- Buscá un lugar tranquilo, agradable, en el que sepas que no vas a ser molestado. Apaga tu celular; nada de silenciarlo. Desconectá: la meditación tiene ese sentido. Conectarse con uno y desconectar del afuera por un tiempo.
- Vestite con ropa cómoda. Podés sacarte los zapatos si lo preferís. En la mayoría de los templos lo exigen.
- Hacé cosas que te ayuden a relajarte. Podés hacer tu propio altar en un rincón de la casa que te guste, si es que practicás alguna religión.
- Sentate con la espalda recta, pero no tensa, en una silla o un zafu. Nivelá los hombros.
- Entrecerrá los ojos permitiendo que entre un haz de luz. Eso es ideal para no quedarse dormido y entres en estado de sopor en la meditación.
- Podés poner tu mano derecha sobre la izquierda, en posición de mudra, con las palmas hacia arriba y las puntas de los pulgares tocándose de manera ligera. Colocá tus manos debajo del ombligo.
- Relajá la mandíbula y dejá que tu lengua toque con la punta la parte posterior de los dientes superiores. Esto hará que no segregues saliva en abundancia, a la vez que evitará la sequedad de tu boca.
- Incliná levemente la cabeza y colocá tu barbilla hacia adentro.
- Volvete consciente de tu respiración. Sentí el aire que entra y sale por los orificios de la nariz. Inhalá, retené el aire por algunos segundos y luego exhalá de manera pausada.
- Concentrate en un objetivo virtuoso o visualizá una imagen, por ejemplo.