Es casi imposible que salga mal en una foto: la sonrisa perfecta, el cuerpo estilizado y la facilidad –un poco natural y otro poco aprendida a lo largo de sus años como modelo- hacen que una producción de fotos con ella sea un juego sencillo. Como lo es conversar con ella también, cuando se sienta en el living de su casa dispuesta a la entrevista. Y sigue sonriendo y moviéndose con la espontaneidad y la frescura con la que posa. Y la felicidad de estar a punto de estrenar una película que le sienta bien (ver recuadro). “Yo sabía desde muy chica que quería ser actriz, pero tardé un poco en confirmarlo”, cuenta ya relajada mientras repasa su camino. Fue recién a los 21, cuando ya era una modelo de las más conocidas y demandadas de la Argentina, que sintió la necesidad de realmente decidir qué era lo que le pasaba con la actuación. “Cuando empecé a tomar clases muy rápido me di cuenta de que encantaba”. Su primer maestro fue Julio Chávez y lo primero que hizo poco después fue una participación en la serie de Pol-Ka Poliladron. También se formó con Raúl Serrano, Bob McAndrew, Luis Romero, Augusto Fernándes. Después de eso coprotagonizó Carola Cassini con 22 años e inició un recorrido en la actuación que lleva la mitad de su vida, una veintena de papeles en televisión, siete películas y otras tantas obras de teatro.
-¿Tener una madre actriz (Nilda Raggi) ayudó a despertar la vocación? ¿O al revés?
-Al revés. Porque como hija me generó muchos conflictos, porque la vida de un actor para los hijos… De muy chica me enamoré de la profesión de mi mamá pero después la odiaba.
-¿Te topaste con prejuicios por la llegada a la actuación desde el modelaje?
-Sí, lidié con ese prejuicio. Porque existía, pero también porque yo lo tenía. Tal vez si yo no lo hubiera tenido no lo vivía tan así. Cuando uno lo tiene es peor.
-Y lo combatiste formándote mucho.
-Sí, con la certeza de que era lo que yo quería hacer, formándome para hacerlo bien, y con el paso del tiempo y la confianza y la madurez que necesitaba para que se afianzara ese deseo en mí, la llegada de propuestas y trabajos, la aceptación del otro. No fue del día para el otro. Como nada es de un día para el otro.
-¿Qué otras cosas fuera de la familia y la actuación te interesan?
-A mí me gusta mucho estudiar. No estudié una carrera pero empecé varias: estudié un poco de Psicología Social cuando terminé el secundario, un cuatrimestre de Psicología tradicional, también empecé el instructorado de Yoga. Hice mucho alrededor de la actuación como clown canto… Pero también me gusta tener siempre un estudio o algo que no tenga que ver con la actuación. Es como un cable a tierra que me hace bien. Pero no tengo una cosa tan definida.
“Siempre supe que la maternidad era parte de mi identidad”
Cuando conoció a Nicolás Repetto, como invitada a un programa de él, tenía apenas 22 años. Hubo un flashazo y poco después ya estaban juntos. Nunca más se separaron. Tuvieron dos hijos, Renata (19), que estudia Diseño de Indumentaria y este año debutó como cantante, y Francisco (16), que aun va al secundario.
-Formaron una gran familia ensamblada en la que ya hay nietos… ¿Cómo es ese familión?
-Muy natural, como fue desde el comienzo. Si no hubiera sido así, siento tan Susanita como soy, creo que no hubiera podido sostener el estar con un seños 15 años mayor que ya tenía dos ex mujeres y tres hijos. Y así fue siempre: buena relación respeto, y una dinámica natural desde el deseo genuino, sin obligaciones de comer todos los domingos juntos.
-¿Cómo sos como mamá?
-Me encanta. Siento que es lo esencial en mi vida y mi identidad tiene que ver con la maternidad sin duda. No me imagino no habiendo sido madre. Soy una madre que necesito estar presente, porque no me lo quiero perder, porque lo disfruto, porque me gusta estar. No sólo porque sea importante para ellos sino porque ellos me enriquecen la vida a mí. Tampoco fui la madre que está todos los días esperándolos con la leche atrás de la puerta, porque siempre trabajé. Pero desde el comienzo tuve plena conciencia de lo rápido que pasa y entonces lo viví muy de manera consciente. Sí dejé de hacer cosas cuando sentí que tenía que estar y no me arrepiento en absoluto.
