Meditar es una práctica milenaria que tiene muchos beneficios en la salud física y mental. Te damos las claves para iniciarte de Valeria Schapira, autora del libro “Caminos del alma. Primeros paso de una vida espiritual”.
Buscá un lugar tranquilo, agradable, en el que sepas que no vas a ser molestado. Apaga tu celular; nada de silenciarlo. Desconectá: la meditación tiene ese sentido. Conectarse con uno y desconectar del afuera por un tiempo.
Vestite con ropa cómoda. Podés sacarte los zapatos si lo preferís. En la mayoría de los templos lo exigen.
Hacé cosas que te ayuden a relajarte. Podés hacer tu propio altar en un rincón de la casa que te guste, si es que practicás alguna religión.
Sentate con la espalda recta, pero no tensa, en una silla o un zafu. Nivelá los hombros.
Entrecerrá los ojos permitiendo que entre un haz de luz. Eso es ideal para no quedarse dormido y entres en estado de sopor en la meditación.
Podés poner tu mano derecha sobre la izquierda, en posición de mudra, con las palmas hacia arriba y las puntas de los pulgares tocándose de manera ligera. Colocá tus manos debajo del ombligo.
Relajá la mandíbula y dejá que tu lengua toque con la punta la parte posterior de los dientes superiores. Esto hará que no segregues saliva en abundancia, a la vez que evitará la sequedad de tu boca.
Incliná levemente la cabeza y colocá tu barbilla hacia adentro.
Volvete consciente de tu respiración. Sentí el aire que entra y sale por los orificios de la nariz. Inhalá, retené el aire por algunos segundos y luego exhalá de manera pausada.
Concentrate en un objetivo virtuoso o visualizá una imagen, por ejemplo.