“Un amanecer en Tulum. Las luces de Lima. Un baile en Buenos Aires.Los carros de la Ciudad de México. Las olas de José Ignacio.Los colores de Cartagena”.
En estas imágenes se inspiró la colección resort 2020 de la diseñadora venezolana, Carolina Herrera que tras dirigir por 37 años la marca que lleva su nombre, dejó la maison en manos del diseñador estadounidense Wes Gordon, a quien había conocido como asistente de Oscar de la Renta.
La colección recibió el nombre “unas vacaciones en Latinoamérica» es vibrante, colorida y juega con los volúmenes en siluetas diferentes, en géneros lánguidos o con estructura. El naranja predomina la paleta de colores pero también hay rojo, amarillo y verde, muy saturados y, blanco y negro, especialmente, los trajes que tienen espíritu urbano y que refieren a Buenos Aires.
El toque folklórico lo dan los bordados en punto cruz con colores puros, bordados en hilo metalizado, estampados de flores, rayas y lunares de distintos tamaños que completan la idea del modisto de lo que debe ser una fiesta latina, pero manteniendo el espíritu de Herrera.
Para la noche vestidos románticos que se reinterpretan con largos infinitos, mangas fluidas y detalles folclóricos, diseños con volumen y delicados bordados de flores, vestidos que apuestan por el polka dot en blanco y negro, estampados tropicales que aportan modernidad y piezas exuberantes llenas de frescura con el sello del atelier de la casa Carolina Herrera.
Una colección que trajo polémica
Por el contrario de lo que muchos imaginaron, el gobierno de México no reaccionó muy bien al ver sus estampas –insignia en los tejidos de ese país- en la nueva colección. La secretaria de Cultura del país azteca mandó una carta a la diseñadora y a su nuevo director creativo, donde se les solicita que «expliquen públicamente con qué fundamentos decidieron hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentado, y cómo su utilización retribuye beneficios a las comunidades portadoras«.
Si bien se aclara que no es una acusación directa, sino que, ante la duda, se determinó preguntar a la marca para conocer el proceso de creación de la colección Resort 2020 y pone como ejemplo de esta «apropiación cultural» un vestido largo blanco con estampados de flores y animales, y dice que su bordado proviene de la comunidad de Tenango de Doria, en el estado central de Hidalgo.
También se mostró en desacuerdo con dos vestidos negros bordados con flores brillantes, que son típicos de los artesanos del istmo de Tehuantepec, una región de Oaxaca y Veracruz, al sur del país. Apuntó en esta lista a otro vestido que se basa en un sarape o chal propio de Saltillo, la capital del norteño estado Coahuila.»En estos bordados está la historia de la comunidad en sí misma, y cada elemento tiene un significado personal, familiar y comunitario«, escribió Frausto. Por su parte, Gordon, aseguró en un comunicado, que las prendas rinden un homenaje a la «riqueza cultural mexicana» y reconoció el «maravilloso y diverso trabajo artesanal» del país latinoamericano.»Mi admiración por el trabajo artesanal a través de mis viajes a México ha ido creciendo con los años. Con esta nueva colección he intentado poner en valor este magnífico patrimonio cultural«, añadió el creador.
¿Deberá hacer alguna retribución al gobierno de México la maison o sólo será un llamado de atención?