Parque Geológico Nacional de la Danxia de Zhangye: en la provincia de Gansu, al noroeste de China, se encuentra uno de los lugares más extraordinarios de este inmenso país. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2010, se trata de una formación rocosa única que, a raíz de la acumulación de areniscas y minerales a lo largo de 24 millones de años, produce una gama de colores similar a la del arcoíris pero en la tierra. Su origen está relacionado con la acción de las mismas placas tectónicas responsables de crear parte del Himalaya. Además del color, su particularidad radica en la forma en que el viento, la lluvia y el tiempo han esculpido las montañas con forma de torres, columnas y barrancos.
Con una superficie de 520 km², es conocido por sus montañas de colores y su particular relieve –llamado danxia (nubes rosadas)-. Está situado en las laderas septentrionales de las montañas Qilian, en los condados de Linze y Sunan, pertenecientes a la ciudad de Zhangye, a una altitud de entre 1.500 y 2.500 msnm.
A pesar de su antigüedad, recién hace una década el lugar se convirtió en un destino turístico. Fue luego de un jurado de periodistas chinos lo eligiera como una de las zonas más bellas del relieve Danxia. En la actualidad, cuenta con una serie de pasarelas de madera y vías de acceso para ayudar a los visitantes a explorar las formaciones rocosas y en los últimos años se han mejorado las instalaciones e infraestructura.
Lago Hillier: en la isla Middle, la más grande del archipiélago Recherche, se encuentra uno de los lagos más raros del planeta: sus aguas son de color rosado casi chicle. Ubicado en la costa sur de Australia Occidental, tiene unos 600 metros de largo y unos 300 de ancho, está rodeado por un borde de arena y un frondoso bosque de eucaliptos y corteza de papel. Lo más impactante, cuando se lo ve desde el aire, es su cercanía y contraste con el azul turquesa del océano antártico. Es que está ubicado muy cerca de la ciudad costera de Esperance, separado por apenas una franja angosta de médanos de arena cubiertos de vegetación. Lo más llamativo, luego de su color, es que aun no se sabe con exactitud la razón por la que las aguas del Lago Hillier tienen ese color rosa tan contundente que -a diferencia de otros lagos y lagunas- no se debe a un efecto visual ni a la conformación del piso. Lo más cercano a esa explicación es que el pigmento que lo tiñe sería creado por las bacterias que viven en la costra de la sal.
Además de visitar esta maravilla natural, es un lugar especial para los amantes de las aves, ya que alberga una gran variedad de especies tanto nativas como migratorias. Por su cercanía con la ciudad costera y turística de Esperance, el lago recibe gran cantidad de visitas que además pueden realizar allí una multiplicidad de actividades tales como equitación, windsurf, remo, ciclismo, pesca, buceo, y hasta observación de ballenas entre mayo y octubre. El lugar tiene también museos históricos y arqueológicos muy ricos, y una gama amplia de opciones de playas.
Caño Cristales: ubicado en ubicado en la sierra de la Macarena, al norte de Colombia, este río de apenas 100 kilómetros de largo y no más de 20 metros de ancho –por eso se lo llama “caño”- es una continuidad de rápidos, cascadas, pozos y descansos. Pero ni eso ni sus aguas completamente cristalinas que dejan ver en toda su extensión el fondo, son lo que cautiva a los visitantes: las plantas acuáticas y algas de distintos colores que crecen en su cauce lo convierten en un curso de agua multicolor: principalmente rojo, amarillo, verde, azul y negro, pero con una infinitud de variaciones dependiendo desde dónde se lo mire y a qué hora del día. Las rocas de la Macarena, que son las que forman el lecho del “río de los cinco colores”, datan de una antigüedad de alrededor de 1200 millones de años se extienden hacia occidente por el llamado Escudo Guyanés de Venezuela, Guayana y Brasil.
El arcoíris “derretido” que se forma en las aguas del Caño Cristales cobra un efecto aun más fantástico en los pequeños pozos que tiene el lecho rocoso. La magia se completa con la hermosa vegetación que rodea el río: la selva húmeda subhidrofítica y sus 420 especies de aves, diez de anfibios, 43 de reptiles y ocho de primates. Lo llamativo es que no hay peces allí por las características de sus aguas.
La llegada no es fácil pero vale la pena: desde la localidad de Villavicencio –a donde se puede volar desde Bogotá o Medellín- se arriba a La Macarena. Luego, hay que cruzar en lancha el río Guayabero, abordar un auto y caminar alrededor de 3 kilómetros hasta el ingreso del Parque Caño Cristales. Y la época para visitarlo es de junio hasta diciembre, que es la época lluviosa, cuando se ven los colores en su esplendor.
Texto: Paula Bistagnino