Muchos padres se preguntan ¿los chicos de ahora son más ansiosos? En realidad, por el ritmo de vida acelerado con el que se vive muchas personas están más estresadas. Y los niños replican el parámetro ansioso de los padres. Algunos llegan a conformar un trastorno de ansiedad. Los más comunes son:
Trastorno de ansiedad de separación: malestar excesivo cuando se separa de las figuras de apego -la madre, el padre u otra persona cercana-. Por ejemplo, no se adaptan a comenzar el jardín luego de un plazo considerable.
Trastorno de ansiedad social: timidez excesiva ante personas con las que el niño no tiene confianza, y un profundo temor a ser evaluado negativamente.
Fobias específicas: las más comunes son el temor a los perros, a los insectos, a las tormentas.
Trastorno generalizado de ansiedad: es una combinación de preocupaciones exageradas e ingobernables. El niño siempre está preocupado por diferentes motivos. Su cabeza nunca para.
Trastorno por estrés postraumático: cuando el niño ha sufrido o presenciado un evento que puso en riesgo su vida o la de los demás, muchos lo manifiestan con pesadillas, temores y juego repetitivo.
Trastorno de pánico: crisis de intenso miedo o malestar acompañado de cuatro o más de los siguientes síntomas corporales y cognitivos: palpitaciones, sensación de ahogo, hormigueo en los dedos, sensación de atragantamiento, temblores, sudoración, molestias abdominales, mareos.
Trastorno obsesivo compulsivo: el pequeño presenta obsesiones y/o compulsiones. Generalmente son comportamientos repetitivos para disminuir la ansiedad o evitar que pase algo malo, aunque suelen ser absurdos o excesivos.
¿Cómo detectar si la ansiedad es patológica?
Se evalúa la intensidad, frecuencia, duración de los síntomas y el malestar social que le provocan. Siempre es conveniente tratar los síntomas de ansiedad a tiempo para evitar que se cronifique el temperamento ansioso.
Para tratar la ansiedad se utilizan diferentes técnicas, todas científicamente comprobadas, que ayudan al niño y a la familia: Psicoeducación (el terapeuta le explica al niño que es lo que le está pasando en un lenguaje sencillo y adaptado a su edad. También le proporciona material a él y a la familia para trabajar juntos); Mindfulness (movimientos suaves de yoga y ejercicios de meditación); diferentes técnicas de respiración y relajación; exposición gradual en vivo y de forma imaginaria a situaciones temidas; Restructuración cognitiva (se hace un registro de los pensamientos que disparan conductas ansiosas y en ocasiones disruptivas y se trabaja con el niño para que aprenda a autorregularse); Modelado (una persona del entorno, el terapeuta, alguno de los papás, un hermanito o amiguito, realiza alguna de las conductas temidas para servir como modelo, para que el pequeño vaya perdiendo el temor); Resolución de problemas (se busca información sobre el problema, luego se lo define, se piensan diferentes métodos de resolución, se implementa y luego se hace un seguimiento y evaluación de los resultados obtenidos); Entrenamiento en asertividad (se le enseñan técnicas de comunicación para que el niño pueda expresar sus sentimientos); Refuerzos (se le brinda refuerzo social y a veces tangible por todos sus logros e intentos).
¿Cuándo consultar con un especialista?
Cuando los padres tienen algún trastorno de ansiedad es conveniente consultar a un especialista porque el niño suele reproducir este modelo. También es conveniente ante alguna crisis en la familia o frente la demanda del colegio. O simplemente cuando lo vemos angustiado o demasiado temeroso. En los niños a veces la angustia se manifiesta en forma de rabietas y mala conducta.
CONSEJOS
La sociedad vive en un ritmo muy vertiginoso que pone ansioso a cualquiera. Generalmente si los padres están estresados los niños también lo absorben. Además hay mucha exigencia puesta en los chicos y tienen cada vez más responsabilidades: doble jornada escolar, inglés, natación, etc. Hay que respetar los tiempos de descanso en el niño y de puro juego. Apagando las pantallas de celulares, tablets, etc y tratar de que tengan más tiempo al aire libre y de ocio. Y en actividades gratificantes y no competitivas.
Más información: www.ceeta.org