En pocos días, Melania Trump se convertirá en la primera dama de los Estados Unidos. Pero, ¿quién es ella? A diferencia de muchas otras primeras damas que han tenido un papel relevante en la política o de interés por lo social, la tercera esposa del polémico empresario multimillonario Donald Trump, un inesperado ganador de las elecciones tras dos períodos democráticos de Barack Obama, es sólo conocida –por ahora- por su belleza y pasado como modelo.
Nacida en el seno de una familia eslovena en la ciudad de Novo Mesto, en la entonces República Socialista de Eslovenia bajo el régimen de la República Federativa Socialista de Yugoslavia, Melanija Knavs comenzó su carrera como modelo con apenas 16 años. Alta, delgada, bella, no tardó en convertirse en una modelo requerida y famosa en Europa y los Estados Unidos: primero en Milán, luego en París, y después en Nueva York. Allí llegó en 1996 y pocos años después conoció a Donald en una fiesta de la Semana de la Moda de Nueva York en 1998. Pero fue en el reality show The Apprentice en 2004, donde conoció a Donald Trump, ya que participaron juntos. En enero del año siguiente se casaron y en 2006 tuvieron un hijo: Barron Trump, el primero de ella y el quinto de él. Ese mismo año se nacionalizó estadounidense.
Melania llega con polémica a la Casa Blanca: además de lo controversial de su marido, por sus discursos xenófobos y su vida lujosa y frívola, la ex modelo ha tenido ya sus propios traspiés. El más escandaloso fue el pasado 18 de julio cuando, durante la convención republicana en plena campaña electoral, pronunció en la convención republicana un discurso que su asistente había plagiado del pronunciado por Michelle Obama en la convención demócrata de 2008.
Sin embargo, el traspié no alcanzó para que su marido perdiera las elecciones y ella será ahora la primera dama. Incluso, muchos creen que es ella la que le aportará un poco de balance a la actitud impulsiva, desmedida y hasta brutal de su marido. En una reciente entrevista con la CNN, antes de las elecciones, ella contó que no le gusta el tono de su marido, y que se lo dice, pero que lo deja ser tanto como él a ella: “Los dos somos muy independientes. Yo le dejo ser quién es y él me deja ser quien soy. No intento cambiarlo, es un adulto. Él conoce las consecuencias. Yo le doy mi opinión muchas veces”. Él, en cambio, sólo tiene halagos para ella: dice que es un mujer increíble y la mejor madre.
Atípica por ser ex modelo –sólo hubo otras dos en toda la historia de los Estados Unidos-, la sucesora de la popular Michelle Obama tiene sin embargo puntos a favor que se cree que podrían sacarla del lugar de rechazo que hasta ahora sufre: son muchas las marcas y empresas que ya no quieren tenerla como modelo ni apoyarla porque no quieren quedar asociadas a su marido. Aun cuando eso probablemente los pudiera ayudar económicamente ya que, como sea, Trump tiene millones de votantes y admiradores alrededor del mundo.
Es que, al menos hasta hoy, Melania juega como la antítesis de su marido: tiene un perfil muy bajo y se maneja de manera correctísima, hasta algo naive. Incluso limitó mucho sus apariciones durante la campaña y dejó que el lugar protagónico fuera de Ivanka, la hija del primer matrimonio de Trump, que es también una de sus principales asesoras. Y se prevé que, tal como es el papel tradicional de las primeras damas, se ocupe de tareas sociales y de caridad, algo que –se dice- ella ya hacía desde sus tiempos de top model. Para ver qué sucede, hay que esperar hasta el 20 de enero, cuando Donald Trump asuma la presidencia y Melania esté en todas las portadas de diarios y revistas del mundo.