Son primas lejanas y tienen una pasión en común: la carpintería y el arte. Sin embargo, y a pesar de ser las dos tucumanas y vivir allí, se conocieron “de casualidad” a través de una amiga en común. Y así, sin que pudieran imaginarlo, empezó a gestarse La vaga duerme. Zahía Caram (32), después de incursionar en la carrera de Psicología se volcó a las Artes Plásticas, cursó la licenciatura en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), pinta y además hace cerámica. “Ambos son oficios milenarios y ambas trabajan con materias primas naturales y primordiales: la madera y la misma tierra. El contacto con estas debe ser respetuoso ¡y hasta amoroso diría yo! Y reconforta el alma porque nos lleva a los orígenes mismos de nuestra condición de humanos”, dice. Su socia es Alexia Caram (37), también carpintera y también ex estudiante de Psicología. “Nací y viví acá desde siempre, excepto un año en Alemania cuando era adolescente. Me gusta que Tucumán sea selva y montaña, aspectos de ella que logran que permanezca y elija vivir aquí. Soy del mítico Barrio Sur de esta ciudad”, cuenta Alexia y relata la causalidad-casualidad que atraviesa este emprendimiento: “Somos primas lejanas pero nos conocimos recién de adultas por medio de una amiga. A principios del año pasado nos volvimos a encontrar durante la entrega del Capital Semilla, un crédito que otorgaba el Ministerio de Industria de la Nación para Emprendedores. Inmediatamente coincidimos en que, uniendo fuerzas, el camino hacia nuestro sueño de montar un taller profesional sería mucho más sencillo y alegre”.
-¿Cuándo y cómo comenzó el emprendimiento?
-Alexia: Zahía y yo habíamos comenzado individualmente nuestros propios emprendimientos de carpintería, haciendo muebles a pedido. Ambas estudiamos en la misma época pero no en los mismos lugares. Fue así como creamos “Las Caram – Carpintería de Diseño“. Nos gusta esta idea de ser carpinteras, primas, amigas y, ante todo, mujeres. Desde el primer momento, nos hemos sentimos muy compañeras y no solamente socias.
-Zahía: La Vaga Duerme fue un proyecto que Alexia había empezado a investigar tras encontrar esta reposera –de tipo “perezosa”, un modelo inglés del siglo pasado– en la casa de un abuelo. Estaba oxidada y abandonada hacía muchos años pero su funcionamiento seguía siendo impecable. Una comodidad de otra época. Me entusiasmó su aventura con este proyecto que ahora sería de ambas.
-Y decidieron transformarla…
-A y Z: Hicimos la traducción del metal a la madera y le otorgamos diseño. Probamos distintas maderas hasta llegar a las más idóneas, innovamos funcionamientos y estructuras nuevas e incorporamos facilidades que a nosotras mismas nos resultaban útiles. Y así comenzamos a crearla y a creer en nosotras mismas como emprendedoras en este viaje que recién comenzábamos (y seguimos haciéndolo). Es así como la reposera se transformó en nuestro producto mimado.
-¿Cómo describirían a su producto mimado?
-A y Z: Es un mueble de tamaño generoso y comodidad irresistible que genera un vínculo íntimo con el usuario. Por su estructura extensible, va de 90° a 180° recorriendo todas las posiciones intermedias de de descanso con un sutil vaivén. Esto se logra a partir la distribución del peso del cuerpo sin necesidad de levantarse y quebrar el momento de relax y placer. Es diseño para exterior, decks, balcones, livings, interiores. Es plegable y liviana, por lo que se la puede tener en espacios reducidos. A nivel estético, tela y madera son consideradas hojas en blanco; invocar la creatividad y marcar el estilo propio. Por eso fue hecha con un sistema desmontable que permite cambiar la lona, lavarla, renovarla.
-¿Qué aprendieron en el camino de ser emprendedoras?
–Alexia: Que no siempre todas las ideas son buenas y que los fracasos son inevitables hasta que una logra encontrar aquello por lo que lucha. A las oportunidades hay que aprovecharlas y jugarse.
También, que este es un camino de autodescubrimiento: vas conociendo tus límites, descubrís y explotás tus potencialidades y cualidades que a veces han pasado desapercibidas. Ser emprendedora te abre una puerta a la libertad, la independencia y la autodeterminación.
