Si alguien le hubiera dicho que un día iba a poder vivir de una de las cosas que más le gusta en la vida, cocinar y comer, Víctor García le hubiera dicho que ni en sus mejores sueños estaba esa posibilidad. Venezolano, 37 años, trabajaba en marketing cuando empezó a cocinar y a sacar fotos de lo que cocinaba por propio placer y hobby. En junio de 2015 abrió la cuenta de Instagram “El gordo cocina” y un año después ya vivía de eso. Hoy tiene casi 400 mil seguidores, muchísimos más que un montón de cocineros profesionales y otros miles con cuentas de cocina en la red social. “Hoy es una cuenta en crecimiento que busca ser cada vez mejor: incentivarme yo e incentivar a la gente a cocinar y comer rico”, dice.

-Contanos el proceso desde el empleado de marketing hasta el instagrammer con casi 400 mil seguidores…
–Yo trabajé mucho tiempo en marketing como empleado y llegó el momento en el que me cansé y empecé a trabajar por mi cuenta. Y en esa instancia empecé a cocinar más. Siempre había cocinado pero no así todos los días. Y empecé a sacar fotos y a publicarlas  en mi perfil y empezaron a tener repercusión: varios amigos me empezaron a decir que por qué no hacía algo con eso y yo decía que ¿quién me iba a querer ver a mí? Yo siempre cociné pero no soy chef ni mucho menos y no me parecía. Justo en ese mismo momento un día llamó mi suegra para preguntar quién cocinaba el fin de semana. Y le dijeron: “El gordo cocina”. Porque a mí me dicen “gordo” de cariño. Y me encantó el nombre. Así que me abrí el perfil. Eso fue en junio de 2015.

-A los dos meses tenías miles de seguidores y ahora decenas… ¿Te imaginabas eso?
-No, la verdad es que no. En cinco meses tenía como diez mil seguidores. Fue muy loco porque no podía imaginar que eso fuera a pasar conmigo, que nadie me conocía.

-¿Cuánto de lo que sabías de marketing influyó en este proyecto y en el éxito?
-Mirá, yo creo que un montón. Porque todo ese tratamiento que yo venía teniendo con marketing me enseñó a poder ver las cosas con otra perspectiva y a poder mejorar esa comunicación. Que creo que es lo que le falta a mucha gente. Hoy hay muchísimas cuentas de gente que cocina muy bien, que sabe mucho, y que sin embargo no explota. Porque no lo sabe comunicar. Tampoco tiene por qué saberlo. A mí me salió pero no hay una receta. Poder transmitir lo que uno hace efectivamente no es fácil.

-¿Cuándo se convirtió en un proyecto redituable?
-Más o menos al año. Ya a los seis meses de haber nacido la cuenta empezaron las marcas a vernos y a acercarse. Al principio era todo por canje, porque era todo nuevo y creo que nadie estaba preparado para esto que iba a pasar. No solo conmigo sino con Instagram y  la cocina. Y creo que todos fuimos dándole formas con las marcas que buscaban también maneras de comunicar y publicitar menos convencionales. Y ya al año se hizo redituable y se convirtió en mi forma de vida.

-¿Cómo aprendiste a cocinar?
–Aprendí a cocinar en su casa, de chico, con su madre y con su abuela. Pero dice que, definitivamente, aprendió a cocinar con “El gordo cocina” porque se vio incentivado a explorar, leer estudiar, buscar, probar y cocinar, cocinar mucho sobre todo.

-Si tuvieras que definir qué hacés, cuál es tu sello en la cocina.
-Si tuviera que definir lo que cocino es sin duda la comida casera: bien de hogar, rica, suculenta, esa que hoy se llama “confort food”. Que es lo que me encanta y lo que mejor me sale.

-¿No es un engaño del marketing cuando aparece tu foto y no sos gordo?
-No, no, no. Soy gordo de alma. Toda mi vida me dijeron gordo porque me encanta comer salir a comer, probar, preparar, disfrutar.