-¿Era algo que ya sentías antes de ser madre?
-Sí, sí, siempre lo supe. Y creo que retrasé el entrar en una escuela de teatro porque sabía que me iba a gustar y eso de alguna manera me resultaba incompatible con ser madre. Porque justamente había tenido este conflicto con mi mamá, que ya está resuelto (se ríe). Después me di cuenta que si uno quiere puede compatibilizar cualquier cosa. Así como también siento que es indispensable y edificante tener una vocación y una actividad ajena a la familia.
-¿Estás sufriendo esta etapa de despegue e independencia?
-Sí, sí, el efecto nido vacío ya lo estoy empezando a sentir un poco. Por eso digo que es tan importante tener algo propio porque me imagina la angustia del momento en el que los hijos crecen y se van… Debe ser terrible.
-¿Ayuda lo espiritual?
-Lo espiritual es algo que yo hago, hice y seguiré haciendo. A los 20 yo ya era curiosa de estos temas.
-Hubo algo en la vida que te despertó esa curiosidad
Siempre desde muy chica. Fui educada por padres católicos, apostólicos, romanos, catequistas así que la religión estuvo muy presente. Pero ya a los 18 yo decidí que la religión católica no era el camino que yo quería elegir. Pero siempre estuve muy apegada a lo espiritual. Sentí y supe que somos algo más que un cuerpo material. Así que he estudiado distintas cosas.
-En el mismo momento en el que eras modelo y la imagen era todo ya estaba este proceso.
-Sí, yo creo que uno de los objetivos que se fueron transmutando pero que en realidad es siempre lo mismo es esto de deshechar las apariencias para transcender a las formas y llegar a la esencia. Eso para mí es una necesidad. Lo vas descubriendo, haciendo, perdiendo… Porque no es sencillo.
-Este proceso tiene que ver con el paso del tiempo. ¿Te sentís más sabia?
-Creo que tiene que ver con el autoconocimiento y sí, conocerse más es ser un poco más sabio.
-¿Tenés objetivos en la actuación?
-Soy exigente con que quiero estar en movimiento y sintiendo que estoy aprendiendo de la vida y de las circunstancias pero no se puede panificar. Yo a los 22 hice el protagónico de una telenovela y en ese momento no lo pasé bien. Y el deseo va cambiando. No tengo un objetivo de antemano inamovible. Yo lo que quiero es ir haciendo cosas que me hacen feliz y que me enriquecen y que colaboran con mi evolución y eso ya es un trabajo en sí mismo. Y estoy concentrada en eso.
Florencia está contenta con el estreno de Adiós querido Pep. La película la tiene como coprotagonista junto a Facundo Arana y cuenta la historia de tres amigas (Claudia Cantero y Marian Bermejo son las otras dos) que se conocieron en Barcelona en su juventud y se reencuentran en Buenos Aires en el velorio del marido de una de ellas. Durante esa noche aparecerán viejos fantasmas del pasado y cada una se hará consciente de las posibilidades que se abren hacia el futuro. “La historia propone que una muerte puede ser el punto de partida para determinadas cosas, que puede ser una oportunidad… Y que quizá la muerte sea otra forma de vida. Está bueno el mensaje”
-¿Qué es lo primero que te atrae de esta historia?
-El guion lo leí sin ninguna expectativa y me atrapó. Lo leí de una tirada, como se deben leer los guiones, y me quedé encantada con la visión de esta mujer. Y después vi unos cortos que había hecho la directora Karina Zarfino, porque este es su primer largo, y entendí su humor y su universo digamos.
-La historia habla de mujeres, habla de la amistad, habla del amor y habla de la muerte. ¿Qué fibra íntima tocó ese guion?
-Isabel, mi personaje, cuando aparece pensás “Uy, esta chica”. Es como esas new age demasiado new age, que dicen frases que resultan vacías… Yo la juzgaría. Pero todo esto que parece tan vacuo y hasta superficial, porque esta filosofía es nueva para ella, con el correr de la película y la historia te vas dando cuenta de que tiene mucha profundidad. Y que hay verdad en eso. Tuve ese punto de comunión con ella.
Texto: Paula Bistagnino.
Fotos: Diego García.
Peinó: Maya Rohrer.
Maquilló: Regina.
Estilista: Inés Santamaría.
Ropa y zapatos: Etiqueta Negra.