Mujeres de todas las edades, por hobby, por entretenimiento, como terapia o pensando en emprender algo, se reúnen a tejer. Aprenden de cero, perfeccionan técnicas que habían aprendido de chicas, buscan nuevas técnicas. Por lo que sea, tejer está de moda.
“Toda la vida me encantó tejer y lo hice para distenderme, imaginando un día convertirlo en mi actividad central”, dice Sofía Sobolewski, maestra, locutora nacional y decoradora de interiores que hace 5 años empezó a armar grupos de tejido (crochet y dos agujas) y los llamó “Tejer hace bien”. De a poco fue sumando otras técnicas y se convirtió en un emprendimiento que bautizó “Laborteca de Sofía” y que funciona en su casa-taller, en Villa Crespo. Mila Aparicio también se suma a la tendencia: “Tengo 30 años y tejo desde los 10. Soy productora cultural y estudié además Bellas Artes y Educación Social”, cuenta. Desde 2010, la joven lleva adelante un emprendimiento con foco en la transmisión de oficios ligados a lo textil a mujeres de Buenos Aires, Rosario y Uruguay. Luego de contar con espacios propios en Chacarita y Recoleta, desde 2016 dicta talleres de crochet y bordado abiertos al público en Colegiales, y a grupos de amigas en barrios privados de Zona Norte, Tigre y Canning. “Mis propuestas de crochet son destinadas a todos los públicos, hay jornadas en las que comenzamos desde cero y otras en las que enseño puntos específicos, para los que se necesitan conocimientos previos. En todos los casos mi idea es que cada participante se lleve un objeto terminado. Me interesa que aquellas chicas que nunca tocaron una aguja puedan aprender desde cero y ver resultados ese mismo día, considero que ese es un estimulo hermoso para que continúen descubriendo la técnica. Eso, y que tengan todos los tips para poder reproducir lo aprendido en el taller, y para que puedan resolver posibles dudas que se presenten”.
El público de sus talleres es variado, y depende mucho de las propuestas. En su gran mayoría son chicas profesionales de 25 a 40 años, que quieren salir de la rutina, o están coqueteando con la idea de un emprendimiento paralelo a sus carreras “y sospechan (¡y lo bien que hacen!) que el crochet es una técnica hermosa que brinda muchísimas posibilidades”.
“Siento que desde hace algunos años el tejido y las labores manuales se resignificaron, y ahora mujeres de todas las edades y clases sociales sienten la curiosidad de aprender, ya sea a tejer a crochet, coser, bordar etc. Esta resignificación estimula la creatividad, y de a poco vamos comprendiendo que, por ejemplo, utilizando la técnica de crochet, se pueden hacer muchísimo más que los clásicos escarpines”, dice Mila. Que hoy la técnica esté instaurada en tantos «frentes decorativos» genera muchísimas ganas de aprender personas de todas las edades buscan estos cursos. “Para cualquier persona aprender, y lograr realizar algo concreto, que además de bello tiene el valor agregado de quien lo hizo, es súper estimulante. Una vez que las participantes ven que pueden realizar un objeto, y se sienten gratas con ellas mismas y su esfuerzo, es muy difícil que alguna vez dejen de tejer”.
En “Tejer hace bien” se dan clases de técnicas del crochet y dos agujas, pero también macramé, las Tulmas norteñas, los trenzados, las diferentes formas de tejer en telar, bastidores con o sin clavos, el Frivolité, el Sprang, los encajes rumanos y de bolillos, el Kumihimo, y seguimos sumando más. “Los Mandalas, Ojos de Dios y Atrapasueños son un interminable capítulo de expresión en el mundo de los hilos. Las Muñecas de Trapo siempre nacen para ser regaladas y terminan quedándose en manos de quien la hizo, no es posible alejarse de ella porque a medida que va teniendo rasgos personales embruja con ternura y recuerdos de infancia”, dice Sofía, que además agrega que últimamente los bordados de diferentes etnias despiertan el interés de personas que aman los textiles. Hasta entramos en el mundo de los Temari japonenses, esferas con corazón de cascabel, piedra y mensaje de buenos augurios que se bordan con perfección geométrica e incluyen lavanda seca que perfuman la mesa de trabajo.
“Los que se suman son por lo general mujeres, desde las que salen de la adolescencia, hasta las que cuidan nietos y bisnietos… Todas buscan distenderse desde lo que se puede hacer con las manos, tener un canal de expresión, tener un tiempo para alejarse de las corridas y hasta consiguen dejar de lado el celular por un rato. Algunos hombres ya se asoman, quieren ver de qué se trata, y se sorprenden de sus logros. Las horas transcurren de manera diferente, los tiempos son otros, y hay un resultado”, agrega.
Más información: MILA / Instagram @milaconmila / milatiendataller@gmail.com / LABORTECA DE SOFÍA / labortecadesofia@gmail.com