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6 de diciembre, 2016

Una casa con dos caras

En Valencia y frente al mar, la casa Sardinera ofrece una imagen contrapuesta en sus dos fachadas longitudinales. Diseñada con criterios de sostenibilidad la vivienda ha conseguido la certificación energética A.

 

Ubicado en la cima de una ladera frente al mar Mediterráneo, el edificio aprovecha y potencia las vistas panorámicas. Su arquitectura busca generar un entorno de contemplación y relax para disfrutar de la experiencia que ofrece el sitio.

El arquitecto Ramón Esteve ideó un contenedor donde varios muros de hormigón se disparan en diferentes direcciones, comprimiendo y expandiendo las visuales. Los planos verticales quedan acotados por largos voladizos horizontales que se extienden buscando el mar. “Por su sistema constructivo, los voladizos no se apoyan en los muros, sino que se encajan entre ellos, aumentando la tensión visual y creando sensaciones contradictorias entre masividad y liviandad”, ejemplifica el arquitecto.

La fachada de acceso resulta más hermética y opaca, y se protege mediante un sistema de parasoles horizontales orientables y motorizados, construidos con madera de accoya (un tipo de pino de gran durabilidad) blanqueada. Con este recurso, también se consigue limitar la visibilidad desde la calle.

Por el contrario, la fachada Este es mucho más permeable y transparente. Los planos verticales de hormigón se cierran mediante grandes paños de vidrio, que quedan resguardados   gracias a los voladizos y a unas cortinas de tela.

Las paredes de hormigón blanco muestran las huellas de las tablas de madera con que fueron fabricadas, y se asemejan a los sectores resueltos con madera blanqueada en los parasoles, techos y mobiliario. Mientras, los muros de piedra del lugar forman una base sobre la que emergen los volúmenes de hormigón blanco, sirviendo de enlace con el terreno.

El acceso a la vivienda se realiza a través de un espacio a doble altura, cuyos muros laterales focalizan la vista hacia el mar, ofreciendo el primer contacto del visitante con el horizonte. En planta baja los espacios forman parte de un conjunto continuo, articulado por los muros de hormigón blanco. El estar adquiere un protagonismo y una dimensión singulares, con una esquina vidriada de seis metros de altura que enmarca las mejores vistas al mar.

En la planta alta se ubican los dormitorios. Allí, el arquitecto cambió la estrategia y, en lugar de ofrecer vistas frontales acotadas por los muros, decidió generar esquinas de vidrio para que las visuales panorámicas sean más interesantes. De ese modo, cada habitación cuenta con un pequeño balcón a modo de mirador.

La escalera que conecta ambas plantas fue tratada como un elemento escultural. A través de unos peldaños de vidrio deja ver el mar y por la noche los escalones se iluminan y actúan como una lámpara.

En el nivel de basamento se dispuso, además de las zonas de servicio y estacionamiento, un gimnasio y piscina interior, con sauna y vestuario. Las piscinas interior y exterior, ubicadas a distintos niveles, quedan conectadas por una ventana longitudinal, a través de la cual el agua de la piscina exterior proyecta sombras en la otra.

De diseño sustentable
Esteve planificó su proyecto atento al cuidado del medioambiente, con medidas para bajar el consumo de energía. Toda la iluminación de la vivienda se resolvió con LED regulables y está integrada en la arquitectura. Por ejemplo, en el exterior se disponen unas líneas de luz que prolongan de manera imaginaria los muros que conforman la casa.

En los techos se instaló un sistema de paneles solares para calentar el agua sanitaria y de las piscinas. Con el mismo criterio, la vivienda se orienta a Este-Oeste para garantizar el aprovechamiento de las corrientes naturales de aire y el asoleamiento. La fachada Este se protege mediante unos grandes voladizos, mientras que la opuesta cuenta con un cerramiento de parasoles regulables, que protegen del sol en verano permitiendo el paso de la brisa, y se pueden abrir en invierno para captar el calor del sol.

En las grandes superficies acristaladas se ha instalado vidrio de doble cámara con aislamiento térmico y acústico con control solar. Además, la vivienda presenta una envolvente de diez centímetros de poliestireno extruido de alta densidad, que garantiza un elevado aislamiento térmico.

Por último, bajo la piscina exterior se ha dispuesto un tanque de 100.000 litros donde se direccionan las aguas pluviales que posteriormente se utilizan para el riego.

 

FICHA TÉCNICA
Ubicación: Jávea, Alicante
Año: 2014
Superficie: 1.285 m2
Proyecto: Arquitecto Ramón Esteve
Colaboradores: arquitectos Anna Bosca, Estefanía Pérez, Víctor Ruiz y María Martí. Tudi Soriano, Natalia Fonseca
Arquitecto Técnico: Emilio Pérez
Constructora: Construcciones Francés
Jefe de Obra: Gonzalo Llin
Fotografías: Mariela Apollonio y Alfonso Calza

EL ESTUDIO
Ramón Esteve Cambra es Doctor en arquitectura y arquitecto por la Escuela Superior de Madrid. Funda su estudio en 1991 y desde entonces su actividad se desarrolla en el campo de la arquitectura e interiorismo, en el del diseño industrial y la dirección artística, tanto en el ámbito nacional como internacional.

Su portfolio incluye una extensa experiencia en obra pública sanitaria, docente y cultural, en edificios privados de uso público y en viviendas unifamiliares exclusivas. En el área del diseño y de la dirección artística ha trabajado con marcas de reconocido prestigio como Vondom, Porcelanosa, Inclass, Vibia o Gandía Blasco.

La Casa Sardinera ha sido premiada con el “Best Residential Architecture Design Award de Idea-Tops” que se da en China  y su piscina está considerada la mejor de Europa según los Piscina Wellness Barcelona Awards 2015.

www.ramonesteve.com
Texto: Arq. Paula Baldo