Transmite entusiasmo y una energía extraordinaria, esa vibra que solo emanan aquellas personas que sienten pasión por lo que hacen. Graciela Ceballos, 52 años y creadora de la firma orgánica de belleza Anamé Vio.
Es abogada, estudió comerció exterior y trabajó en una empresa de cosmética durante un poco más de 10 años. Debido a que su mamá no se encontraba bien de salud decidió tomarse un año sábatico para estar más tiempo junto a ella. Y fue en ese momento cuando comenzó a interesarse por la belleza orgánica. “Quería hacer algo diferente como persona, me gustaba la cosmética pero no cómo estaba planteada. Durante un viaje a la Feria en Bologna en Italia encontré un cartel que decía orgánico y comencé a investigar. En Alemania asistí a la Feria de Núremberg y me presenté en el pabellón argentino de orgánicos, pero en ese momento lo único que había en ese sector eran alimentos. Así que a través de una amiga que vive allá comencé a investigar, recorrer todas las tiendas de cosmética orgánica. Realicé algunos estudios de mercado en los países bajos, precursores en este tema y ahí comenzó todo.
Estudié las normas que existían para realizarlos. Llevó 4 años lograr la fórmula junto a un equipo de desarrolladores hasta que se logró la certificación de Estados Unidos. Primero creamos una línea básica de cuidado a base de arándanos”, cuenta Graciela y aclara que natural no es lo mismo que orgánico. “En nuestro país se confunde mucho y a veces los cosméticos naturales sólo tienen dos ingredientes totalmente orgánicos”.
En toda su línea no se usan químicos, ni conservantes, de hecho los productos pueden cambiar la fragancia y hasta incluso el color, porque todo es natural. Está avalada por la Anmat (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), la OIA (Organización Internacional Agropecuaria) y la norma NOP (National Organic Program) de Estados Unidos.
Cuando se e pregunta a su creadora si toda la materia prima proviene de Argentina, ella explica que “Compramos todas las materias primas orgánicas de origen argentino que están disponibles, con certificadas con trazabilidad en el país. Pero algunos ingredientes no existen acá como la manteca de karité que viene de Costa de Marfil o el aceite de argán que procede de Marruecos –y agrega- abrimos en 2018 un laboratorio de fraccionamiento de materias primas orgánicas para venderla a la industria con certificado y no engañar al consumidor”.
Hoy la marca está registrada en 42 países, está presente en 20 tiendas de Manhattan y además de Estados Unidos y algunos países de Europa se exporta a China. La línea está compuesta por 50 productos entre los se destacan los de arándanos, cítricos, mantecas y aceites. El envase está realizado en PET lo que permite su reciclado al igual que sus etiquetas. Los productos, obviamente son cruelty free, veganos (salvo algunos que contienen miel) y apto celíacos.
Texto: Karina Bianco