Son jóvenes y talentosos. No diversifican su producción, todo lo contrario: mantienen el espíritu artesanal en cuanto a la realización pero sin perder de vista el negocio, para que sus creaciones no se limiten a la categoría de hobby sino que se transformen en una actividad rentable. Hablamos del llamado calzado de autor, que se diferencia de las grandes marcas en que no producen en serie y grandes cantidades, sino que se manejan con cantidades más pequeñas que, a la vez, les permite no perder de vista los zapatos ni a la clienta.
En general, no adscriben a las modas, aunque respetan el gusto general y apuestan a los materiales nobles, duraderos. Lejos de temerles a los colores, en algunos casos son la mayor apuesta. De esta manera, por forma, textura y color, cada vez más clientes buscan este tipo de calzado, que les permite tener diseños diferentes, que le dan personalidad al look. No es casual que muchas de estas empresas hayan obtenido el Sello del Buen Diseño, la distinción oficial que otorga el Ministerio de Industria de la Nación a aquellos productos que se destacan por su innovación, su apuesta a la producción local, su posicionamiento en el mercado y su calidad de diseño.
Texto: Florencia Romeo.
Fotos: gentileza de las empresas.