Retomar los horarios rígidos después de las vacaciones no es tarea sencilla. Y los chicos necesitan tiempo para volver a habituarse a rutinas más rígidas y horarios más estrictos. Así que es hora de empezar a incluirlos gradualmente en las rutinas y así hacer que la vuelta a la escuela sea del todo feliz.
• De a poco: los hábitos se forman en la repetición, por lo cual es imprescindible que comiencen varios días antes y que se vayan incorporando en etapas. Aunque los chicos ya saben de qué se trata, les cuesta salir del estado de ocio y relajación de las vacaciones.
• Empezar por algún lado: la hora de ir a la cama y de levantarse, la apagar la tele y cenar, los límites en los tiempos de juego y en el uso de la computadora son las cosas que va a ser necesario modificar. Es un error intentar que cambien todos de un día para el otro. Empezar por alguno y luego ir acomodando el resto.
• Hablarlo con ellos: no se trata de imponerles, sino de explicarles que hay que empezar a prepararse para la vuelta a las actividades. Generar entusiasmo por la etapa que se viene es fundamental para que el cambio sea armónico y positivo.
• Acompañarlos: el ritmo de toda la familia debe empezar a modificarse para que los chicos no sientan que son sólo ellos los que deben hacer un “esfuerzo”. Hay que hacer cambios graduales pero sin que se pierda el espíritu de las vacaciones, porque lo cierto es que todavía no terminaron. Compartir con ellos los nuevos horarios.
• Iniciar alguna actividad: a veces se comete el error de creer que hay que exprimir las vacaciones durmiendo hasta el mediodía hasta el último día. Es al revés: encontrar una actividad física, artística o lúdica que les arme una pequeña rutina en las últimas semanas del receso ayuda a que sea más fácil el retorno a la jornada escolar. También es importante que no se corten todos los planes de diversión y ocio al comenzar las clases.
• Cuidado con la exigencia: la escuela ocupa un lugar central en la vida de los chicos a lo largo de todo el año, por lo que es importante que en todo momento se viva como algo positivo. Para eso, hay que estimularlos sobre lo que se viene y una de las maneras es empezar a leer un libro, comprar algunos útiles -uno o dos especiales, no un montón-, hablar de lo que van a aprender en el año que empieza. El entusiasmo tiene que ser de los dos padres y en el caso de las familias ensambladas también debe incluir a las parejas.
• Ser ordenados: no se les puede exigir que se despierten temprano si se acuestan tarde ni que se acuesten temprano si cenan tarde. Por lo tanto, los horarios pueden ir modificándose lentamente, de a 15 minutos por día, con el cambio de la hora a la que oscurece.
Asesoró: Lic. Beatriz Goldberg, psicóloga especializada en temas de familia y autora de los libros Tuyos, míos, nuestros y Tengo un adolescente en casa ¿qué hago?, entre otros.