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27 de julio, 2013

¿Con quién dejar al bebé?

La integración de la mujer al mundo laboral. A partir del nacimiento del hijo, la licencia por maternidad resulta breve y, más pronto de lo deseado, hay que volver a trabajar y dejar al chiquito al cuidado de terceros, a veces por toda la primera infancia. Existen entonces distintas opciones, todas válidas para hacerlo bien y sin culpas.

 

No es fácil dejar al pequeño de pocos meses al cuidado de otras personas, por eso es importante analizar todas las posibilidades durante los meses de embarazo y no cuando faltan pocos días para retomar la actividad.

Para tomar una decisión correcta las alternativas deben ser analizadas por ambos miembros de la pareja. Es importante que el papá participe respecto de quién cuidará al niño y cómo encarar la nueva organización familiar, teniendo en cuenta no solo la situación económica sino también las razones afectivas.

Las opciones que surgen al pensar en quién cuidará al bebé cuando la mamá vuelve a trabajar fuera de su casa son varias: abuelos o familiar cercano, niñera o jardín maternal.

Algo importante para tener en cuenta: muchas veces los padres sienten culpa por trabajar y estar fuera de casa, aunque sus hijos vayan al mejor jardín o tengan una excelente niñera.  En estos casos, los peques perciben la culpa y se vuelven exigentes, centralizando la atención y demandando constantemente.

 

Abuelos o familiar cercano

A la hora de necesitar “una persona salvadora” que se quede con el bebé, ya sea por la tensión lógica de la vuelta al trabajo, realizar un trámite, ir al médico o simplemente para salir con su pareja de “a dos”, nada mejor que recurrir a las abuelas u otro familiar voluntarioso.

La ventaja de esta situación es que los padres están tranquilos y el bebé logra establecer una relación estable con una persona de la familia que, además de cuidarlo, lo ama profundamente, le brinda estabilidad y un modelo de rol saludable.

La flexibilidad de horarios es otra ventaja ya que los abuelos no tendrán problema si los papás se retrasan o surge algún imprevisto. Por otro lado, el costo económico también es menor. En el caso de las abuelas, las opciones, obviamente, son dos:

• La madre: cuando la relación entre madre e hija es positiva y ambas están de acuerdo, ésta es una de las mejores alternativas. Ella es la mejor garantía de que todo va a ir bien. Si se la ha de necesitar a tiempo completo, lo mejor será hablarlo de entrada con ella y buscar alguna opción para que pueda disponer de algunas horas para ella: por ejemplo, dejando al chiquito por la mañana con otra persona de confianza (cuando el horario laboral se lo permite puede ser el papá) o en un jardín maternal y que la abuela lo retire al mediodía y se quede con él en su casa hasta que el miembro de la pareja que salga más temprano del trabajo lo pase a buscar. En fin, la idea es no sobrecargar a la abuela para que no deba resignar sus propios proyectos. Puede suceder que, en más de una oportunidad, la abuela tome medidas en lo que respecta a la crianza del chiquito con las que los papás no estarán del todo de acuerdo (no hay que olvidarse que ella educó a sus hijos en otra época y que de tener conceptos –ni mejores ni peores–, sencillamente serán distintos), algo lógico que no ha de convertirse en una tragedia griega. Simplemente, si las diferencias son  tan importantes como para generar fricciones, primero habrá que conversarlo como adultos y, en caso de no poder llegar a un acuerdo será conveniente producir algunos cambios. Por último, aunque sea una vez al año –para su cumpleaños o para las fiestas– bien merece que se haga un regalo súper especial, como una manera de mimarla y de demostrarle cuánto se la valora y quiere.

• La suegra: A pesar de la “mala prensa” que tienen las suegras, hay muchas mujeres que se llevan bárbaro con la suya. Si la idea es que la mamá de él sea la cuidadora del niño, el vínculo familiar entre ellos debe ser sano. Valen los mismos cuidados que en el caso anterior para que la buena señora no se sienta abrumada. Si se presenta alguna situación difícil de resolver, es mejor que sea él quien hable con su madre, ella lo tomará mejor y se olvidará más rápido de lo que diga su hijo que de lo que diga su nuera.

En caso de existir algún tipo de rivalidad entre ambas abuelas a raíz del cuidado del bebé, debe ser la pareja la encargada de limar las asperezas para que el pequeño no termine pagando las consecuencias.

 

Niñera

A la hora de elegir una niñera es importante contar con buenas referencias de la que será la futura encargada del chiquito.

Es conveniente pasar unos días a su lado para observar el trato que tiene con el pequeño, ya que la relación que se establece entre ambos tendrá influencia en su desarrollo emocional y social. ¿Por qué es tan importante? Porque esto tiene que ver con la atención que demanda todo bebé desde el punto de vista emocional. Necesita de afecto, ser abrazado, sentirse seguro, querido, además de ser atendido en sus necesidades básicas (alimentación, sueño, limpieza).

