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5 de marzo, 2014

¡Mamá, los chicos me molestan!

A veces un niño se convierte en blanco de las bromas de sus compañeros. Si esto se repite, día tras día, es muy probable que no quiera ir a clase, o que su rendimiento escolar se vea malogrado. Más allá del diálogo constante y sincero con nuestro hijo, existen una serie de medidas que se pueden adoptar para solucionar este verdadero problema.

 

“Gorda», «chiqui», «orejudo» términos que distancian, molestan, lastiman. Como padres, nos sentimos mal por nuestro hijo, ya que de alguna manera su dolor es nuestro dolor. Cuando esta situación se convierte en una constante, él puede llegar a odiar ir al colegio y ese odio repercute en su vida cotidiana. Aunque no es nada fácil, el verdadero desafío es tratar de dimensionar en su justa medida la situación para poder así prestarle nuestra ayuda.

 

¿Por qué los chicos agreden a sus compañeros?
Si bien el ensañamiento de un chico hacia otro puede a nuestros ojos parecer terriblemente cruel, es una actitud que suele darse por diferentes motivos y de distintas maneras. De todos modos, muchas veces no se trata de algo grave, y forma parte del mismo crecimiento. Básicamente, se agrede a quien es distinto y a quien, por alguna razón, adquiere un determinado calificativo.

 

Los unos y los otros
Los chicos crónicamente molestos y los que son víctimas frecuentes de ataques, normalmente son partners (socios).
Ambos provienen frecuentemente de hogares con una realidad problemática. A veces en forma circunstancial, por ejemplo: una muerte, el divorcio de los padres, peleas, una mudanza.
Familias, en donde los padres le inculcan a sus hijos el famoso «si te pegan, pegá»; o son muy agresivos entre sí, forman, obviamente, criaturas con tendencia a provocar o a burlarse de sus compañeros.
Por último, hay que tener en cuenta que cada niño es el producto de su propia historia, y ése es un punto importantísimo para poder comprenderlo y ayudarlo.

 

¿Cómo ayudar a nuestro hijo cuando se burlan constantemente de él?
Ante una situación de esta naturaleza los pasos a seguir son los siguientes:
* Preguntarle al niño el motivo por el cual él piensa que los demás lo toman de centro para sus bromas. Si bien esto no nos permitirá llegar a lo más profundo, psicológicamente hablando, al menos nos dejará tener un panorama de la situación para poder después desarticular este juego. Por ejemplo, David, un chiquito de primer grado, del cual otro niño mayor se burlaba continuamente por ser pelirrojo, llamándolo: «cabeza de fósforo». Entonces, el nene puso sus manos sobre sus oídos y canturreó a voz en cuello. «¡No puedo oírte!», cada vez que lo molestaba. Tras proceder así varias veces, el burlador se cansó y no volvió a molestarlo.

* Si aquello que llama la atención sobre el chico es a nivel físico y aprende a relavitalizarlo, al ver esta reacción los demás perderán interés y dejarán de agredirlo. El conocido actor y humorista Enrique Pinti contó en una oportunidad que, cuando era niño, lo tomaban como centro de las bromas de sus compañeros de clase por ser gordito y usar lentes. Esta situación lo hacía sufrir y se sentía a disgusto en el colegio. Un año comprendió que lo mejor que podía hacer para acallar a los otros chicos era ser el primero en hacerse chistes sobre sí mismo. «No se acerquen al gordo», por tal o cual motivo; «Miren que el gordo»… De este modo, el foco de atención perdió interés y todo acabó.

* Cuando las burlas no son serias, lo mejor es hablar con nuestro angustiado hijo y mostrarle la real dimensión del problema.
Adriana, cuando cursaba tercer grado, solía sacarse las mejores notas del curso. Era bajita, delgada, rubia y de ojos celestes. Sus compañeros de colegio, la llamaban piernas de alambre o chichón del suelo, una eficiente forma infantil de destruir su seguridad. Llegó el momento que fingía estar enferma para no ir a la escuela.
Los padres se dieron cuenta del problema de fondo, hablaron con ella y le hicieron comprender que sus compañeros buscaban agredirla por su lado más débil, dado que les resultaba más fácil eso que ponerse a estudiar hasta superar sus notas.
Si el niño logra entender el trasfondo de las burlas, podrá desbaratar el juego de los burladores y restaurar su autoestima.

* En algunos casos extremos lo mejor es ponerse en contacto con la maestra. Será ella la que decida el camino a seguir:
– Puede citar a los padres de ambos niños por separado.
– Hablando con el grupo, preguntándole inclusive a los chicos si piensan que su compañero tiene la culpa de usar aparatos de ortodoncia, por ejemplo. O cómo se sentirían ellos en el lugar del agredido. Hacerlos hablar sobre el por qué de su proceder.
También puede trabajar con el grupo y el niño incluido, marcándole a él alguna ocasión en que se haya fijado especialmente en alguien distinto. Esto vale también para las charlas de los padres.
– En el caso en que la maestra no se sienta capaz o no posea herramientas como para poder encarar esta situación, se deberá recurrir al gabinete psicopedagógico del establecimiento.

 

Texto: Adriana Aboy
Asesoró: licenciada María Eugenia di Fiore.
Foto: Istockphoto