-¿Con qué dificultades se enfrentaron en ese camino?
– Zahia: Otra de las coincidencias que tenemos es que las dos comenzamos en el oficio de la carpintería después de haber recorrido caminos diferentes, si bien nos gustaba de toda la vida, empezar a los treinta y pico con algo nuevo siempre es un poco difícil, pero también implica un aprendizaje constante, significa estar atentas y con la apertura suficiente para que ese aprendizaje suceda, entonces cada problema, cada obstáculo, cada dificultad se vuelve un capital de conocimiento invaluable.
-¿Qué cualidades se necesitan para ser un emprendedor?
-Zahía: Cuando se trabaja independiente es importante ser constante y disciplinada. Muchas veces no tener la presión de una estructura externa (jefe, oficina, depender de otras instancias, etc.) puede jugarnos en contra, particularmente a mí me costó mucho organizar el resto de mis actividades y mantener un ritmo constante de trabajo, por suerte esta Alexia que me apuntala y acompaña. Y aunque parezca increíble, aún en el siglo XXI hay personas que se incomodan con dos mujeres que hacen el trabajo “de hombres”. Por suerte, cada vez son menos los que piensan así y en Tucumán cada vez somos más las mujeres que nos sentimos cómodas y libres de hacer lo que más nos gusta.
-¿Qué consejos les darían a quienes tienen un proyecto y no se animan?
-Alexia: Que sigan y resistan aunque no sea fácil, aunque hayan problemas y obstáculos y esto exija mucho esfuerzo mediante. No siempre las cosas resultan del modo establecido o sencillo. La palabra clave es la paciencia. Hay que buscar alternativas a todo momento porque no hay un único camino ni un trayecto ideal para concretar un proyecto.
-¿Qué se necesita para largarse y sostenerse?
-Zahía: Tener confianza en una misma, más allá de todos los prejuicios o dudas, este es el ingrediente fundamental para enfrentar cualquier desafío en la vida. Fundamental también es un objetivo claro, una idea, un sueño, aquello que nos apasiona y por lo cual queremos dar todo y más que un punto de llegada es en sí mismo camino a recorrer. Como decíamos antes, la disciplina y la constancia son importantísimas, una nos da un ritmo firme y la otra nos ayuda a no bajar los brazos ante los problemas. De todas formas todo esto no nos serviría de nada si no estamos enamoradas de nuestro proyecto y apasionadas por lo que hacemos. Tampoco habríamos podido emprender este proyecto sin el apoyo de nuestras familias y sin el consejo de nuestros amigos. Y tuvimos la suerte de acceder a un crédito de incentivo a jóvenes emprendedores del Ministerio de Industria de la Nación. Que casualmente se llama Capital Semilla, nosotras teníamos la idea, el entusiasmo, las ganas, ese germen que este impulso ayudó a crecer, y que esperamos que lo siga haciendo.
-¿Qué le aportó o sumó a sus vidas encarar una empresa propia y cuáles son las satisfacciones cotidianas que tiene esto?
-Alexia: La confianza y la alegría en nosotras mismas de poder realizar una idea y empezar a vivir de ella. Vernos compañeras en un proyecto compartido, darle amor a lo que vamos creando. Poner en práctica nuestros pensamientos y elecciones sobre lo que hacemos. Vernos avanzar hacia nuevos espacios. Como dijimos, sentimos cierta libertad y ese aire fresco que tienen los sueños cuando comienzan a asomarse como un hecho concreto, tangible. Asumir el mando de un proyecto implica un sacrificio del 100%, pero también una satisfacción completa, es así como la presión y el trabajo dan sus frutos, y una se puede ver reflejada en ellos con todo orgullo.
–¿Cuáles son los proyectos y los sueños?
– Zahía: Ahora estamos abocadas al diseño y producción de nuevos muebles para interior, conservando la identidad de La Vaga Duerme: calidad, diseño, comodidad y el sello de la mano artesana. ¡Queremos que la familia se agrande! Los sueños son aquello que nos mantiene vivos, o al menos aquello que hace que nuestra existencia sea más que existir. Son nuestro motor y nuestro combustible…
Texto: Paula Bistagnino