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23 de diciembre, 2016

Elisabeth Checa: “El vino es sobre todo su historia y el momento”

Periodista, escritora, viajera y autora de la guía más famosa de vinos de la Argentina, de la que acaba de publicar la décima edición, dice que hoy todos los vinos nacionales son buenos y que no hace falta saber mucho, sino disfrutar más.

 

Elisabeth Checa está sentada en la terraza de un hotel 5 estrellas de Buenos Aires en un atardecer de calor con una copa de espumante bien frío en la mano. A su alrededor, también con copas llenas de vino, decenas de personas hablan sobre cepas, bodegas, burbujas, sabores y olores. También sobre música, viajes, gastronomía, arte y política. “El vino es su circunstancia: algo del placer del momento se filtra en el sabor. Y esa etiqueta que hoy tomaste acá no va a ser la misma mañana al mediodía en otro contexto”, define la periodista, escritora, viajera y referente -casi gurú- del mundillo forjado en las últimas décadas en torno de la industria vitivinícola. Mientras habla, firma ejemplares de la nueva edición de “Los buenos vinos argentinos” (Vocación), la guía que publica desde hace diez años –antes había publicado otras- y que ganó el Premio a la Excelencia 2011 de la revista Cuisine & Vins y en 2014 el Premio Gourmand World Cook Awards que distingue los mejores libros de cocina y vinos del mundo. Para hacerla, probó cerca de 800 vinos a un promedio de 50 por semana, con la ayuda de los periodistas y sommeliers Javier Menajovsky y Juan Diego Vasilevsky. También, decenas de espumantes y otros tantos aceites de oliva.

“Hace mucho tiempo que escribo sobre las cosas buenas de la vida: vinos, viajes, gastronomía. Y  también las disfruto, claro”, se ríe Elisabeth intentando reconstruir el camino que la llevó a ser una referente sin ser sommelier, pero rodeada de ellos, trabajando como periodista en distintos medios gráficos, y de internet, radio y televisión: en 1989 fue la primera columnista mujer de vinos en un diario, Ámbito Financiero, y durante años lo hizo también en La Nación, donde firmó con un nombre de varón. Desde hace quince años es parte del multimedios elgourmet.com. Además, es la creadora de El Club del Buen Beber y fue conductora de su programa de televisión durante todas sus temporadas. Participa como jurado en concursos de vino en España, Italia y Argentina, y por su labor en los medios fue distinguida en España con el Premio Internacional Eva 2009 a las Mujeres de la Gastronomía, en la categoría “Tendencias”. Al año siguiente fue designada Caballero de la Cofradía del Oporto en Portugal. En 2010 lanzó su página de internet y estrenó Checa en la radio, un programa dedicado a los disfrutes de la vida. “Alma de bohemia, soy viajera recalcitrante, no turista. Viví en lugares raros: Finlandia, la India, Argel. Y en otros menos raros. Trabajo mucho, me gusta caminar o trotar por Palermo, mi barrio. Pero como a todo el mundo, también me gustaría no hacer nada. O mucho: leer, escuchar música, cocinar para los amigos. O para mí misma. Sola”, se define.

-Decías en la presentación de la guía que “hoy, todos los vinos argentinos son buenos”.
-Sí, es el producto de una búsqueda y de un trabajo. A fines de los 80, en el 89, se empezó a hacer vinos más parecidos a los europeos, primero, y después se empezó a buscar una identidad propia. Hoy hay vinos muy distintos, cada uno con sus características únicas, en diferentes regiones: desde Jujuy hasta Chapadmalal. Esto se logró en los últimos diez años.

-¿Qué hace bueno a un vino?
-Creo que lo que pasó en la última década con los vinos argentinos y que los hace mejores es que son cada vez más frescos y más secos, con menos alcohol pero más vibrantes…

-Sin embargo, decías que hay muchas “fotocopias”…
-Sí, hay demasiados vinos parecidos a otros: con 14 ° de alcohol, muy frutados… Que están bien, pero que son muy similares. Creo que ahora están empezando a definirse mejor.

-En el momento en el que empezaste a escribir sobre vinos eras unas de las pocas mujeres, sino la única, en este mundillo. ¿Te la hicieron difícil?
-No, la verdad es que no, pero escribí durante cuatro años en La Nación con el seudónimo de Manuel Lasalle. Prejuicios había, pero la verdad es que no me lo hicieron difícil nunca. Yo creo que, además, las mujeres tenemos una capacidad especial, una sensibilidad distinta, para captar aromas y sabores del vino. Esto está en estudio y no se sabe si es por cuestiones hormonales o históricas, de la tatarabuela que probaba, cocinaba, etc. Porque el vino es para comer. Tomar vino solo no es el fin.

-¿Cuáles son los mejores vinos argentinos? ¿El Malbec sigue siendo la estrella?
-El Malbec sigue siendo reconocido y bueno, claro. Nos conocieron por el Malbec y creo que lo que hoy hay más interesante son muy buenos blends de Malbec: un clásico es Malbec-Merlot-Cabernet Sauvignon. Pero tenemos excelentes Cabernet Sauvignon, muy buen Cabernet Franc… Tenemos el Torrontés, que es único en el mundo, no hay otro.

-Hay todo un saber construido en los últimos años alrededor del vino, pero vos decís que el vino es su historia y sus circunstancias. ¿Cuánto hay que saber para disfrutarlo?
-No importa el saber. No importa nada, salvo que seas un técnico. No aumenta el goce saber qué características le aportan la pirazina o el acetato de etilo. A eso, Miguel Brascó le decía “el macaneo glorioso”. Siempre la verdad estará en la percepción sensorial.

-¿Y qué pensás de las reglas para el maridaje?
-Lo mismo: cada uno debe encontrar el sabor y lo que vale es que te guste. Creo que hay una sola regla válida universal que es: que el vino no tape el sabor de la comida y que la comida no tape el sabor del plato.

-¿Cuáles son los que más te gustan a vos?
-Me gustan los vinos muy secos. Que se sienta un poco la mineralidad en mi boca, con una cosa un poco salina, y que sea fluido: que la textura sea liviana y ligera.

 

Las claves de Elisabeth Checa

  • No hay secreto: ante todo un vino debe tener aroma a vino.
  • Los aromas que se desprenden  al abrir la botella o cuando se revolea la copa –un acto que no debería ser un tic fashion sino una introducción al disfrute-, deben ser placenteros.
  • Siempre la verdad estará en la percepción sensorial. Lo que vale es “me gusta” o “no me gusta”.
  • Hay una sola regla válida universal de maridaje: que el vino no tape el sabor de la comida y que la comida no tape el sabor del plato.