Este sitio funciona únicamente en las ultimas versiones de los navegadores.
Por favor, actualizá tu navegador.

Suscribite a nuestros newsletter - enterate de todas nuestras noticias

Quiero suscribirme a...




Search
28 de julio, 2014

Cuarto compartido

¿Está bien que duerman en el mismo cuarto? Parece que sí, aunque “cada caso es un caso” y depende más de la personalidad de los hermanos que del sexo o la diferencia de edad. Qué dicen los especialistas y algunas situaciones.

 

A veces no hay opción y la disponibilidad de espacio decide por uno. Pero habiendo lugar en la casa, queda en los padres la posibilidad de resolver si prefieren que sus hijos tengan cada uno su habitación o que la compartan. Para tomar esta decisión, hay que tener en cuenta algunas variables. A veces el tema lo define el sexo y otras veces la diferencia de edad. Pero lo cierto es que el hecho de que los hermanos compartan su dormitorio suele ser muy enriquecedor.

 

Algunas de las variantes posibles
En teoría, dos varones o dos nenas con poca diferencia de edad son las duplas ideales para compartir el cuarto, pero no siempre es así. A veces, las combinaciones más diversas terminan dándonos una sorpresa.

Cuando hay un nene más grandecito con un bebé, sirve para evitarle al mayor sentir celos pensando qué pasa durante la noche en la habitación de sus padres, donde estaba el bebé, ya que ahora duerme con él. Por otro lado, sentirá que se confía en él al dejarlo con el chiquitín de la familia y se sentirá con status de “nene grande”.
Cuando los hermanos comparten espacio, por las noches tienen menos miedos y nunca se sienten solos, ya que si uno se despierta, el solo hecho de oír la respiración del otro, lo tranquilizará y se volverá a dormir sin demasiados problemas. Con el tiempo, se afianzan los lazos de unión entre ambos, generándose un sentimiento de fuerte complicidad, que los acompañará a lo largo de toda la vida. Este es un caso frecuente, pero no es el único.

Normalmente, este paso es más sencillo de lo que parece, porque el hermano mayor siempre quiere que el más chiquito esté con él y no con los padres. Por eso, hay que hacer la “mudanza” cuanto antes, así el más grande dejará de pensar que la llegada del bebé le sacó el cariño de sus padres. Por eso, si el bebito llora y se va al dormitorio a consolarlo, darle un besito al otro, también, aunque parezca dormido, para que no sientan que lo dejan de lado.

Si existen dudas por la “integridad” del más pequeño (por celos), dejar al hermano mayor al cuidado del menor suele ser un aliciente para él. Es demostrarle que se le tiene confianza. De todos modos, dejar conectado el Baby Call para monitorear la situación.

Es bastante común que al más grande le moleste que el bebe toque sus cosas. Aquí es bueno delimitar “territorio”. El primitivo “único dueño” tiene derecho a quedarse con la parte del cuarto que le guste más. Lo que queda, debe reunir condiciones de seguridad (enchufes, ventanas, etc) para el bebito.

¿Qué ocurre en el caso de hermanos del mismo sexo pero edades muy distintas? Lo importante es no estar siempre a favor del más chico y enseñarles a ambos, el respeto por la intimidad del otro. Como es probable que, por cuestiones de horarios, no pasen mucho tiempo juntos, el menor tiene que aprender a no tocar ni revisar las cosas del mayor. Por su parte, el más grande debe ser respetuoso con las horas de sueño del menor y cuidar, por ejemplo, el volumen de la música.

 

Los hermanos sean unidos…
Hay hermanos que se pelean mucho. Las peleas son parte de esa relación y a través de ellas se preparan para las rivalidades entre pares en la vida. Hay que tratar de ser ecuánimes y no escuchar más a uno que al otro, solo actuar cuando la cosa sube mucho de tono o cuando se fue testigo de lo que produjo el altercado. En este caso, conviene que compartan el cuarto únicamente a la hora de dormir, pero evitar usarlo para estudiar ni recibir amigos.

Cuando los chicos son de distinto sexo pueden compartir el dormitorio, idealmente, hasta los diez u once del mayor. Si este cambio no es posible, normalmente, los chicos buscan en la casa lugares más privados para hacer sus cosas.

