Clara Barceló habla con pasión de su trabajo, que es también su empresa propia. Estudió Diseño de indumentaria en la UBA y después de una experiencia en la que vio que podía ella sola ser responsable de todo el proceso productivo de un zapato, se propuso y se animó a la marca propia. Así, a los 22 años, se largó en el camino de ser emprendedora y fue dándole identidad a una marca desde cero. “Hago diseños exclusivos, con mucho valor agregado y gusto por lo artesanal. Buscamos que el producto sea único, por eso invertimos muchísimo tiempo en los desarrollos, probando nuevos materiales y texturas”, dice la joven, nacida en San Isidro, que hoy ha logrado, con trabajo y seguridad pero no sin obstáculos, llevar adelante una empresa: “Nuestro principal objetivo es que el producto hable por sí solo”.
-¿Cuándo y cómo nació la emprendedora en vos?
-Siempre me gustó la moda, cuando era chica mi mama tenía un negocio de ropa de chicos y a mí me encantaba acompañarla a los talleres, a comprar telas. Y ya de chica me hacía mi propia ropa y me encantaba agarrar alguna camisa de mi papá y transformármela en vestido o ropa de mi abuela para reciclar. Después de trabajar 2 años de asistente de diseño en una fábrica de zapatos un día junté coraje y me animé a lanzar mi propia línea.
-¿Por qué te decidiste por los zapatos y carteras?
-Me pidieron que diseñe sandalias para un local de ropa de chicos y al ver que era capaz de ocuparme de todo el proceso de diseño y productivo trabajando de manera independiente y consiguiendo proveedores que trabajaran responsablemente, me gustó la idea y decidí probar con una pequeña tanda de zuecos que tuvo muy buena aceptación. Encontré un nicho que no estaba muy explotado y decidí incursionar por ese terreno, armando una propuesta de diseño muy exclusiva con mucho trabajo artesanal.
-¿En qué te inspirás para crear?
-No hay alguna inspiración definida. Siempre en todas las temporadas hay un hilo conductor que es el trabajo artesanal, las terminaciones rústicas, el mix de texturas… Y hay elementos que van variando en cada temporada. Cada modelo tiene su identidad propia y son bien diferentes entre sí. Me gusta viajar, pero más que nada para conocer otras culturas, olores, colores. Me gusta la diversidad y trato de que cada colección sea lo más amplia posible en cuanto a estilos.
-¿Qué mujeres buscan tus zapatos?
-Nuestro mayor público está concentrado en mujeres de entre 27 y 50 años pero tenemos de todo. Hubo casos de señoras de 70 años que son fanáticas de nuestros zapatos y también algún hombre osado que se animó a ponerse unas zapatillas con animal print. ¡Son todos bienvenidos! Dentro de la propuesta intento que sea lo más abarcativa posible en cuanto ocasión de uso. Siempre hay zapatos que son para usar todos los días (¡yo los llamo los 4 x 4!), también zapatos para alguna comida o evento sport a la noche y a partir del verano pasado, empezamos a hacer zapatos de fiesta. Nuestro fuerte son las texanas, asique siempre incluimos alguna en la colección, sea verano o invierno.
-¿Qué es lo que diferencia a tus producciones?
-El camino es mucho más complejo que traer una muestra de afuera y mandar a copiarla, pero las clientas saben que nuestros productos son tan únicos, que si no los compran en nuestros locales no los van a conseguir en otro lado. Esto hace que tengamos clientes que se fidelizan con la marca y vuelven todas las temporadas en busca de algo nuevo. Nos gusta pensar todos los detalles, desde el nombre del zapato hasta su packaging, que es una caja que tiene una manija para que las clientes se cuelguen la caja directamente tipo cartera y no hace falta bolsa para llevar los zapatos.
Los zapatos son 100% cuero en la capellada y también en el interior. Esto hace que el costo sea un poco más elevado, pero termina siendo un producto muy confortable que se amolda al pie y tiene el irresistible olor a cuero genuino argentino.Muchas veces viene gente al local que nos cuenta que conoció la marca porque vio a una chica en la calle con unas botas que le encantaron y la frenó para preguntarle de dónde eran y así llegó al local.
-¿Cómo surgió lo de los nombres de los zapatos?
-Surgió un día mientras nos divertíamos poniéndole nombres para uso interno nuestro porque si llamábamos a los zapatos por número de artículo o código era muy difícil aprendérselos a todos porque no tenés de dónde agarrarte para armar una regla mnemotécnica si son sólo números. Nosotros les terminábamos poniendo nombres relacionados a alguna característica del zapato así nos acordábamos. Por ejemplo, había uno que tenía una costura artesanal bien gruesa que parecía el repulgue de una empanada y lo llamábamos “empanada de atún”. Hasta que un día, nos pareció divertido compartir este “juego” con nuestras clientas y empezamos a publicar los modelos en las redes sociales con su nombre arriba y la gente se enganchó muchísimo y hoy en día llaman a cada zapato por su nombre y es muy divertido. Tenemos un modelo que se llama “Margaritas a los chanchos”, “Donde manda capitán”, “Tacha & go”, “Que noche Teté” y un montón más. Nos divertimos muchísimo todas las temporadas “bautizando” los modelos y ya pasó a ser una parte fundamental de la esencia del negocio.
-¿Con qué dificultades te encontraste en el camino de ser emprendedora?
– Hubo muchos momentos duros a lo largo de este tiempo. Creo que lo más complicado y lo que me dio más dolor de cabeza fue lograr conseguir proveedores responsables que cumplieran con los tiempos y la calidad que necesitamos. A medida que el negocio fue creciendo, aumentó la responsabilidad y las exigencias. Fue muy difícil conseguir gente responsable, que cumpla y planifique la producción para poder entregar a tiempo. Ahora tengo 28 años y cuando arranqué tenía 22, otra dificultad grande fue hacerme respetar por gente mayor que yo. Lograr que tomaran en serio lo que yo les pido y que a pesar de ser chica siempre hice las cosas de manera muy responsable pero no fue fácil darle instrucciones o exigirle a gente mayor que pensaban que yo estaba jugando. Me costó mucho, me equivoque un montón, aprendí muchísimo y siempre me apoyé en mi familia, mis amigos, escuche consejos de gente con experiencia en el rubro o en los negocios y empresas en general. Lo lindo de este trabajo es que todos los días aprendo algo nuevo y eso me motiva mucho.
-¿Qué consejos le darías a quienes están iniciando ese camino o tienen el proyecto?
-Es muy difícil dar consejos. Cada proyecto es muy particular. Yo siempre tuve la meta muy clara y no me importó hacer lo que sea necesario para ir acercándome cada vez más a esa meta. En el camino encontrás piedras y hay que ir viendo como sortearlas. No tengan miedo de equivocarse y de pedir ayuda. A mí me gusta mucho leer historias de gente que tuvo proyectos y conocer los detalles del camino hacia lograr posicionarse. Soy muy curiosa y me gusta aprender. Eso me mantiene activa. Con ganas y mucho amor, todo es posible.
Más información: www.clarabarcelo.com
Texto: Paula Bistagnino.