Nació en Godoy Cruz, Mendoza, y ahí vivió los primeros años de su vida, hasta que se trasladó con su familia a Maipú. Estudió para ser profesor de educación física y trabajó como vendedor de tiempo compartido. Pero en 2004 se presentó en un casting que Esteban Mellino estaba haciendo en su provincia y este le ofreció una beca para viajar a Buenos Aires y convertirse en actor. Se instaló en una pensión en el barrio de Once y estudió actuación con Raúl Serrano y Horacio Acosta. En 2009 realizó una participación en la telenovela Valientes; interpretando a «Fede», amigo gay de Isabel (Marcela Klosterboer), y enamorado de Segundo (Mariano Martínez). Además grabó dos capítulos para la telenovela Los exitosos Pells. En 2010 formó parte del elenco de Alguien que me quiera (protagonizada por Andrea del Boca y Osvaldo Laport emitida por El trece) donde interpretó a Renzo Peralta, y formó parte de un triángulo amoroso entre Calu Rivero y Luisana Lopilato. Muy pronto también se destacó en teatro y se hizo un lugar en el mundo de la actuación. En La leona conoció y se enamoró de Mónica Antonópulos. Ahora, esperan un hijo juntos.
Ahora le llega un protagónico de lujo: le pondrá el cuerpo nada menos que a uno de los artistas más mítico, popular y adorado en Argentina y toda América Latina: Sandro. “Pero también Roberto Sánchez, el hombre detrás del personaje, el que no conocimos”, dice el mendocino, que confiesa que apenas se enteró de que iba a existir la serie “Sandro de América” se propuso audicionar y que, después de una “competencia” con Pablo Echarri –era el otro candidato que se barajaba (ver recuadro)-, finalmente fue el elegido para interpretar al cantante entre sus 36 y sus 48 años, precedido por Agustín Sullivan y seguido por Antonio Grimau en el mismo papel. La tira, dirigida por Adrián Caetano, constará de 13 capítulos que se verán en tres semanas.
-¿Qué expectativas tenés?
-Tengo mucha incertidumbre de lo que va a pasar porque nosotros creamos este personaje pero eso no significa que sepamos del todo quién es. Porque nosotros hacemos a un personaje que fue un personaje de una persona. Habiéndola terminado seguimos sin saber quién era él del todo Roberto Sánchez, ¿no?
-Te toca de alguna manera contar su parte más oscura…
-Sí, yo diría su parte más humana. Creo que uno tiene que conectarse con su sensibilidad para intentar entender qué era lo que le pasaba a esa persona en ese preciso instante y en ese contexto. Yo me enganché mucho con su música y de todo, lo más genuino que encontré fueron sus letras y su voz. Arriba del escenario se ve el alma de una persona, realmente. Es una frase un poco cursi pero es la verdad.
–¿Cuánto sabías de Sandro antes de llegar al personaje?
-Conocía sus canciones, porque mis hermanas lo escuchaban. Y porque era imposible no concocerlo. Pero lo conocí realmente ahora, con este papel. Entonces todo lo que leía, veía o escuchaba sobre él no era más que el punto de vista de algunas personas sobre él. Me pasaba todo el día cantando sus canciones, tratando de poner en el cuerpo la energía… ¿Quién es el Sandro genuino? Yo creo que no era el que estaba en el mundo de rosas y fantasía.
-Lo que no se vio… ¿Se ocultó?
-No sé si porque se ocultó sino porque nadie lo quería ver. El trataba de hablar, pero la gente quería al personaje popular. A nadie le servía que eso se viera. Todos sabían, él también, que el tabaco le hacía mal y que estaba en un camino de destrucción y sin embargo ese era un tema secundario hasta el final. A ese Sandro también lo mostramos.
-¿Te veías parecido a Sandro?
-Sí, sí, pero porque todo se va armando en una sumatoria de partes. Pensar que a Sandro lo hace uno es una mentira: el vestuario, el maquillaje, el contexto… Las ficciones se hacen así y mucho depende de cómo esté puesta la cámara, el plano la luz. Hay una sumatoria de cosas en la que uno tiene que confiar sin saber cómo va a suceder. Me parece que el desafío más grande era creer que eso se va a lograr y mandarse. En lo personal, lo mío fue creerme capaz también, poder meterme en esa experiencia y tener esa impunidad y coraje para salir a la vida.
–¿Fue más difícil hacer a Sandro arriba del escenario o a Roberto Sánchez?
-Fue más difícil hacer a Roberto Sánchez, al personaje íntimo. Porque todo lo que yo sabía era lo público. De todas maneras, descubrí a Sandro y empecé a valorarlo mucho más conociendo toda su historia, todas sus canciones: es impresionante el repertorio que tiene y todo lo que hizo para poder vivir de la música, que era lo que él soñaba. Saber que a los 23 años compuso canciones que hoy siguen siendo éxito. Fue un tipo excepcional.
-¿Tuviste que engordar unos kilos?
-Sí, sí (se ríe). Y muy rápido. No es que me propuse tantos kilos sino que me parecía que lo más acertado era ir relajando y viendo el paso de los años desde ese lugar. Siempre con intención de acercarme lo más posible a la vida de esa persona. Y engordé como 13 o 14 kilos… Y después engordé diez más pero no le puedo adjudicar eso al personaje.
-¿Y a la paternidad? ¿Te tiene muy ansioso?
-No, los kilos no son culpa de eso. Me gusta mucho comer y beber. Así que no. Sin duda, estoy mucho más gordo que Mónica. Tengo mucha ansiedad por la llegada de nuestro hijo, vivo todo el día a día con muchísima intensidad.
-¿Cuándo sabrán el sexo del bebé?
–Vamos a esperar a que nazca. Es una sorpresa que queremos dar. No nos preocupa por ahora comprar las cosas de uno u otro color… Eso se puede hacer cuando nazca. Y de última, eso de rosa o celeste ya no va más, es lo mismo.