Más de un desprevenido cree que Bomarzo es el título de una novela del pintoresco Manuel Mujica Láinez y que su creatividad incluyó también aquél destino. Sin embargo, fue al revés. La visita a esa localidad disparó la imaginación del escritor. Su primera visita fue en 1958. Y volvió en sucesivas ocasiones. Su obra homónima surgió de entre los vericuetos de las esculturas y relata la historia del duque Pierfrancesco Vicino Orsin.
Fue por transitividad que también el mágico Alberto Ginastera también dejara recalar su inquietud artística en la localidad. A partir de la obra de Mujica Laínez y de su paso por Bomarzo, creó una ópera en dos actos.
Bomarzo es poco conocida tanto para los locales, como para los viajeros. No es un destino turístico que se encuentre entre las propuestas al visitar Italia y tampoco es una localidad que los lugareños se interesen en recomendar. Es verdad que en ese país cualquier destino parece tener su atractivo, pero ésta ciudad reúne un par de curiosidades particulares y, además, puede ser una interesante visita para realizar como excursión en una jornada desde Roma o como camino a otro lado.
El camino más habitual es el de llegar en auto desde la capital dirigiéndose hacia el norte. Es preciso estar atento porque los carteles escasean: apenas uno indica el destino y la salida a tomar. Bomarzo es parte de la provincia de Viterbo. Unos pasos antes de llegar a la ciudad propiamente dicha aparece el Parque de las Maravillas o Bosque Sagrado. Un parque temático que reúne una mixtura artística que está allí desde mediados del siglo XVI.
Para la locura, hay muchas curas
La historia es simpática. Promediando el Renacimiento, el espíritu inquieto de Vicino Orsini ya había saltado un poco más allá de su época y decidió construir cerca del pueblo en el que habitaba un laberinto de símbolos, donde los visitantes pudieran perderse buscando el sitio más escondido o más sorprendete.
Su espacio revela una mente ecléctica, rica, audaz e imaginativa. Incluyó en su espacio obelistos, totems, caballos, tortugas, ninfas y monstruos… inesperadas combinaciones que lo hacen único y personal.
Dos arquitectos manieristas fueron los responsables de la dirección del proyecto. Uno de ellos fue quien culminó el trabajo de Miguel Angel en la basílica de San Pedro, en el Vaticano: Pirro Logorio. Estuvo acompañado por Jacopo Vignola. Las ideas de Orsini se plasmaron luego de la muerte de su esposa. El Templo localizado casi al final de la visita está dedicado a ella.
El ingreso ya resulta tentador. Un cartel convoca: “A usted, que deambula y vaga por todo el mundo para ver maravillas elevadas y estupendas, venga aquí, donde todo habla de amor y de arte”. Y el discurso expuesto se confirma luego de los primeros pasos. El bosque en sí mismo es un refugio natural que resulta silencioso e inquietante. Hay cascadas, pequeños cursos de agua para saltar, laberintos, lomadas y arboledas… la naturaleza invita a quedarse y hacer picnic.
El recorrido sugerido se inicia con Hércules y Caco, dos monumentales gigantes en lucha. La siguiente propuesta es
la ballena tortuga que navega intentando localizar un hábitat coherente para ella. Sobre sí porta a Niké, la victoria alada. La acompaña una fiesta de tritones, ninfas, dragones, pegasos, sirenas, elefantes marinos y, claro, hablando de agua, no podía estar ausente Neptuno.
Tal vez uno de los atractivos más simáticos sea el de La Bocca della Veritá (la boca de la verdad). Un dispositivo que adivina el futuro por un euro.
Un lugar, cualquier tiempo
Una experiencia reveladora en este paseo es el de meterse en un recorrido que parece haberse perdido a lo largo de la historia. Una vez dentro, las eras se confunden y los estilos hacen lo propio. El dios griego Proteo se enfrenta a una dama renacentista… Hacia el final el anfiteatro revela el paso del tiempo, aunque sigue teniendo un aspecto bucólico de jardín secreto.
La casa inclinada es un monumento imperdible. Una pequeña casa racionalista, casi construida de la mano de Le Cobousier invita al ingreso. Desde fuera se percibe la inclinación de las paredes, pero dentro la sensación es turbadora.
Tomar una foto, asomarse por la ventana o caminar dentro pueden ser una experiencia alucinante.
Antes de finalizar es adecuado despedirse con la imagen más célebre del parque, la boca del ogro: una enorme caverna a la que se ingresa dejando que el monstruo engulla al visitante. “Ogni pensiere vola”, dice en la entrada. Cada pensamiento vuela.
A la muerte de Orsini el espacio quedó abandonado. Para mediados del siglo XVII fue adquirido por la familia Lante y más tarde por los Bettini que se comprometieron con su puesta en valor y apertura.
La vida de castillo
La visita al Bosque Sacro es una manera mágica de ingresar a la historia de Bomarzo. El pueblo ha sido construido a un kilómetro del la locura de Orsini. Otra vez él será protagonista. Como en los clásicos poblados medievales, llegar a la ciudad implica ascender por la ladera hasta la cima que domina el valle. Allí el castillo de su familia es prácticamente el pueblo. Las casas y dependencias oficiales se han construido en los huecos que el propio castillo ha dejado. Pero, además, se ha «loteado» la propiedad medieval hasta convertirla en departamentos, donde hoy vive la población de la ciudad.
Es una buena idea llegar en auto hasta el estacionamiento frente al ascensor panorámico transparente que, además de hacer más sencillo el trayecto hasta el centro histórico, permite sorprenderse con la vista del valle circundante que llega hasta donde se pierde la vista. De todos modos, el descenso es recomendable a pie, porque permite introducise en la cotidianeidad de la vida pueblerina. El paseo comienza en el club social Circolo San Anselmo y continúa con una sucesión de casas que pueden emerger de de una película Robin Hood.
En el cruce con la Vía Taverno hay a disposición un paisaje majestuoso que muestra a los pequeños pueblos que rodean a Bomarzo. Los visitantes son amigables y cercanos: detectan fácilmente al paseante y lo consultan por su origen y su destino. A medida que se asciende se penetra más en la vida del castillo. La llegada al duomo invita a un ristreto en la Taberna Degli Orsino. A su lado, un centro de educación musical homenajea al maestro a Ginastera.
Bomarzo es una sorpresa grata, pintoresca y curiosa. Un sitio que permite entender por qué una mente barroca como la de Mujica Laínez quedara deslumbrada.
Texto y fotos: Flavia Tomaello.
Instagram: @flavia.tomaello