El maquillaje, más marcado o menos, en un make-up natural o en uno más fuerte, siempre estará presente. Lo importante es saber cuál es el que te favorece más según tu tipo de cara, la forma de tus ojos y lo que quieras lograr.
Ojos caídos: en este caso sí será tu mejor aliado el delineador. Y para dar un efecto de levantar tenés que usar un delineado que fue hit en los años 60: hacé una línea cerca de la raíz de las pestañas, a partir del punto donde el ojo comienza a caer; luego elevá la línea sutilmente a medida que avanzas y rellena el espacio que dejaste en medio. Quedará una línea que comienza fina y termina gruesa.
Ojos pequeños: el delineador puede ser tu peor enemigo así que el primer consejo es ¡cuidado! Si lo aplicás sólo por la parte de las pestañas lo único que conseguirás es que tus ojos se vean aun más chicos. Lo recomendable es hacer una línea a mitad del ojo hacia afuera: podés hacerla tanto fina como gruesa. De las dos maneras vas a conseguir agrandar tu mirada. Truco: aplica una sombra en tonos claros en la parte alta del lagrimal, así conseguirás intensificar tus ojos y darles luminosidad.
Ojos redondos: desde ya que estos son los ojos que más reclaman un buen delineado que permita “rasgarlos”. Para eso hay que pintar toda la línea de encima de las pestañas hasta llegar al lagrimal, tanto por arriba como por abajo del ojo. Si querés mostrar un efecto intenso, delineá dentro del ojo para alargar la mirada.
Ojos almendrados: trazar una finísima línea al ras de las pestañas desde el lagrimal y continuarla hasta el final de tu ojo, alargando el delineado en forma diagonal hacia tu sien, a modo de rabillo. Si lo que querés es redondear más tu mirada, lo que tenés que hacer es una línea gruesa simétrica por todo el ojo y luego difuminarla por la parte del lagrimal y terminarla con un rabillo corto.
Ojos rasgados: para las que tienen los ojos muy rasgados, lo mejor es aprovechar la forma y alargar el rabillo lo máximo que se pueda sin elevarlo en exceso.