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30 de abril, 2013

Luciano Cáceres: “No soy un fenómeno del momento”

Llegó a la pantalla chica con prestigio y reconocimiento ganado en el mundillo del under: dirigió más de treinta obras de teatro y actuó en otras tantas. Con Gloria Carrá, su mujer y madre de su hija, comparte muchas pasiones, además del amor que los une. Próximo a estrenar el film Rouge amargo, hablamos con él de su familia, del éxito que tuvo con Graduados y de su profusa actividad teatral.

 

Tiene el porte de un gentleman y resaltaría en cualquier multitud por sus enormes ojos celestes saltones y esos rulos ondulantes que le cubren la cabeza. Además de su altura, que intimida a cualquiera que no pase el metro setenta. Además, el éxito de Graduados el año pasado, lo puso en el radar del gran público. Cáceres, en la piel de Pablo, un hombre de sentimientos complejos, vulnerable y dulce, un poco manipulador y obsesivo, promovió fanatismos del otro lado de la pantalla. Su 2012 fue vertiginoso, porque al ritmo demoledor de la grabación de la tira se sumaba que antes de fin de año presentaba en el Teatro San Martin Macbeth, una interpretación de la sombría tragedia de William Shakespeare, donde compartió escena con su colega Mónica Antonópulos. Era la segunda experiencia teatral que lideraba ese año, después de En el cuarto de al lado, donde interpretó a un científico atormentado por develar los secretos de la sexualidad femenina. En esa pieza teatral compartió escenario con Gloria Carrá, su mujer desde 2008, madre de Amelia, la primera y única hija del actor y su confesa enamorada. Es que lo suyo con esta mujer, asegura, “fue un verdadero encuentro. La reelijo todo el tiempo”. Por su parte, Amelia, con tres años, se adapta a la vida artística de su familia, viaja con la pareja cuando es necesario y si algo le ocurre a la chica que la cuida, acompaña a su papá a grabar el programa que esté haciendo en ese momento. “Todo el grupo está muy integrado a esta vida, que a veces es un poco itinerante y de horarios extraños. Los camarines y los sets de grabación ya son parte del mundo que Amelia conoce. Y no te voy a decir que cuando llegamos a casa con Gloria tratamos de no hablar de trabajo. Es imposible porque a los dos nos apasiona lo que hacemos”, confiesa.

El hombre de las mil caras

Cáceres, como hijo de padres que amaban la actuación, no solo creció entre bambalinas sino que, como suele decir él, fue concebido en un escenario. Su padre –recuerda orgulloso– era el dueño de una sala de teatro independiente y no tenía ningún prurito en desempolvar un colchón para dormir con su amada. Su destino estaba trazado y a los nueve años empezó a estudiar actuación para no parar: con Alejandra Boero y Javier Daulte, entre algunos de sus maestros. Es que desde sus veinte años vive de la actuación, y antes de sorprender como el malísimo David de “El Elegido” (Telefé)  se ganó un lugar entre los actores más prometedores del off, especialmente porque dirigió una treintena de obras de teatro. Un honor que pocos logran a su edad, y menos si Leonor Manso o Carlos Belloso están en el elenco, como en “4.48 psicosis” o en la aplaudida “El cordero de ojos azules”. En el cine también hizo lo suyo, con películas como “La mosca en la ceniza” o “La señal”, con Ricardo Darín, solo por nombrar algunas de las más de diez que atesora. “Siempre laburé mucho, por ahí no tanto desde lo masivo o lo popular, pero tengo un largo camino ya hecho. Siempre fui muy inquieto y de tener proyectos propios. Es algo que me hace muy bien, siento que el hecho de poder estar haciendo varias cosas diferentes a la vez me potencia artísticamente. Siempre estoy imaginando algo nuevo para emprender”, cuenta.

– ¿Cómo te llevás con la exposición? La televisión multiplica por mil y supongo que ya no podés salir a la calle tan tranquilo como en tus épocas de actor under…

–Bastante bien, te diría. Porque soy un agradecido de esta profesión y porque lo mío viene acompañado de mucho trabajo actoral previo, no soy un fenómeno del momento, salido de un reality. Por supuesto que en estos últimos dos años, mi vida cambió e indudablemente estoy más expuesto, la gente me conoce y me viene a saludar. Pero bueno, rescato lo positivo: el halago es hacia mi trabajo y mi popularidad no tiene nada que ver con mi vida privada. La gente me quiere de manera proporcional a mi tarea, entonces lo vivo como un reconocimiento y no como un fanatismo vacío.

– ¿Sentís que formás parte de una nueva camada de hombres lindos que escapan a la masculinidad tradicional?

–Diría que soy un hombre sensible, pero tampoco soy un metrosexual. Me cuido en las comidas y trato de ir al gimnasio porque me gusta estar bien, pero ante todo soy un actor. Soy capaz de componer cualquier personaje.

– ¿Te reconocías en Pablo, tu personaje en “Graduados”, que pegó tanto?

–Él era una especie de malo querible. Yo soy dulce como él, pero a diferencia de lo que me pasa a mí, él se dejaba llevar mucho más por sus instintos. Yo soy mucho más tranquilo en ese sentido. De hecho, para mí, el sexo siempre va acompañado de un amor profundo, a pesar de que adoro la naturaleza femenina y tengo mucha admiración por ella, algo que me enseñó mi padre. Por otro lado, Pablo era muy emocional, igual que yo, a pesar de que vivimos procesos muy distintos. A él lo que le sucedía era que en un momento de su vida tuvo que asumir un rol. Veinte años después eso cambia y por eso tambalea.

– ¿Por qué creés que al programa le fue tan bien?

–Me parece que a nivel social hay una voluntad de volver la vista hacia atrás y ese fue justamente uno de los propósitos de “Graduados”. Por otro lado, creo que la historia estaba muy bien contada y además, hacía tiempo que un programa no lograba reunir a toda la familia, de edades diferentes, alrededor del televisor.

– Y vos, ¿cómo te recordás en tus épocas de secundario?

–Era un adolescente muy feliz pero no me relacionaba mucho con mis compañeros porque tenía una vida muy activa afuera.  El hecho de estudiar teatro desde tan chico hizo que mis amigos estuvieran más relacionados con ese mundo, eran chicos con los que compartía la pasión por la actuación. Escuchaba música que no estaba de moda, tenía amigos mucho más grandes que yo y leía otro tipo de literatura. Es más, tenía un solo amigo en el colegio y lo conservo hasta ahora. En fin… era más bien el raro del curso (recuerda entre risas).-

Las elecciones de Luciano 

¿Un momento del día? La tarde y la noche.

¿Un lugar para vacacionar que no se agota? Cuba.

¿Una parte de tu cuerpo que no me gusta tanto? En general me gusto, pero por ahí tengo las piernas muy largas y muy flacas.

¿Un rasgo físico tuyo que te encanta? Mis ojos.

¿Un Cd para recomendar? “Pelusón of milk”, de Luis Alberto Spinetta.

¿Un buen desayuno? Trato de hacerlo siempre bien, con frutas y proteínas. Trato de alimentarme de manera saludable.

 

Textos: Martina Prieto.

Fotos: Telefé.