Finalmente, hay un punto conflictivo que tiene más relación con la personalidad que con la edad de los hermanos. ¿Qué ocurre cuando uno es ordenado y el otro no? Lo más probable es que se dé una lucha permanente, pero se puede atemperar pidiéndole al desprolijo que cada dos o tres días haga un poco de orden y a ambos, que sean más tolerantes entre sí. No hay que olvidarse que el respeto se aprende y se practica, también, en la convivencia entre hermanos.

 

De lo posible a lo ideal
Que cada hijo tenga su cuarto es el deseo habitual de los padres,  pero lo cierto es que los chicos son bastante más flexibles y para ellos no suele ser un asunto significativo. Darles confort ambiental es importante, pero enseñarles a compartir y a aceptar lo que se les puede dar, supera como objetivo al tema meramente espacial o “territorial”.

Será cuestión, entonces, de repensar si la independencia -que cada uno tenga su televisor, su equipo de audio, su compu- no está fomentando la atomización familiar. Que cada uno “haga su vida” es un concepto respetable si las circunstancias lo exigen. Pero estando bajo el mismo techo, no conduce a la integración afectiva del grupo.

Caso 1: Mellizos, varones y adolescentes
Hoy tienen épocas de amor y de odio. Ya cumplieron 17 años. Hasta el año pasado se llevaban bien y, una vez por mes, se “mataban”. Su mamá preparó el escritorio como segundo dormitorio y les dio la posibilidad de que alguno se mudara. Curiosamente, ninguno lo hizo. No sólo eso, sino que los 30 minutos anteriores a dormirse, se convierten en el momento del día de la charla y los secretos. A la mañana siguiente, la “guerra continúa”.

Palabra de especialista: “Es muy positivo porque se buscan para contarse cosas, lo que habla de un alto grado de intimidad entre los dos. A medida que pase el tiempo y vayan siendo mayores, las peleas irán quedando atrás y resurgirá con fuerza el amor que se tienen. Los adultos no tienen que sentir celos por ellos, ya que el vínculo entre hermanos, muchas veces, deja a los papás afuera de su mundo”.

Caso 2: hermanas de 4 años y de 8 meses
Los padres de estas chiquitas, hace aproximadamente un mes, pasaron a la beba al cuarto de su primogénita, pensando que todo iría bien. El tema es que, más de una vez, la que aparece durmiendo en la cama de los padres es la mayor, aduciendo que la chiquita lloriquea de noche o “hace ruiditos” y no la deja dormir.
Palabra de especialista: “Esta es siempre una excelente excusa para el hermano mayor porque “pega” donde duele y los padres se sienten culpables. Es el mejor momento, aunque una se sienta agotada, para volver a educar a la hija mayor para que duerma en su habitación. Una buena opción es ponerle un CD con canciones a muy bajo volumen para que tape esos “ruiditos” de los que se queja”.

 

Deco: un cuarto para dos
Hay varios trucos que permiten “dividir para que reine la armonía”. Aquí, algunas ideas del arquitecto Mika Jury.

* Arriba las camas. En lugar de camas marineras, las dos camas pueden colocarse 1.6 metros del piso. Con las camas arriba, debajo sobra espacio. Allí se pueden colocar escritorios, pequeños placares con estantes y hasta perchas.

* Divide y reinarás. El cuarto de los chicos debe ser flexible para que ellos puedan estudiar, dormir o jugar ya sea juntos o separados. Un biombo o un mueble con rueditas puede ser la solución.

* Ojos que no ven…. No es necesario usar divisiones muy altas, lo importante es que establezcan un límite y oculten de las miradas a los chicos cuando están sentados, estudiando o durmiendo.

* Luz a medida. Además de la luz general del cuarto, algunas lámparas dirigidas al rincón de cada chico generan intimidad y pertenencia.

* Rincón personalizado. Cada hermano tiene que tener su espacio virtual o real. Se recomienda permitirles que le pongan su toque personal a distintas paredes. Un panel de corcho y algo de color ayudan.

* Aprovechar el ángulo. Una mesada en “L” marca dos sectores. Las cajoneras rodantes son un excelente recurso.


Texto
: Adriana Aboy
Asesoró: Marina Doeyo, licencianda en Psicología.