Por supuesto que nos encantan los diamantes, zafiros y brillantes, pero la realidad es que ese tipo de accesorio lo tenemos bien guardado y no lo usamos nunca. En parte por un tema de seguridad, en parte porque la joyería antigua aplicaba casi únicamente para fiestas. Pero la joyería está lejos de caducar. Basta concurrir a cualquier edición de la Feria Puro Diseño para ver que la actividad evolucionó, dando lugar a una joyería contemporánea que existe y, además, goza de excelente salud.
Uno de sus mejores exponentes en esta línea es la diseñadora María Medici, de profesión arquitecta, pero también escultora y dedicada a la joyería, actividad a la que se abocó en forma exclusiva hace 15 años. Además de su producción, Medici da talleres de joyería. “En algún momento, entre la cerámica y la arquitectura llegué a los metales y sus maravillosos procesos de transformación. Mientras viví en Madrid, España, pude concretar el anhelado proyecto de armar un Taller-empresa de diseño de joyas. Cuando regresé a Buenos Aires en 1997, me propuse transmitir esa experiencia de 25 años de trabajo, abriendo un taller acá. Permanentemente me cuestiono el concepto de joya, porque está muy impregnado por determinadas valoraciones que provienen tanto de un mercado de lujo como de una concepción frívola y banalizada de las producciones étnicas- artesanales. Hoy, mi interés está ligado a los derivados formales y materiales de una ‘producción en serie’, que está en directa consonancia con los modos de vida urbanos”.
Ginger & Co. participó recientemente en la Feria Puro Diseño, donde se destacaron sus piezas inspiradas en la geometría y en las formas de líneas simples y puras. “Buscamos instaurar una nueva mirada sobre la bijouterie, desde el diseño de colecciones de influencias clásicas y minimalistas. Realizamos el proceso de confección de todos los prototipos hasta el baño y su terminación”, dice Jennifer Grinberg, egresada de la carrera de Diseño textil de la UBA y a cargo de la dirección creativa de la firma.
En el caso de Inés Bonadeo, ex alumna de María Medici, trabajó con Marta Minujín y cuenta: “Arranqué joyería movilizada por la voluntad de soldar y poder crear volúmenes superpuestos, apenas pude trabajar por mi misma me di cuenta de que amaba el oficio y el diseño como forma de vida. La marca busca conjugar las líneas geométricas más puras con las formas imperfectas y armónicas de la naturaleza. Es en ese límite y equilibrio donde me gusta diseñar y así dar forma a piezas que resulten usables y a la vez inquietantes. No hay una forma, técnica o material que defina a la marca sino la búsqueda del buen trabajo artesanal y la permanente innovación”. Sus piezas se distinguen por los volúmenes amplios y las líneas muy marcadas, los detalles arriesgados y algo lúdico que hace a las joyas algo para usar todo el tiempo.