.  Me encantaría hacer una comedia. Pero ya va a llegar.

 

Texto: Ana Césari.
Fotos: Alejandra López.