Internet de las cosas cambiará la faz de los hogares y permitirá tener información al minuto del transporte y de nuestros movimientos por la ciudad en la que vivimos, o de nuestras constantes vitales.
Ya existen persianas, cámaras de seguridad, equipos de refrigeración que pueden controlarse desde un Smartphone. Sin embargo, esto no es nada con respecto a lo que está por venir. Pronto se podrá manejar toda la iluminación de la casa, saber desde el supermercado qué alimentos hay y cuáles faltan en la heladera, o habrá un sistema que en casa nos dirá los ingredientes que deba tener nuestra cena según la actividad y el consumo calórico del día. Y también habrá autos que se estacionarán solos. En la Argentina ya se fabrican, entre otras cosas, tachos de basura que informan su nivel de llenado; skates con chips que «tiran» toda la estadística del usuario y valijas y mochilas inteligentes. Ya se puede tener en el país un auto que «avise» cuándo se debe cambiar el aceite, cuándo renovar los neumáticos o cuándo hacer el próximo service.
Hay que distinguir dos grandes tipos de tecnologías de Internet de las Cosas: por un lado está todo lo vinculado a dar soluciones prácticas a las empresas, para que optimicen ciertos procesos, y por otro, todo lo relacionado a artículos que usa una persona en particular. En el primer caso está, por ejemplo, un sensor especial que administra el riego de un cultivo acorde a la humedad que detecta en el suelo, mientras que en el segundo se destaca la mochila inteligente, que sirve para cargar diferentes dispositivos y que además cuenta con una serie de discos en los que se puede almacenar material multimedia.
SIGLO XXI
* Quitbit es una aplicación mobile que se conecta con un encendedor y tiene como objetivo que la gente deje de fumar. En esa aplicación se registran todas las veces que alguien fuma. El encendedor se integra con bluetooth con el celular y cada vez que se usa el encendedor se prende una luz en el smartphone.
* AMPL es una mochila inteligente que tiene una serie de baterías para cargar los dispositivos móviles. Además cuenta en su interior con un servidor con discos que permiten guardar material multimedia. Con el celular, por medio de bluetooth, se “habla” con la mochila, se puede acceder a todo ese material y también ver cuál es la carga de cada dispositivo.
* En el rubro deportes se destaca Syrmo, un «skate inteligente». Se le instala un sensor a la patineta que detecta cuáles son los trucos que se hacen y permite viralizar esa información entre la comunidad de amigos.
* Bluesmart es una valija inteligente, que puede ser controlada mediante el celular: permite al dueño cerrar y abrir el candado, conocer el peso, saber la ubicación y recibir notificaciones y reportes sobre el viaje. Este producto incluye un chip, GPS y diversos sensores que se comunican vía bluetooth con el celular y la red.
COMUNICACIÓN M2M
El desarrollo de Internet de las cosas implica también que cada vez más las conexiones a Internet serán entre máquinas, y no entre personas que se mandan un mensaje por correo electrónico o mensajería instantánea. Es lo que en el sector se conoce como comunicación M2M (machine to machine, máquina a máquina), y que hará posible que cientos, miles de millones de sensores y chips repartidos por todos sitios comuniquen los datos que registran, ayudando así a regular el tráfico de las ciudades o a medir el consumo de energía del alumbrado público.
OBJETOS QUE HACEN VISIBLE LO INVISIBLE
Un objeto conocido como silla, por ejemplo, a simple vista puede seguir siéndolo, sin embargo, gracias a la Internet de las cosas también pueden convertirse en un objeto que informa datos valiosos sobre nuestra salud. La silla inteligente parece una silla normal, pero bajo el respaldo y el asiento tiene unos pequeños sensores que detectan continuamente la postura del usuario. Dichos datos son enviados a través de un módulo inalámbrico a unos servidores que los analizan, los almacenan y generan patrones que sirven para conocer si la persona adopta una postura apropiada, si pasa demasiado tiempo en la misma posición o si no realiza suficientes descansos. Toda esta información puede ayudar a que dicho usuario cambie su postura y así obtenga un alivio de los dolores de espalda que suele sufrir.
En los últimos años, han surgido productos que generalmente consisten en una pulsera o clip que el usuario lleva puesto o viste, y que monitoriza su nivel de actividad gracias a un acelerómetro integrado. De este modo es posible percibir si el propietario está en reposo, camina a ritmo normal o corre apresuradamente. Con toda la información capturada a lo largo del día se lleva a cabo un análisis para determinar si la actividad diaria genera un consumo calórico apropiado o insuficiente para dicho usuario, motivándole a establecer metas como ir caminando a trabajar dos días a la semana o practicar más ejercicio a diario.
Estos productos hacen visible lo invisible: permiten revelar datos que siempre han estado ahí, pero nunca se han medido. Estos productos y muchos otros son o están a punto de ser realidad, aunque muchos de ellos no se encuentren extendidos popularmente, ni integrados entre sí para mayor comodidad del usuario. Estamos presenciando el prólogo de la historia de los productos inteligentes conectados a internet, y aún quedan muchos retos por resolver. Están para quedarse. Pero sobre todo están para ayudarnos, en un horizonte que se presenta fascinante.