“Respetando su entorno y aprovechando las visuales, la casa intenta hacer propia la atmósfera del lugar, disponiéndose sobre uno de los bordes del terreno, abriéndose hacia el norte y hacia el propio bosque, tratando de dejar la mínima huella”, resumen los arquitectos Federico Azubel, Ignacio Trabucchi y Walter Viggiano, socios del estudio ATV, y cuentan que al recibir el encargo de proyectar una casa en el bosque debieron hacer el ejercicio de “traer al frente” los sentidos para reconocer el entorno.
En la visita al terreno inmerso en un bosque de pinos, acacias, cortaderas y eucaluptus, los proyectistas buscaron que las sensaciones del sitio, la soledad, el silencio, la brisa, los invadieran para luego reflejar esas sensaciones en la arquitectura. “Así es como se hace presente el territorio, con un rayo infrecuente de sol que marca sombras en el suelo de un laberinto de troncos de todo tipo. También hay dunas recubiertas de pinochas que definen una superficie continua, como una trama sin terminar que se pierde en el paisaje”.
Los materiales elegidos para transmitir esas sensaciones son el hormigón y la madera. El primero conforma la estructura que, con sus diferentes texturas y dimensiones, define los límites de los espacios y se hace presente potenciando la planta liberada del sector público de la casa: “Tres tabiques soportan las losas que, a su vez cuelgan, de las vigas superiores, posibilitando que el espacio sea totalmente etéreo en cuanto a sus límites”, explican los autores. Además, las carpinterías se pueden abrir en su totalidad conformando un espacio continuo semicubierto, donde el límite es el bosque.
La madera de la Guayubira (dura y de veta irregular) es el otro material protagonista, que da forma a todos los volúmenes y tabiques. “Es el elemento capaz de definir las posibles relaciones de límites espaciales que pueden generarse en cuanto al entorno. Estos límites se hacen difusos, son manipulables”, explican los arquitectos en referencia a los paneles de madera que se pueden abrir, cerrar, mover, separar, y así definir las distintas relaciones espaciales de la casa con su entorno.
En cuanto al programa de la vivienda, los arquitectos tuvieron una intencionalidad transgresora: el acceso principal tiene lugar a través de un patio apendicular a la explanada que conforma y recorre las expansiones desde la calle. Ese patio divide el sector del estudio y de la parte pública de la casa (estar comedor, cocina y sector de parrilla). En la planta alta, los espacios de dormir quedan definidos por la ubicación de un núcleo húmedo (baños) y los tabiques de madera, que permiten vincular o desvincular los lugares estableciendo diferentes dinámicas. Desde este nivel se accede a un mirador para contemplar el bosque desde otra perspectiva.
“La transición del espacio público al privado se realiza a través de una circulación vertical que le propone al sujeto, a medida que lo recorre, diferentes relaciones sensibles en cuanto a la luz y a las visuales”, destacan los proyectistas.
Ficha técnica
Casa Marino
Autores: ATV arquitectos (Azubel-Trabucchi-Viggiano).
Ubicación: Pinamar, provincia de Buenos Aires.
Equipo de proyecto: Arq. Karina Pafundi, Arq. Damián Parodi.
Gerente: Arq. Vanesa Lijdens.
Dirección de obra: Arq. Vanesa Lijdens.
Colaboradores: Arq. Soledad Melillo.
Asesor estructural: Ing. Ángel Santos.
Asesor de paisaje: Estudio Bulla.
Año: 2014.
Superficie: 450 m².
Texto: Arq. Paula Baldo.
Fotos: Albano García.