Después de haber vivido durante mucho tiempo en una vieja casa en el centro de Udine, una pequeña ciudad en el noreste de Italia, Patrizia Moroso decidió que era tiempo de un gran cambio para ella y su familia: su esposo Abdou Salam Gaye (artista y diseñador senegalés) y sus tres hijos. Para construir la casa de sus sueños eligió un terreno en las afueras de la ciudad y al borde de un parque público, lo que le aseguraba una buena cuota de verde y la certeza de que no tendrían vecinos cerca.
Necesitaba alejarse del ruido pero no quería desconectarse de la empresa familiar. La semilla del emporio Moroso fue plantada por su abuelo en 1952, para convertirse en uno de los grandes referentes del diseño italiano en todo el mundo. Patrizia es la directora de arte de la firma y trabaja en estrecha relación con los diseñadores. Por eso, la nueva residencia debía ser concebida no sólo como vivienda, sino también como un lugar de trabajo para Patrizia, un espacio donde reunirse con sus colaboradores.
Resolutiva, la empresaria pensó en delegar el proyecto a una de las diseñadoras más talentosas de su staff, Patricia Urquiola, con quien no solo comparte nombre de pila sino una prolífica amistad.
Urquiola trabajó en colaboración con el arquitecto Martino Berghinz (quien fue su socio entre 2001 y 2008) y el resultado es una casa a imagen y semejanza de sus habitantes. Ambientes espaciosos, acogedores y coloridos, con grandes ventanales que permiten que la luz y la naturaleza ingresen sin filtros. El exterior es austero, con un revestimiento de madera de cedro en listones y tan solo un detalle de color en el marco de las ventanas.
La casa fue pensada desde adentro hacia fuera, para acomodar la agitada vida social de la familia y las reuniones laborales de Patrizia. En Senegal, de donde proviene Gaye, es usual que las familias se extiendan al grupo de amigos y son habituales las reuniones populosas. Entonces, la planta baja de la casa contiene espacios más públicos: una cocina, varias habitaciones, baño turco y piscina cubierta, y una sala de juegos para los niños. En esa planta también hay dos zonas de estar pobladas de muebles diseñados por el equipo que trabaja para Moroso, junto con tapizados y alfombras iraníes. El otro se abre a una terraza.
Arriba están los cuartos de la familia: una sala de estar, un comedor, otra cocina mucho más pequeña y los dormitorios. Urquiola intentó crear en la casa un paisaje italiano-senegalés, y es a la vez un gran contenedor neutro en el que se pueden fusionar ambas culturas de los esposos.
De hecho, los interiores son el reflejo de un desorden comedido, una suerte de catálogo de la firma: grupos de mesas y taburetes, sofás y sillas, almohadas, jarrones y cuencos. El arte se cuela por todos los rincones con pinturas coloridas, fotografías de gran tamaño y otros objetos, generalmente de artistas contemporáneos africanos y del mismo Gaye, quien, además de pintar, supervisa la producción de la colección de muebles M’Afrique (una colección presentada originalmente en 2009 en la feria del mueble de Milán).
Algunos de los muebles son prototipos de Moroso, como el sofá Rift, de Urquiola, en la sala de estar de la planta baja. Pero también hay algunas piezas que son simplemente rechazos del proceso industrial, como las sillas de plástico Ripple (diseñadas por Ron Arad). A Patrizia le gustó esa versión extraña de la silla producto de una falla de color en el proceso de moldeo: “Mi casa es una especie de lugar de prueba para mí y una extensión de lo que hago«, sostiene.
Fotos: gentileza de la empresa, Alessandro Paderni y Max Zambelli.