La mamá debe tener claro el rol que cumple una niñera, debido a que uno de los problemas de mayor peso es pretender que una sola persona se encargue de las tareas domésticas y  de la atención del bebé.

Es fundamental:

– Enseñarle cuál es el funcionamiento de la casa respecto al cuidado del niño.

– Verificar constantemente cómo realiza su trabajo.

– Estar atentos a la aceptación o al rechazo por parte del niño.

Dos preguntas que sería conveniente hacerse:

– ¿Alguno de los abuelos puede supervisar a quien cuida del bebé mientras los padres no están?

– ¿Es posible llevar al niño y a la empleada a casa de alguno de los abuelos para que permanezca allí?

Las ventajas de la niñera es que el niño puede quedarse en casa, con sus cosas y gozar de atención total y personalizada de un adulto.

Al quedarse en su casa no hay que trasladarlo de un lugar a otro y no se lo expone a cambios climáticos y a enfermedades.

 

Jardín Maternal

El Jardín Maternal tiene un proyecto pedagógico claro, con propuestas educativas, teniendo en cuenta que los primeros años son fundamentales en la vida del individuo.

La edad de los niños que acuden se extiende desde los 45 días a 2 años, siendo esta etapa la más vulnerable de sus vidas. Los aportes de las ciencias sociales, de la psicología, la pediatría y pedagogía han servido para la formulación de programas de trabajo acordes a ellos. Por tal razón los papás deben conocer bien el Jardín al que concurrirá su hijo, de manera que vean en él un lugar familiar donde puedan encontrar respuestas a sus inquietudes.

En esta etapa, la vida cotidiana en el Jardín se refiere a: cuidado personal (alimentación, higiene, descanso), actividades de juego de exploración del entorno y, juegos de ejercicios funcionales sensoriomotores.

Al elegir uno de estos establecimientos, lo primero es asegurarse que cumpla con todos los requisitos legales, de higiene y seguridad. Y, después, tener en cuenta las recomendaciones de amigos, conocer a las personas responsables del lugar; los ambientes, las actividades, los horarios; la relación cantidad de niños por adultos; la posibilidad de visitar al bebé en cualquier horario (lo que dará mayor seguridad en cuanto a la atención) y tener en cuenta la distancia del lugar de trabajo u hogar

Al ingresar al Jardín el niño lleva consigo un modo particular de relacionarse afectivamente con su mamá y a la vez, entre otras necesidades que se deben satisfacer, se inicia el proceso de construcción del vínculo niño-docente. Es la docente quien se convierte en una figura de apego (de ningún modo sustituto de la mamá) sino alguien que “lee” y entiende las diferentes demandas y expresiones de cada chiquito en particular. Así es como se inicia la construcción de un diálogo cotidiano entre docente, niño y familia, basado en el respeto y confianza. Para que este diálogo se dé, es necesario que el Jardín “sintonice” con la familia una tarea conjunta de participación.

Esta relación de los docentes y las familias despierta una serie de sentimientos encontrados: culpa, competencia, delegación, desconfianza y, a la vez, comprensión y afecto.

• Culpa, porque las mamás sienten que están contradiciendo la expectativa social en relación a la función materna tradicional.

• Pena y tristeza, por no compartir más horas con el bebé.

• Competencia entre mamá/docente.

A la hora de referirnos al período de adaptación o inicio, lo aconsejable es que incluya estos tres elementos:

– Una entrevista inicial con el docente que tendrá trato directo con el niño.

– Ingreso gradual, una asistencia que se irá incrementando hasta cubrir la jornada completa.

– Un adulto acompañante que puede ser: mamá, papá u otra persona que tenga un vínculo afectivo con el niño.

Puede suceder también que los padres depositen gran confianza en el jardín, al punto de desentenderse de las actividades desarrolladas cotidianamente. Por eso es importante establecer un vínculo de apoyo y colaboración mutua entre padres-docentes para que cada uno se conozca y respete desarrollando un vínculo de confianza mutua.

 

¿Qué hacer para mantener presente la figura materna?

La separación madre-bebé es una situación difícil, tanto para los padres como para el bebé, pero en especial para la mamá que tiene que delegar su función en otra u otras personas. Sin embargo esto no significa que se aleje emocionalmente del pequeño. Algunas actitudes que ayudan a manejar la situación:

– Evitar cara de sufrimiento al dejar el bebé, esto dificulta la separación y genera angustia y resistencia en el chiquito.

– Al regreso, preguntarle sobre cómo le fue en su día; aunque no hable, igual conversar con él.

– Ser puntual en ir a buscarlo, así no sentirá que se han olvidado de él y esto no le genere angustia ni sensación de abandono.

– Decir a su bebé cuánto lo extrañó durante el día y lo feliz que es de estar cerca de él otra vez.

 

Texto: Adriana Aboy
Foto: Istockphoto
Asesoramiento: licenciada Marta Valin, psicopedagoga especialista en problemas de aprendizaje y conductuales. Miembro de la Fundación para la Asistencia, Docencia e Investigación Psicopedagógica (FADIP).